Entrevista con Manuela Velasco, protagonista de [•REC] 4 | La Cabecita

Este viernes llega a las pantallas [•REC] 4, última entrega de la famosa saga de terror española, que además supone también el punto y final. Con motivo del estreno, estuvimos hablando con su protagonista Manuela Velasco.

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¿Cómo ha ido evolucionando tu personaje a lo largo de la saga Rec?

Toda la saga transcurre en muy poco tiempo. Por lo que a mi personaje no le da mucho tiempo a evolucionar. Pero lo que vive Ángela en unas pocas horas es mucho. Había algo que a mí me preocupaba mucho que era el paso de los años en Manuela. Donde empieza la cuarta entrega, es unas horas después de lo que pasa en las dos primeras, y la primera la empezamos a rodar en 2006. Han pasado ocho años. Yo pensaba en como lo íbamos a justificar físicamente, porque yo no estoy igual. Pero con el recorrido y teniendo en cuenta que Ángela se ha visto encerrada en esta situación, ha sido infectada, ha tenido el parásito, le ha pasado todo lo que le ha pasado… Por ahí me tranquilice. Después de esta bajada a los infiernos de Ángela, es justificable que físicamente esté distinta. Es cierto que hay una poca de evolución en el personaje, la que empieza es una chica que está haciendo una entrevista y se ve atrapada en la pesadilla, y a partir de ahí creo que va pasando por diferentes etapas. Primero se encuentra con el reportaje de su vida. Y antes de que suceda todo lo que al final es, ella ve la oportunidad de que un día tonto cubriendo la vida en un parque de bomberos se puede convertir en un reportaje estrella que puede colocarla en un lugar importante en el mundo de la comunicación, y además sale su vena de periodista buscando la noticia. Incluso el más desagradable, buscando el mal gesto, enfrentándose a las autoridades para ello. Su vena más ambiciosa, la de voy a sacar un reportaje de la leche. Pero luego todo eso se va de las manos y se convierte en una víctima de la situación. Más tarde se convierte en la mala, y ahora es rescatada y resulta que no es rescatada. Es la única superviviente, pero no la rescatan, la llevan a una pesadilla peor y tiene que enfrentarse no sólo al virus sino a todos los humanos. El cambio creo que es, que se da cuenta de que nadie va a salvarle la vida y que tiene que salvarse ella sola, no puede contar con nadie. Es una chica inocente que entro en un lugar y sale una persona muy maltratada y muy cabreada, con mucha ira porque ha sufrido un abuso de poder tremendo. Para mí la frase clave que resume un poco todo es: «Que me dejen en paz», la que le dice al doctor. Yo no quiero que me salven, me salvo yo, que me dejen en paz.

Ángela es una luchadora, ¿te has tenido que preparar físicamente de alguna manera?

Creo que uno de los aciertos de la saga es que menos los bomberos que había al principio, que por su trabajo sí que tenían un componente de héroes. Todos los demás, los vecinos, Ángela, Pablo… son personas que no están preparadas físicamente ni emocionalmente para lo que se les viene encima. En el aspecto físico yo durante el rodaje me he enfadado mucho con Jaume (Jaume Balagueró, director de la película), diciéndole: «Oye, esto se avisa, porque lo paso mal». Porque yo no soy deportista, no hago ningún tipo de entrenamiento y físicamente lo he pasado mal. Pero creo que es bueno, porque Ángela no es una persona que está preparada para eso. De hecho, cuando ha habido secuencias que salían bien, a Jaume no le valían, porque no tenía que parecer fácil para ella, porque no sabe escalar, no sabe trepar, no sabe saltar… no sabe. Ella va huyendo, escapando, sobreviviendo, pero no sabe. No es una supermujer, es una chica que hace lo que puede. Físicamente no estaba preparada. Sí que hubo algo que a mí me sorprendió al ver la película, sobre todo al final, cuando vuelve a aparecer la camiseta, que yo me veía el cuerpo y yo no creía que fuera yo. De hecho, le pregunté a Jaume, hay algo de encuadre de cámara o de luz que hace que parezca más poderosa y más fuerte de lo que soy. Y no hay nada de eso, pero es que el entrenamiento del propio rodaje ya me fue poniendo en forma.

¿Cómo ha sido trabajar con el resto del reparto?

