Festival de Sitges – Día 2 | La Cabecita

Tras un primer día un poco accidentado y una programación irregular, podemos decir que el segundo ha sido una buena jornada. Castores zombi, animación stop-motion o sangre y casquería con el sello de Álex de la Iglesia son algunos de los ingredientes de un día bastante completo.

Young ones:

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Hemos empezado el día con la segunda película de Jake Paltrow. Un western crepuscular cubierto por la alargada sombra de Mad Max y liderado por Michael Shannon. La historia no es novedosa: en un futuro distópico una terrible sequía ha convertido el agua en un recurso de gran interés. Paltrow se sirve de este contexto para articular un relato sobre la madurez y el crecimiento personal relacionado con el entorno reflejado en el personaje de Jerome, el hijo del personaje de Michael Shannon. Una historia sólida que Paltrow estropea con pequeños detalles como un excesivo uso épico de la banda musical y una aparente torpeza a la hora de cerrar la historia que alarga demasiado la película y empeora el resultado final. Paltrow lleva al personaje de Jerome a una encrucijada en la que debe elegir entre dos caminos… y elige los dos, quedándose a medias en el primero y precipitando la resolución del segundo. Esta aparente impaciencia a la hora de cerrar la película deja un amargo sabor de boca, desaprovecha una oportunidad de crear una película redonda. Estos pequeños defectos de forma no impiden que sea una de las películas del festival.

Musarañas:

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Debut en la dirección en un largo de Juanfer Andrés y Esteban Roel, que ya colaboraron en el cortometraje 036 junto a Carolina Bang. Un debut irregular con una película muy disfrutable cuando se pone gamberra (aquí se nota la mano de Álex de la Iglesia en calidad de productor), pero que pierde bastante cuando se pone seria o introspectiva. Una pena que los directores echen el freno cuando la locura aflora en la película, pues las dosis de casquería, sangre y violencia dan aire a la película convirtiéndola en un pasen y vean muy disfrutable en el que Macarena Gómez sobresale bordando el papel de integrista religiosa que se ve obligada a ser madre, padre y hermana mayor de su hermana pequeña. Un personaje con un pasado tan evidente que no se entiende que los directores quieran justificarlo de una manera tan tópica. Afortunadamente, la balanza al final se inclina más por el peso de la locura, quedando como resultado final un auténtico despropósito muy apetecible.

Pos eso:

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Debut en el largo de Samuel Ortí Martí (Sam) con tantas cosas positivas como negativas. La animación stop-motion con una técnica impecable se queda vacía por culpa de un guión bastante irregular que termina pareciendo una colección de referencias (Critters, Hellraiser, Alien, Gremlins…) trufada con tantos cameos que ni en los Torrente de Santiago Segura. Empieza con mucha fuerza con un prólogo que bien podría recordar a Indiana Jones (o Tadeo Jones si le buscamos un parecido nacional y de animación) para terminar derivando en un homenaje excesivamente largo de El exorcista. Aquí radica la mayor pega de la película, tanta referencia a otras películas y personajes famosos resta personalidad a la cinta que evidencia que pasar del cortometraje al largo es un camino complicado.

Zombeavers:

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Una de las locuras del festival: castores zombis. Es inevitable acabar en una película que une esas dos palabras en una misma frase. Y como no podía ser de otra manera, es una gamberrada bastante exagerada. Un paso más en el género de los zombis que sigue expandiéndose y restando terrenos por explorar. Uno de los méritos de Zombeavers es que parece ir un paso más allá que Ovejas asesinas, una obra que ya convertía a un animal aparentemente inofensivo en una violenta especie asesina. Si con las ovejas parecía que habían echado un poco el freno, en Zombeavers han dado rienda suelta a su imaginación, quedando como resultado final una mezcla de sexo y sangre que va aumentando a medida que evoluciona la historia. Nada en esta película tiene desperdicio, desde el filme en sí, pasando por la canción estilo crooner de los créditos hasta una secuencia post-créditos que puede avanzar una especie de segunda parte spin off más loca todavía.

Cub:

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Y cerramos el día de mala manera con la efectista, pero vacía, Cub de Jonas Govaerts. Un relato sobre la no adaptación a nuestro entorno y una huída hacia adelante para encontrar nuestro lugar. Cub es una película que cuida el aspecto visual, pero se pierde en una trama aparentemente sencilla, pero que termina con un pequeño rompecabezas bastante desconcertante. Es una pena que cedan la mayor parte de los esfuerzos en el aspecto técnico y se olviden tanto de los aspectos narrativos. Ni la historia es sólida ni los personajes están bien construidos. Los vacíos de guión y la rigidez de unos personajes demasiado arquetípicos son tan exagerados que cuesta entender el desarrollo narrativo que pretende el director. Al final, Cub queda como un quiero y no puedo de una historia que ya nos han contado mil veces y a la que le falta un punto de vista más íntimo y personal.