Del revés (Inside Out) – Por el túnel del pensamiento (abstracto) | La Cabecita

INSIDE OUT

Había ganas de que Pixar reverdeciera los laureles acumulados entre 1995 y 2010, tras las relativas decepciones de Cars 2, Brave y Monsters University, por apreciables que éstas pudieran ser, sobre todo en comparación con la mayoría de las producciones en animación digital de otros estudios. Había ganas de encontrarse de nuevo con la poesía que sabemos que pueden arrancar a los píxeles, con el ingenio desatado de sus guiones o con el riesgo conceptual de sus premisas. Había ganas, y eso se nota en el derroche de elogios de que ha venido precedido el estreno de Del Revés en nuestras pantallas, ahora que, gracias a la red, podemos saber de antemano que la crítica estadounidense se ha rendido a los pies de la nueva obra de Peter Docter (Monstruos S.A., Up), como sabemos también, a estas alturas, que la crítica patria se ha unido al coro de parabienes.

Así, cuando se hace la crítica de una película de la que ya parece haberse dicho todo en apenas dos meses, da la sensación de que a uno solamente le queda ratificar y sumar su firma a la lista de admiradores; y es que todo lo que hayan podido leer es cierto: sin que el ritmo, el entretenimiento, el ingenio, la risa y la emoción decaigan en ningún momento, Docter se permite hacer una de las indagaciones más completas y originales jamás vistas en una pantalla de lo que supone ese despertar de la infancia a la adolescencia (o preadolescencia) que tantas grandes películas ha dado. Porque eso que los ingleses llaman una “coming of age story” quizá haya acabado convirtiéndose en un cliché, por mucho que casi todas las películas que retratan ese paso a la edad adulta nos gusten mucho… Y ahí radica uno de los mayores méritos de los creadores de “Del revés”, en conseguir contar una historia contada ya infinidad de veces de una manera nunca vista, que la ilumine todo desde otra perspectiva, inédita, y nos permita repensar ese tránsito por el que todos hemos pasado.

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La perspectiva elegida es puramente psicológica. Quizá excesivamente psicológica, podrán argumentar algunos, ya que Docter parece haberse leído todos los tratados de psicología habidos y por haber hasta poder dar forma a una narración utilizando como personajes principales a las que se consideran generalmente las emociones básicas (incluso hay autores que eliminarían a “asco” como una emoción básica, dejando a nuestros protagonistas en tan solo cuatro). En cierto modo, podríamos decir que al dar por bueno y tomar como base indudable un determinado paradigma del estudio psicológico está reduciendo excesivamente el funcionamiento de la mente, cerrando la puerta a muchas sutilezas o perspectivas posibles acerca del comportamiento humano. Y también podríamos decir que, al centrarse en las emociones puras y abstractas en lugar de en un personaje concreto, su película hace un poco lo que hace el “túnel del pensamiento abstracto” en la propia película, en un momento en que los protagonistas lo cruzan y empiezan a verse reducidos a formas geométricas y bidimensionales. Porque tenemos una película en la que la niña en la que se centra el drama, Riley, carece de una personalidad significativa (lo poco que sabemos de ella y que la individualiza es que le gusta el hockey, lo demás es una alusión genérica a la importancia en su vida, como en la de cualquier otra niña, de los amigos y los padres), y quienes toman el protagonismo no son personajes, sino seres abstractos: “Alegría”, “Tristeza”, “Miedo”, “Ira” y “Asco”. Por la pura premisa del guión, tenemos una narración abierta y eminentemente metafórica en la que lo concreto es casi una anécdota, una excusa para poner a Riley en una situación tal que permita a las emociones puras desatarse y desarrollar su drama simbólico.

Pero es innegable que, a pesar de ello, Docter consigue una calidez y una poesía abrumadoras. Riley y nuestros protagonistas, que no personajes, pueden carecer de verdadera individualidad, pero las situaciones en que los ponen los guionistas alcanzan una complejidad y una emoción generalmente vedadas a las narraciones tan abstractas. Cuando en imágenes y narración, en escenas de enorme potencia emotiva, se consiguen expresar, y de una manera tan física y tangible, ideas tan difíciles de verbalizar como, por ejemplo, la necesidad de inventar (u olvidar) un amigo invisible para salir adelante, uno sabe que Pixar ha triunfado una vez más, y ha conseguido ese objetivo de iluminar de otro modo, revelar otros aspectos, de esa viejo cuento del dejar atrás la niñez.

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Del mismo modo en que se puede echar un poco de menos algo más de personalidad en Riley, quizá quepa también quejarse de cierta blancura, tal vez consecuencia de esa abstracción, en el retrato de la infancia. Incluso cuando nuestras protagonistas, Alegría y Tristeza, descienden al subconsciente de la mente en la que viven, lo más inquietante que encontramos es un manido payaso que asustaba a Riley cuando era aún más pequeña… Y todos sabemos que en los niños hay miedos más terribles, e incluso aspectos más inquietantes, que un payaso que nos dio un susto tremendo cuando apenas sabíamos caminar. Un Lewis Carroll o un Roald Dahl sabían que los niños no son únicamente seres cándidos cuyos sentimientos sufren por los vaivenes que les imponen los adultos, sino que ellos mismos son capaces de hacer sufrir, de ser crueles, y de inventar mundos mucho más desasosegantes que los que aquí forman parte del imaginario interior de la niña (imaginario que resulta un poco como de parque temático, y hace que la película tenga algo menos de la fuerza visual de, digamos, Wall-E ). Pero aunque quepa hacer tal reflexión, es justo reconocer que, a cambio, es tan atrevida como en los mejores autores infantiles la manera en que Docter y compañía abrazan la tristeza y la melancolía, la reconocen en los niños, y les invitan a abrazarla también. Y ahí es por donde nos capturan también a los espectadores adultos, que podemos disfrutar como niños de las payasadas y aventuras que salpican la trama, mientras no podemos evitar sentirnos conmovidos cuando nos sugieren aceptar que esa tristeza es parte inevitable y necesaria de la persona adulta que hemos llegado a ser y de la vida que, a pesar de todo, la mayoría elegimos seguir viviendo.

Es Del revés, sí, una rotunda puesta en forma de Pixar, y, sí, uno de sus mayores triunfos. Cabe ponerle algunas pegas, pero, en conjunto, es no solo una de sus películas más originales y ambiciosas, sino una de las que más ampliamente consigue alcanzar esas ambiciones, y funcionar por fin, sí, a todos los niveles, tan bien para niños, que se verán arrastrados por su fuerza narrativa, su colorido y su humor, como para adultos, que verán una de las historias más complejas y conmovedoras de la temporada.

4.5_estrellas

Ficha técnica:

Título original: Inside Out Director: Pete Docter, Ronaldo Del Carmen Guión: Michael Arndt Música: Michael Giacchino Reparto: Animación Distribuidora: Disney Fecha de estreno: 17/07/2015