Para mí es muy divertido, porque yo he estado en todas las películas y he compartido cada película con un casting nuevo. Y ellos llegan con la experiencia de haber visto las película pero no de hacerlas. Y a mí me hacía mucha gracia cuando venían todos los actores con el texto muy aprendido y los personajes muy pensados. Y el guión es cogerlo y romperlo porque apenas tenía nada que ver. Y también me gusta que venga gente que no está muy familiarizada con el género, porque el género como interpretación está bastante denostado, porque mucha gente lo resume como jadear y dar gritas y no es tan fácil hacer una película de terror. Y entonces se dan cuenta de que hacer esto es muy difícil, y es que no es una tontería como piensa la gente. Además, vives otra vez la ilusión de la primera vez de los demás, enfrentarse a estas situaciones que no se viven normalmente en España, porque no se hacen muchas películas así. Y flipan con todo, con el maquillaje, con los infectados… Y es muy bonito verlo en los demás.

¿Qué ha sido para ti lo más difícil de interpretar a Ángela?

Lo más difícil de toda la saga me ha parecido hacer esta película. Porque las otras por la forma de las que las rodamos que fue en orden cronológico y había mucho plano secuencia con la cámara en mano, permitía que hubiera mucha improvisación. Hacíamos secuencias muy largas que permitían ir viendo lo que estaba pasando y ponerlo en el cuerpo. Reaccionar a lo que pasaba porque lo tenías. En cambio ésta se ha rodado al uso, plano, contraplano, ahora cortamos y hacemos el plano largo, el plano medio… Y siempre cortar y vuelta a empezar. Además en el barco, que era un sitio donde no te podías preparar de ninguna manera porque no había espacio. En el edificio antes de rodar las escenas te subías las escaleras cinco veces, podías cerrar una puerta y hacer lo que necesitases para prepararte. Pero aquí, estábamos todo el equipo encerrados en un metro cuadro y no había manera físicamente de ponerlo en el cuerpo y me parecía todo muy falso, desde la frialdad absoluta. Tenías que pasar de 0 a 100 en lo que dices acción. Hasta ahora en todas las Rec lo que sucedía lo estaba viendo, ahora yo estaba viendo una cámara y no tenía ni siquiera al compañero dando la réplica. Lo más difícil ha sido hacer esta película entera.

¿Y de hacer terror en general?

En toda la saga, siempre ha habido una parte del personaje con la que yo no he estado de acuerdo. La parte histérica que tiene Ángela y se va de tono, ya que es algo que nunca haría. Me costaba mucho confiar en Jaume y Paco, porque siempre quieres luchar por tu manera de hacerlo y verlo, pero tienes que desprenderte de ello, asumir que es su película, que es su personaje, el personaje que ellos han imaginado y las secuencias que ellos han imaginado. Meterme en la situación me resulta fácil, y empatizo bien con el terror y me asusto con facilidad. Lo que a mi me cuesta es ir en contra de lo que a mí me sale, me cuesta en el set, y me cuesta luego viéndolo. Al final, yo no soy importante, porque no es ni mi película, ni mi historia, ni soy yo, es Ángela, y la Ángela que han imaginado ellos es así. Lo más difícil es rendirme a eso. Pero tienes que ser obediente.

¿Vas a seguir haciendo terror, o vas a buscar otros proyectos?

Menos en teatro, yo no genero mis propios proyectos. Ojalá pudiera elegir. Lo que venga… ya veremos. Es verdad que durante el periplo de Rec me han llegado muchas películas de terror y no las he querido hacer porque no me gustaban. Es verdad que el terror está muy lleno de tópicos, y una de las cosas que me gusta de Rec es que no es así. Hacer una película de terror que es un tópico detrás de otro, no me apetece.

En el cine de género y también la saga de Rec están protagonizadas por mujeres fuertes, esto es habitual en el cine de género, pero en otros géneros comerciales no pasa tanto, cuesta ver papeles de mujeres fuertes, ¿qué hay que cambiar para que eso llegue?

No lo sé… Y a medida que vas cumpliendo te vas diciendo: «Si ya tengo que dejar de ser la vecinita simpática, la novia joven… van quedando cada vez menos oportunidades». Es el gran drama de las actrices en general, sobre todo a medida que vas cumpliendo años. No lo sé, pasa en el teatro también. En alguna entrevista me han preguntado, que qué personaje de qué película me hubiera gustado hacer y era muy curioso porque al responder siempre me aparecía la película, pero al pensar los personajes, todos los personajes que me gustaban eran los de los hombres, pero me hubiera gustado estar en esa película. El de la mujer estaba bien, pero el que tenía chicha era el hombre. No sé lo que tiene que pasar. Que se animen a escribirlos. En el mundo hay mujeres y hombres y las mujeres tienen historias interesantísimas que contar y no tienen por qué ser historias de mujeres, historias de la vida… No sé lo que tiene que cambiar. Si tuviera la respuesta la publicaría a los cuatro vientas y trataría de convencer a todo el mundo.

