Interstellar – Morir de amor | La Cabecita

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Vayamos por orden que no entiendo de fanatismos. No los entiendo en los deportes y menos aún los entiendo en el cine. Defender a capa y a espada a tu director favorito como si no hubiera mañana, sin parate a juzgar si lo que ha hecho es bueno o malo, es algo que simplemente se escapa a mi entendimiento. Alguno de mis directores favoritos, y hablo de gente como Billy Wilder o John Ford, también tienen películas malas, alguna incluso horribles, y no pasa nada. Lo que hace grande a un cineasta es el conjunto de su carrera, no que todas sus películas sean buenas. Y me gustan más gente como Ford, aunque me aburra sobremanera con alguna película como María Estuardo, que otros como Stanley Kubrick, quien considero que no tiene una película mala. Con Christopher Nolan se ha creado un aura detrás inmensa, no entiendo muy bien por qué. Nolan es un buen director, hasta ahora todas sus películas me han gustado bastante, pero no ha sido capaz de levantar ninguna pasión en mí, cosa que sí han hecho cineastas de su generación como David Fincher o Paul Thomas Anderson, a quienes no he dudado en dar palos cuando han hecho películas que no estaban a la altura.

Pero Nolan ha creado una generación de fans detrás brutal, una fanaticada que, hasta cierto punto, me resulta comprensible. Pero no, Nolan no ha inventado nada, quizá en todo caso dio una vuelta a aquello del blockbuster de autor con la saga de El caballero oscuro, que no era nada que no hubieran hecho mucho antes Steven Spielberg (otro gran genio, con varias películas malas en su haber, pero genio sobre todo) con Tiburón o George Lucas con La guerra de las galaxias. Pero cada generación necesitaba sus héroes, y Nolan llegó con su Batman para ser el de ésta. Y aunque no entendiese de fanatismos, ni compartiera el entusiasmo por su figura, Nolan me gustaba, incluso tiene una verdadera joya en su filmografía llamada Memento y que, hasta el momento, creo que no ha sido capaz de superar, y con una carrera corta, cierto, aún no había hecho una mala película… Hasta ahora. Porque Interstellar es harina de otra costal, aunque sea una película que ha nacido para ser amada, y el amor no entiende de nada… Y esta referencia al amor no es nada casual con lo que vamos a tratar ahora y aquello de lo que habla Interstellar.

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Lo cierto es que el primer tramo de Interstellar me gusta bastante. Nolan plantea un interesante futuro distópico con una crítica socio-económica y ecologista a la sociedad actual muy interesante. El director nos lleva a un futuro sin concretar en el que los estragos de la crisis ha convertido al mundo en un lugar de granjeros. Vivimos rodeados de la tecnología del Siglo XX, pero los derroches empleados en desarrollar toda esa energía han convertido a nuestra sociedad en algo cercano al Siglo XIX, y el futuro de la sociedad depende principalmente de que el gran grueso de la población vuelva a trabajar en el campo generando los alimentos que tanto escasean. Eso si hay futuro. Quizá este sea el punto más negativo del planteamiento del director, en este mundo que está cerca de su extinción, no hay un motivo claro para esas tormentas de arena que asolan a la Tierra y que prometen acabar con la raza humana en un par de generaciones. Pero es una nimiedad y poco me importa porque ese mundo me resulta realmente atrayente, y su director lo sabe plasmar a la perfección.

Unos primeros minutos que disfruto, pese a la necesidad de Nolan de hacer especial hincapié en la banda sonora de Hans Zimmer. Como la propia película, la banda sonora de Zimmer se divide en tres actos completamente distintos, divide su partitura y la convierte en una pieza casi operística. No me cabe duda de que esta es la mejor composición de Zimmer hasta la fecha, pero una banda sonora no depende sólo de la calidad de su partitura, pieza fundamental, sino también del uso que se le dé en la película para la que se ha compuesto, y Nolan, en el primer error visible de la película, da un perfecto ejemplo de cómo no se debe usar una la composición, tirando por la borda todo el material realizado por Zimmer. Su presencia omnipresente, y la tendencia que tiene Nolan para subrayar milimétricamente cada momento de la película con el trabajo de Zimmer, hacen que ésta acabe resultando realmente pesada. Llega un momento que cada nuevo acorde de la composición es sencillamente abrasivo. No es la primera vez que Zimmer padece del mal uso de una composición suya, ya que algo similar le ocurrió en El hombre de acero, con los mismos nefastos resultados.

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Pero ojalá los problemas de Interstellar acabasen ahí, y todo fuese tan interesante como el planteamiento de la película. Para intentar solucionar este problema, la NASA, que ahora trabaja como una organización secreta, para no ser acusada de despilfarro, está buscando una solución: encontrar un planeta habitable al que transportar la raza humana… Es ahí donde comienza el segundo acto de la película, y donde todo se va al garete. La odisea espacial planteada por Nolan es realmente aburrida y carente de sentido, la tendencia del director al mayor de los dramas la empuja hasta un abismo que no dista mucho del que censurábamos hace poco en Serena de Susanne Bier. Todos sus personajes pasan por problemas realmente transcendentales, exagerados hasta el límite, el buen desempeño de sus actores, empezando por un pletórico Matthew McConaughey no sirven demasiado cuando se tiene la sensación de que cualquier reacción es exageradamente ridícula. Como si fuera el Michael Bay de Armageddon, plantea, quizá por primera vez en su carrera, una trama mucho más emocional, y que tampoco funciona dentro del prisma de base científica de la película. Básicamente lo que Interstellar intenta contar es que el amor está por encima de la ciencia, y lo hace con algún pasaje, que como gran parte de su guión, resulta tan tonto, como ese en el que Anne Hatthaway afirma que el amor es lo único que puede atravesar el tiempo, el espacio o la gravedad. Claro, Bay en Armageddon nos vendía una melosidad que no nos molestaba demasiado, porque en ningún momento trataba de justificarla más allá de la propia consciencia cinematográfica de la película, y lo vendía como un vil truco para emocionar al espectador que podía decidir si entraba en ese juego o renegaba de él. Pero aquí, Nolan lo incluye como una teoría racional… Racionalmente estúpida. ¿Entienden ahora por que hablaba de ese amor al comienzo de este texto?

