White God (Dios blanco) – Rebelión en la perrera | La Cabecita

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Una joven en bicicleta recorre las calles de una Budapest desolada, desierta, casi apocalíptica. El espectador es testigo de cómo la niña, protegida únicamente por la capucha de su sudadera azul y armada con una trompeta que sobresale de su mochila, es perseguida por una jauría de más de 200 perros. Ésta secuencia, que a modo de prólogo, da comienzo a la película, es una de las más impresionantes que se han visto en una sala de cine en los últimos años. Su potencia visual es tal que a un servidor consiguió erizar la piel. Estremecedora y tremendamente bella, es imposible no acordarnos de ese famoso flautista que con ayuda del sonido de su instrumento consiguió liberar al pueblo de Hamelín de una plaga de roedores. ¿Será Lili, la joven protagonista del film, una versión modernizada de este personaje creado por los hermanos Grimm?.

La nueva película del húngaro Kornél Mundruczó, merecida ganadora del premio Un Certain Regard del Festival de Cannes de 2014, nos sitúa en una Budapest en la que una nueva ley establecida impone cobrar más impuestos a aquellos dueños de perros mestizos. Hagen, el perro y mejor amigo de Lili, es una de las muchas mascotas que sufren esta discriminatoria ley cuando el padre de la niña decide abandonarlo en la calle. Es cuando el can comienza la dura tarea de sobrevivir en una ciudad infestada por los seres vivos más despiadados y malvados del planeta Tierra, los humanos. El hombre es, en efecto, el más cruel de todos los animales.

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En este momento de la película nos adentramos en un mundo plagado de avaricia y violencia, en el que el animal es únicamente un medio para conseguir el fin, sin importar el cómo. Denuncia social anti-maltrato, que muestra a través de unas secuencias tremendamente viscerales el proceso de transformación del mejor amigo del hombre en auténticas bestias. Hacía tiempo que no apartaba la mirada de la pantalla por la explícita violencia de las mismas (tremenda la escena de las peleas caninas con el único propósito de enriquecer a unos salvajes), pero también por la vergüenza que me hervía la sangre. Buen momento para avisar a todos los amantes de los animales que se decidan a ver el film: se sufre, y mucho.

Paralelamente somos testigos de la evolución de Lili, una niña de 13 años hija de padres divorciados que no soporta a su padre y con el que se ve obligada a convivir. Es cuando tienen lugar la rebeldía, los coqueteos con chicos, con el alcohol (y alguna que otra sustancia estupefaciente) y las fiestas. Y es que la desolación que siente por la pérdida de su mascota (de la que su padre es el principal culpable) no hace más que empeorar la situación. 

Quizás ésta sea la parte más floja de la película en la que la resolución del drama, en cuanto a relación padre-hija, resulta muy precipitada y forzada. Es entonces cuando nos adentramos en el tramo final. En este momento el tono de la película cambia por completo, dejamos a un lado dramas familiares y demás maltratos animales, para ser testigos de una auténtica revolución canina. Hagen, liderando una jauría de perros (como bien hizo el simio Caesar en El origen del planeta de los simios), tomará las calles de Budapest y comenzará una sanguinolenta venganza contra todos aquellos humanos que se interpongan en su camino (en especial contra aquellos que, a lo largo del film, han convertido al perro en el monstruo que ahora es).

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Si bien la interpretación de la joven Zsófia Psotta es sobresaliente, no podemos negar que las indiscutibles estrellas de la película son Body y Luke, lo dos canes que dan vida a Hagen, galardonados en el festival con el collar honorífico Palm Dog. Y es que estos animales nos consiguen transmitir infinitos sentimientos sin necesidad de articular palabra. Impagables los momentos de Hagen con el pequeño (pero gran roba planos) Jack Russell, o esa secuencia en la que el perro es testigo de cómo la veterinaria realiza una especie de sacramento de la unción de los enfermos.

No podemos pasar de largo el buen uso de la música, entre la que destaca la Rapsodia Húngara número 2 del compositor Franz Liszt, una pieza que difícilmente podremos sacarnos de la cabeza una vez acabada la película. Por otro lado nos encontramos con la trompeta anteriormente mencionada, elemento clave y protagonista de dos de las escenas más potentes de la cinta (la del baño y la del matadero de ganado) funcionando su sonido a modo de opio del pueblo.

Finalmente llegamos al clímax de la película, donde asistimos a un amanecer, únicamente acompañados por el sonido de los pájaros. Una preciosa y emotiva secuencia con uno de los planos más poéticos del cine reciente. Y es que lo único que nos queda es el consuelo de que después de la tormenta siempre viene la calma.

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Ficha técnica:

Título original: Feher isten  Director: Kornél Mundruczó Guión: Kornél Mundruczó, Viktória Petrányi, Kata Wéber Música: Asher Goldschmidt Fotografía: Marcell Rév Reparto: Zsófia Psotta, Sándor Zsótér, Lili Horváth, Szabolcs Thuróczy, Lili Monori, Gergely Bánki, Tamás Polgár, Károly Ascher, Erika Bodnár, Bence Csepeli, János Derzsi Distribuidora: Golem Distribución Fecha de estreno: 19/06/2015