Los Minions – Cero ideas, miles de billetes | La Cabecita

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Antes de empezar, quiero dejar una cosa a un lado. No me gustan los Minions. Son adorables, graciosos, con un diseño estupendo y unas estrellas del rock infantiles. Pero no me gustan. Eso sí, cuando se estreno la primera parte de Gru, mi villano favorito me parecieron lo mejor de la película. Aún con el pensamiento de que no eran más que un refrito de otros personajes mudos y expresivos que sirven como alivio cómico del héroe (véase Gromit, Scrat o, su referente más claro, los Rabbids de Rayman), me parecieron lo suficientemente originales y simpáticos. Pero el efecto 40 principales arruinó todo. Al igual que cuando escuchas una canción cinco mil veces, los Minions se han saturado ellos solos. Claro, a los niños les da igual eso, se pueden tragar cientos de veces lo mismo y tan contentos. Pero tras la infame segunda parte de Gru, donde imagino que se dieron cuenta de que no podían basar una historia en dos o tres personajes adorables, decidieron apostar a caballo ganador con estos bichejos que despertaban pasiones. Y el resto ya es historia. Pero vamos, que como siempre estoy abierto a la sorpresa y al asombro, dejo de lado mis gustos y me enfrento a su aventura en solitario como si no les hubiera conocido antes. Y me encuentro con esto.

Imagina un cine en el que solo entran los niños. Unas salas especializadas para que los pequeños entren, elijan sitio, coman palomitas, armen bulla, se rían, lloren… Para que hagan lo que quieran. Y todo esto mientras los padres u otros acompañantes adultos se quedan fuera, de tiendas, tomando algo o viendo otra película. Luego, a la salida, todos los niños regresan sanos y salvos y magnifican su experiencia contando con alegría lo bien que se lo han pasado y el peliculón que han visto. La mayoría de estudios de animación sabe que estas salas no existen y, en su intento por crear obras memorables, siempre dedican una gran parte de su esfuerzo a contar historias que gusten a niños y a adultos. Porque la animación no es solo para niños, eso creo que a estas alturas lo sabemos todos. Pixar lo sabe mejor que nadie, Dreamworks da buena cuenta de ello, Ghibli nunca lo ha dudado e incluso Illumination lo sabía al crear a Gru, qué demonios. Pero con Los Minions se les ha olvidado. El símbolo del dólar que aparecía en sus pupilas acaparaba demasiado su atención como para preocuparse de eso. Los Minions está dirigida a ese cine exclusivo para menores de 12 años y se olvida completamente del mundo real. De hecho, se olvida completamente de que los niños cada vez tienen un espíritu más crítico y pueden haber visto otras películas de animación. Porque prácticamente todo lo que ocurre y se cuenta es otro refrito descarado de situaciones ya vistas hasta la saciedad. Nada es original en Los Minions a excepción de los propios Minions. Si has vivido en una cueva los últimos treinta años, te dejará loco. Si no, te dejara completamente indiferente.

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El primer acto es muy prometedor, sobre todo si no has visto los trailers donde te lo revientan al completo. No es sencillo encontrar un buen argumento para un spin-off y este es todo un acierto. Los Minions han estado siempre ahí, desde el nacimiento de la vida, y su cometido innato es encontrar la maldad y servirla. Por eso dedican su vida a servir de secuaces del villano más maloso del momento. El “Érase una vez los Minions” con el que se abre la cinta es lo mejor y un camino que, de haberse seguido, habría significado una película mucho más rompedora y reseñable. Pero, después de la escena del autostop y la familia (de lejos el mejor gag de la casi hora y media que dura), empieza una lista de clichés eterna que destruye por completo cualquier atisbo de originalidad. Las escenas se suceden sin más, con humor slapstick del malo y una equivocada idea de que el lenguaje de los Minions es suficiente para hacerte reír más allá de los primeros veinte minutos. Los personajes humanos son alarmantemente planos y ocupan demasiado tiempo de pantalla. Con decir que los mejores fragmentos son los del resto de Minions anónimos haciendo el cabra por ahí lo digo todo. Tampoco veo ningún atisbo de ese humor gestual digno de, agárrate fuerte, Buster Keaton. Surrealista cuanto menos leer esas afirmaciones. Y lo peor de todo, a nivel visual no tiene nada espectacular ni llamativo.

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Concluyo con una pequeña reflexión. Pixar, después de la trilogía Toy Story, o incluso del inexplicable éxito de Cars, decidió seguir apostando por los personajes pero, conscientes de que solo tenían ideas puntuales y breves, se dedicaron a lanzar cortometrajes protagonizados por estas sus estrellas que, sin ser obras maestras, resultaban divertidos y un delicioso picoteo entre comidas. Los Minions va a llenar salas, va a vender (más) merchandising por un tubo, va a triunfar entre los niños, y los mayores menos acostumbrados se reirán con “esa peli de dibujos a la que fuimos el otro domingo”. Vale. Pero, y lo digo sin miedo, creo que Los Minions podría haber sido una serie de cortos divertidísimos y muy superiores a las películas que los vieron nacer. Pero la pasta es la pasta. Y por eso estas palabras se las llevará el viento. Igual que el recuerdo de esta película, mira tú por donde.

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Ficha técnica:

Título original: The Minions Director: Kyle Balda, Pierre Coffin Guión: Brian Lynch Música: Heitor Pereira Fotografía: Animación Reparto: Animación Distribuidora: Universal Fecha de estreno: 03/07/2015