La buena mentira – Un irregular retrato social | La Cabecita

THE GOOD LIE

Hace unas semanas debatía con un amigo sobre una película determinada que trataba la temática de la inmigración. Él opinaba que películas de esta clase eran muy positivas para ver “que los inmigrantes no son tan malos como mucha gente piensa”. Yo creo que si el propósito último de una cinta es redundar sobre algo tan obvio y que no debería admitir duda en la cabeza de cualquier ser humano con dos dedos de frente, mejor sería no haber iniciado siquiera la producción; al fin y al cabo, quien no haya querido ver lo evidente hasta ahora no va a cambiar de opinión por una trama de ficción, ¿no?

Por desgracia, mi experiencia me indica que la mayoría de los filmes que tratan el tema de la inmigración caen en la complacencia del maniqueísmo, y mis perspectivas previas a ‘La buena mentira’ no eran más que ver “más de lo mismo”. Sin embargo, en ocasiones aparecen cineastas competentes capaces de desarrollar tramas decentes. La buena mentira no se limita a mostrar personajes compungidos que necesitan asistencia social y que traten de despertar las emociones sensibles del espectador por la vía rápida, como tantas otras películas del género; desafortunadamente ello también acaba llegando aquí, pero durante los primeros treinta minutos la trama se cuida de desarrollar los orígenes de los damnificados, de indagar las causas que han provocado la endeble situación a la que se ven abocados los protagonistas.

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El éxito de esa primera media hora no se concibe sin la precisa dirección de Philippe Falardeau, quien le dota a la cinta de una admirable solidez y muestra con sumo realismo las penurias que sufren los chicos en su travesía, representando sin tapujos la crudeza del hambre y la inanición que tienen que afrontar. No parecía dispuesto el director canadiense a abandonar completamente en su entrada a Hollywood la mirada crítica que adoptó en su anterior película, Profesor Lazhar, en la que ya experimentó con éxito la evolución de distintos personajes acorde a la tragedia con que se iniciaba el filme.

La trama de La buena mentira se ubica en el desamparo de los refugiados sudaneses que huyeron hacia Kenia ante los conflictos bélicos que asolaban su país. En 1983, se reabrió en Sudán una etapa de terror que por momentos había parecido quedar atrás. La Guerra Civil Sudanesa, iniciada en 1955 a causa del dominio que la región musulmana del norte ejercía sobre la región de cultura subsahariana del sur, había alcanzado una tregua en 1972, pero esta no fue más que un trozo de papel mojado, pues los norteños continuaron atacando a sus vecinos del sur con frecuencia. Fruto de esta reapertura del horror en su más honda esencia, unos pobres niños se ven obligados a entender que existe mundo más allá de las fronteras de la aldea en la que siempre vivieron, y deben cruzar durante meses los desiertos para llegar a un campamento de refugiados en Kenia, donde vivirán los siguientes trece años.

Sin embargo, cuando la trama experimenta el salto temporal de trece años que nos presenta a los protagonistas adultos desaparece el ingenio, al menos aquel que hacía de esta una película necesaria. Los protagonistas son enviados a Estados Unidos, donde recibirán asistencia para encontrar vivienda y trabajo. El personaje responsable de su supervisión, interpretado por Reese Witherspoon, es la mayor deficiencia de la obra, y ya desde su primera aparición resulta muy poco alentador: no pocas veces hemos visto a personajes sin interés por los desfavorecidos y desganados en su vida laboral y personal que acaban tomando conciencia de los problemas de los demás conforme avanza el metraje y se producen las debidas interacciones entre los protagonistas. La evolución del personaje egoísta “pero en el fondo de buen corazón” está tan manida en el cine americano que parece que le lloverán piedras al guionista que ose cambiar la hoja de ruta.

La única fémina de los cuatro inmigrantes se ve separada de sus compañeros por cuestiones administrativas y es enviada a una ciudad diferente. Su hermano tratará de conciliar el reencuentro, cuestión complicada dados sus escasos recursos, pero finalmente se alcanza el único desenlace posible, tan previsible como insípido. Ahí debería haber finalizado el filme, pero esta se alarga de forma innecesaria. Llegan noticias desde Sudán de que el amigo al que perdieron trece años atrás mientras cruzaban el desierto ha dado señales de vida en el campo de refugiados que ellos abandonaron. Este último tramo, además de innecesario, es sumamente inverosímil, pues no tiene ni pies ni cabeza que el muchacho se encuentre frente a frente con los dos amigos a los que quería volver a ver en un campo de cien mil refugiados. Sobraban estos últimos veinte minutos, por mucho que sean los que den sentido al título.

THE GOOD LIE

En el apartado actoral, Reese Witherspoon cumple sin muchos alardes; lejos quedan sus reconocidas interpretaciones en Election o En la cuerda floja, aunque aún tiene mucha carrera por delante para volver a sorprendernos. Los tres actores de raza negra que interpretan a los inmigrantes cumplen con plausible sobriedad.

La buena mentira se resiste a ser sólo una película más sobre inmigración por sus espléndidos primeros treinta minutos, pero uno no deja de lamentarse nunca en estos casos de que el nivel no se mantuviera durante el metraje restante.

Ficha técnica:

Título original: The Good Lie Director: Philippe Falardeau Guión: Margaret Nagle Música: Martin Leon Fotografía: Ronald Plante Reparto: Reese Witherspoon, Corey Stoll, Sarah Baker, Sope Aluko, Sharon Conley, Mike Pniewski, Arnold Oceng, Clifton Guterman, Ger Duany, Emmanuel Jal, Kuoth Wiel, Femi Oguns, Lindsey Garrett Distribuidora: eOne Spain Fecha de estreno: 03/10/2014