Boyhood (Momentos de una vida) – El milagro de la vida | La Cabecita

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Puede que Richard Linklater nunca haya sido reconocido como el gran cineasta que es, algo que resulta curioso, porque es un tipo que desde sus inicios ha explorado el séptimo arte buscando nuevas formas de narración, haciendo de su filmografía una de las más osadas e interesantes de los últimos años. Pero Linklater es, además, uno de los mayores estudiosos del comportamiento humano y de las relaciones personales que ha dado el cine. Lo pudimos observar desde sus inicios en la interesante Movida del 76, una película con ecos de American Graffiti en la que trazaba un interesante puzzle acerca del comportamiento adolescente en ese último día de clases, y es que al igual que hiciera George Lucas, el cineasta se adentraba en su vivencia personal para componer una fantástica película. Pero con su siguiente película fue un paso más allá, con ella y, por supuesto, con sus consecuentes secuelas. La saga Antes de… son tres películas maravillosas que por supuesto funcionan por si solas, pero que en su conjunto, se convierten en un sobresaliente análisis acerca de las relaciones según las diferentes edades de sus protagonistas. No es que Jesse y Celine sean dos personajes increíblemente seductores, sino que además, el comportamiento de estos está perfectamente evolucionado de forma consecuente con su edad en las respectivas Antes del atardecer y Antes del anochecer. En ellas, ambos, se enfrentaban a sus problemas personales según la edad, el flechazo veraniego en la primera, la necesidad de estabilidad en la segunda, y la forma de tratar de sacar adelante un matrimonio en la tercera.

Resulta por lo tanto lógico que un cineasta como Linklater se haya acercado a un proyecto como Boyhood. La fuerza del mismo no está en la manera de rodarla, a la que no hay que quitarle mérito, porque sin duda es un trabajo de ahondamiento a lo largo de los años, y es que, durante 12 años, el cineasta rodó un mes al año con los protagonistas de la película para mostrar el crecimiento de sus personajes. No es esto algo realmente novedoso, es algo que se ha tocado por ejemplo en la saga de documentales Up, e incluso podríamos decir que ciertas sagas como Harry Potter, referencia constante en la película de Linklater (no por mera referencia cultural) han explorado con este hecho. El tema es que nunca nadie había sido capaz de mostrar la evolución de un ser humano con la precisión y la belleza que Boyhood lo hace. Una película que sí, está rodada a lo largo de 12 años, pero por una cuestión mucha más sencilla, porque es necesario hacerla así, no sólo para dotarla de realismo, sino para también labrar un retrato generacional preciso, ya que la evolución no está únicamente en los personajes, sino también en la sociedad que les rodea.

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Boyhood es una película sencilla, simple, ambientada en el seno de una familia desestructurada, al fin y al cabo, esto es a día de hoy la norma y no la excepción. El espectador se acerca a la figura de ese muchacho que al empezar la película es simplemente un chaval que juega con su Game Boy y no entrega sus deberes porque la profesora no se los pide, y al acabar está marchando a la universidad, víctima del primer desamor, tratando de descubrir la nueva vida que le espera. Y la excelencia de Boyhood llega precisamente en ese camino trazado. Linklater recopila la vida de este muchacho, a través de pequeños momentos puntuales a lo largo de su existencia, pero estos momentos están tan universalizados que todos los conocemos, desde la pasión, a las primeras amistades fuera de casa, el primer sorbo de alcohol, la primera relación sexual, etc. Porque la vida de Mason no es nada excepcional, se enfrenta, simple y llanamente a aquello que todo ser humano sufre a lo largo de su existencia. Precisamente su no excepcionalidad es lo que hace excepcional a una película, cuyo montaje hace que fluya de manera completamente natural, con esas elipsis de años enteros, casi imperceptibles de no ser por el drástico cambio físico del protagonista y su hermana. De su crecimiento, pero también del envejecimiento que sufren sus progenitores, especialmente una excepcional Patricia Arquette, que según las arrugas que se van formando a lo largo de la película, cada una de éstas parecen el reflejo de cada uno de esos golpes que ha recibido.

Pero yendo más allá, Boyhood es ante todo, una película de una época. Porque Boyhood podría haberse rodado en cualquier momento durante la historia del cine, pero ésta habría completamente distinta, puesto que Linklater apuesta por un minucioso retrato generacional, donde las referencias populares son muy necesarias para seguir la evolución del día al día de los protagonistas. Tan sutiles como un videoclip de Lady Gaga o un cortometraje de Will Ferrell, el estreno de una nueva película de Harry Potter, o la discusión (años antes del anuncio) sobre el error que sería una nueva saga de Star Wars justo después del estreno de La venganza de los Sith o la campaña de las elecciones entre Obama y McCain. Tan maravillosas como una banda sonora perfectamente estudiada, que no por casualidad empieza recitando eso de “Look at the stars, look how they shine for you, and everything you do.” con Yellow de Coldplay y termina en “Here, in my place and time, and here in my own skin, I can finally begin.” o lo que es lo mismo, Deep Blue de Arcade Fire, y que en su camino se encuentra con temas tan perfectamente metidos como Do you realize? de The Flaming Lips, Beyond the horizon de Bob Dylan o Somebody that I used to know de Gotye.

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Téngalo claro, Boyhood es una obra magna, sí, sin lugar a dudas una de las películas más brillantes que el cine americano ha entregado en los últimos veinte años. Pero no se confundan, el milagro de la película, porque Boyhood es ante todo un milagro, no está en la forma de la que se rodó. Esto es sólo un método preciso que colabora a su grandeza, un simple, y necesario medio narrativo que ayuda a explicar todo. El verdadero milagro de Boyhood se encuentra en lo que cuenta, en cómo lo cuenta, y en la naturalidad con la que consigue que todo pase en ella. Porque lo que se ha limitado a hacer Richard Linklater en Boyhood es a mostrarnos la vida de una forma que ningún cineasta había sido capaz de hacer con anterioridad. Lo hace a los ojos de Mason, al que da vida un Ellar Coltrane cuyo casting no podía haber sido más acertado cuando Linklater lo encontró a tan temprana edad. Pero realmente, los ojos de Mason, podían ser los nuestros, los de cualquiera, esa conversación andando en bicicleta sobre si debe ir a una fiesta, en un plano larguísimo que simplemente acompaña a los muchachos y que parece una versión pre-púber de Jesse y Celine, podría haber sido una conversación que hubiéramos mantenido cualquiera. Y ese es el milagro, el milagro de la vida que es Boyhood.

Ficha técnica:

Título original: Boyhood Director: Richard Linklater Guión: Richard Linklater Fotografía: Lee Daniel, Shane Kelly Reparto: Ellar Coltrane, Patricia Arquette, Ethan Hawke, Jordan Howard, Lorelei Linklater, Tamara Jolaine, Tyler Strother, Evie Thompson, Tess Allen, Megan Devine, Fernando Lara, Elijah Smith, Steven Chester Prince, Bonnie Cross, Libby Villari, Marco Perella, Jamie Howard, Andrew Villarreal, Shane Graham, Ryan Power, Sharee Fowler Distribuidora: Universal Pictures Fecha de estreno: 12/09/2014