La escena indiscreta – La vida de Adèle | La Cabecita

Poco, o prácticamente nada, es lo que queda por decir de la cinta de Abdellatif Kechiche que no se haya dicho ya. Premiada en Cannes con la Palma de Oro a mejor película y aplaudida por crítica y público (a algunos les escandalizó la duración de muchas de las escenas sexuales), La Vida de Adèle es un compendio de emociones perfectamente medidas que invita al espectador a emprender un viaje por el áspero camino que es el (des)amor.  Quizá por ello quedarse con una escena de la película es una empresa prácticamente imposible, más si tenemos en cuenta su duración y la excelente mano diestra con la que Kechiche sabe templar a las dos grandes protagonistas de este film. El resultado culmina en un retrato angosto pero terriblemente bello sobre la relación entre dos mujeres.

A título personal, la secuencia escogida es una verdadera delicia. Se ubica pasada la mitad de la película, cuando Emma se entera de que Adèle le está siendo infiel con un profesor de su guardería. A partir de la entrada de Adèle en casa y desde que Kechiche coloca (perfectamente, como siempre) la cámara, la realidad cobra vida y pasa a pivotar sobre la destrucción, no sólo de una pareja, sino de dos personas tal y como las conocíamos al principio de la cinta. Las pausas, la angulación de la cámara, el ritmo, todo está perfectamente medido (de hecho la escena en sí es sustancialmente larga para lo que narrativamente aporta al conjunto) para que deseemos salir de ahí. Pero como Adèle, nos resistimos a pensar que todo se acaba alguna vez en la vida.

Muchos han cuestionado el personal juicio de Kechiche a la hora de adaptar La Vida de Adèle a la gran pantalla pero, personalmente, considero que su trabajo es sublime. Los recursos de los que se sirve el cineasta, se despliegan con una elegancia pocas veces vistas en los últimos años y nos regalan una verdadera radiografía de una historia que todo el mundo, de una manera u otra, hemos llegado a experimentar. El amor como creación y también como destrucción, se palpa en cada plano del film y también de la secuencia en la que la relación entre Emma y Adèle se rompe.  Como entonaba Joy Division: «Love will tear us apart».