Todo el mundo nos hemos quedado con ganas de verte a ti y a Leticia Dolera haciendo equipo y luchando contra los zombies, ¿te gustaría hacerlo?

Yo no la había pensado, porque es la última y es la última, y está clarísimo en Jaume y en mí también. Pero cuando presentamos la película en Sitges, que había una exposición de toda la saga, vinieron Paco y Leti y Leti empezó a gritar diciendo: «¡No puede ser! ¡Tenemos que hacer una las dos!» Y yo que tengo claro que no va a haber más, cuando me lo decía Leti decía, claro, es verdad. Pero no creo que la hiciéramos sin Jaume y Paco. Esto es un trabajo muy de equipo y sin Jaume y Paco que creo que tienen muy claro que hasta aquí se ha llegado no creo que hiciéramos otra Rec. Aunque nos encantaría currar juntas.

¿Cómo se asimila el cambio de ser periodista a ser un icono femenino del cine de terror?

Yo no era periodista, yo siempre he sido actriz. Y los inicios de una carrera de actor son muy variopintos. Yo estaba trabajando poniendo copas y me dijeron que hacían un casting para Los 40 porque querían ver actores porque estaban buscando a alguien con desparpajo. Esa noche trabajé y casi sin dormir me fui al casting. Era una cosa que tampoco deseaba mucho, y eso ayuda, porque cuando deseas mucho una cosa, las pruebas te atenazan, ese deseo de querer hacerlo tan bien te paraliza. Sin embargo, yo estaba súper relajada, porque sentía que la cosa no iba mucho conmigo. Me cogieron y vi una oportunidad de tener un trabajo más cómodo que me permitía seguir estudiando para actriz. Eso se extendió ocho años y la gente se creyó que era periodista y que habían cogido a una periodista para protagonizar Rec. Durante Los 40 yo hice un culebrón entero que se llamaba Génesis: Venganza de amor, que lo veía mucha gente, pero ningún periodista lo ha visto, ¡y duró más de 200 capítulos!. Es verdad que lo que pasó con Rec, que fue la primera oportunidad que a mí me dieron de hacer un personaje muy protagonista, fue algo sorprendente, pero no sólo para mí como actriz, sino para todo el equipo, porque esto nació como un experimento que no se sabía ni se iba a estrenar, ni se le iba a interesar a alguien. Creíamos que nos iban a masacrar.

Y te llevaste un Goya, por una película de género…

Era sorprendente todo. Veníamos de Sitges, que nos dieron el Premio de la crítica y del público, esos dos juntos era rarísimo. Y encima, dirección y actriz. Pensábamos que estaban todos locos, pero claro, es normal, es Sitges, están todos locos. Pero cuando me nominaron al Goya por una película de género… nadie nos lo creíamos, y mucho menos creía que pudiera ganarlo. Estaba Gala Évora que había hecho a Lola Flores, y Bárbara Goenaga que me parece una gran actriz. Y de repente… No sé, no lo sé explicar, sorpresa máxima. También era por eso, es una película de terror, ¡si nadie se lo toma en serio!

Tu tía (Concha Velasco), ¿cómo ha visto que te convirtieras en un icono de género?

Mi padre que es cámara y es muy clásico, de hecho empezó con Luis Buñuel en Viridiana y es de los que ha llevado manivela toda la vida, encuadre clásico, ha trabajado en Los santos inocentes, La colmena… Y cuando yo hice la película ya era bastante mayor, tenía 31 o 32 años y mis padres sufrían porque veían todo lo que yo ponía para conseguirlo y que no lo conseguía. Y cuando hice la primera, estaban muy emocionados porque la niña había conseguido hacer una película. Cuando les llevé a un pase de la película, mi padre salió del pase espantado y me dijo: «Os lo habréis pasado muy bien, pero esto no es una película». Mi padre que era cámara clásico y aquello, que no se veía nada y nada estaba enfocado… Ahora nos reímos, el otro día la pusieron en la televisión y mis padres la volvieron a ver, y me dijo ahora con el paso del tiempo… Mi tía era muy fan del culebrón. Yo creo que todos fliparon, pero no sólo conmigo, sino también con la película, que hubiera colado.