Además, este segundo acto me resulta cargante por su dilapidadora falta de ritmo. ¿Recuerdan cuando esos mismos fans de Nolan alababan el realismo de su saga de El caballero oscuro? Una teoría que nunca he compartido plenamente, ya que parece ser que ellos mismos han sentenciado el trabajo del director, como si éste estuviera obligado a demostrarles que todo aquello de lo que habla tiene una gran base detrás. El medio que usa Nolan para esto no podía ser más estúpido y anticlimático: continuas secuencias exteriores de la nave en silencio absoluto (ya saben, para recalcar que en el espacio no hay sonido), que no hacen otra cosa que cortar un ritmo que ya es de por sí es demasiado lento. Porque, especialmente en este tramo de la película, nos encontramos un grave problema de síntesis, las tres horas de la película no se justifican por ninguna parte. E incluso se llega a incluir una trama tan prescindible como mal desarrollada como en la que aparece el personaje de Matt Damon. Incluso gran parte de la trama de la Tierra, ésa que una vez más hace máxime hincapié en el drama a toda costa, resulta bastante prescindible. Nolan demuestra no saber, o no querer saber usar la elipsis, y hace que Interstellar parezca un cajón de sastre en el que toda idea es bienvenida y se prefiere no suprimir nada. Es cierto que muestra su buen quehacer como director en algún momento, en la secuencia de la ola gigante demuestra tener un pulso milimétrico para la tensión, pero de poco sirve esto en un momento tan aislado, en una película donde casi todo está contando de manera realmente plana y aburrida.

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Un servidor, que compró aquello que Nolan proponía en Orígen, no por creérmelo sino porque dentro del propio juego de la película su director lo plasmaba de una manera que el espectador podía entenderlo fácilmente y ser partícipe de ello, no puede sentirse más avergonzado con la conclusión final de Interstellar. Es más, no puedo evitar estallar en una tremenda risotada cuando confirma aquello que veíamos venir y que no creemos que acabará consumando por lo delirante y absurdo de la propuesta. Una vez más, Nolan se vuelve a apoyar en esa teoría del amor por encima de todo para dar explicación a toda su película. Las intenciones claramente son aportar un fuerte componente sentimental a la película, buscar la emoción del espectador dentro de una explicación del raciocinio. Pero Nolan no parece saber entender aquello del corazón tiene razones que la razón no entiende. No hay lugar dentro del planteamiento de su película para una conclusión tan descabellada, y sí, ridícula.

Artesano visual, es cierto que Interstellar es todo un despliegue de magnificencia visual. No llega a los niveles que planteaba Alfonso Cuarón en Gravity, porque Cuarón, más inteligente que Nolan, no dejaba que una mala historia destrozase una experiencia que iba más allá de lo que contaba. Gravity tenía un guión flojo, que únicamente servía como apoyo para una película que desarrollaba todo a partir de la experiencia visual. Pero Nolan apuesta por hacer una película mucho más profunda y grandilocuente de lo que hacía Cuarón, y le sale mal. Es por eso que poco importa la impresionante fotografía de Hoyte Van Hoytema, que ya demostró en Her o El topo que es uno de los cinematógrafos más a tener en cuenta durante los próximos años, ni la cuidada dirección de producción que tiene la película, o como comentábamos, la estupenda, y pésimamente utilizada banda sonora de Hans Zimmer. Sí, todo esto es impresionante, pero se encuentra en un mal marco, en una película que es realmente mala, porque Christopher Nolan, ese director que hasta ahora no había hecho un mal filme, muere dentro de sus pretensiones. Firma un pésimo guión, entre otras cosas, porque por primera vez se olvida del espectador a la hora de escribir… O piensa demasiado en qué es lo que quiere esa fanaticada que le sigue ciegamente y lo lleva hasta un límite que no sabe redondear. Lo peor que le puede pasar a Nolan es morir de éxito, que nadie le remarque sus fallos y le aplaudan ciegamente. Porque que este director con talento haga una mala película, no es algo realmente malo, tantos otros grandes directores han hecho malas películas antes que él, sino que ese amor ciego que le profesan no le permita ser consciente de los terribles errores que comete en Interstellar. Amad a Nolan, pero por favor, no améis ciegamente a Nolan.

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Ficha técnica:

Título Original: Interstellar Director: Christopher Nolan Guión: Jonathan Nolan, Christopher Nolan Música: Hans Zimmer Fotografía: Hoyte van Hoytema Reparto: Matthew McConaughey, Anne Hathaway, Jessica Chastain, Bill Irwin, John Lithgow, Casey Affleck, David Gyasi, Wes Bentley, Mackenzie Foy, Timothée Chalamet, Topher Grace, David Oyelowo, Ellen Burstyn, Michael Caine, Matt Damon Distribuidora: Warner Fecha de estreno: 07/11/2014