El árbol magnético – Amor hitchcockiano | La Cabecita

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Hay películas destinadas a entrar en ti con una facilidad especial por su adscripción a un determinado género o subgénero. Yo tengo predilección por las películas de amor no ya no consumado, sino ni siquiera expresado. Amores que bullen dentro de almas torturadas por convenciones, complejos o apriorismos que les impiden no ya conquistar, sino tan siquiera expresar su amor. Qué le voy a hacer si soy así de retorcido. 

Si bien es menos redonda e indiscutiblemente más sosa que Lo que queda del día o Ficción (esa obra maestra cuasidesconocida de Cesc Gay con la cual me parece a mí que ésta guarda alguna deuda), El árbol magnético puede etiquetarse sin reparos dentro de la misma categoría: cine de amor inconcluso que además no se encuentra por ninguna o casi ninguna parte en una lectura desatenta de sus diálogos, sino que hay que escudriñar en miradas, gestos, silencios. En este sentido, el cine de amor no consumado y no expresado constituye un género donde la labor del director (en esa captación de miradas, gestos, silencios furtivos) resulta todavía más importante que la del guionista, y lo dice alguien que concibe el guión como el elemento más crucial dentro de cualquier emprendimiento cinematográfico. ¿Será quizá este cine de amor no consumado y no expresado el único capaz de reventar la regla según la cual ningún director, por bueno que sea, puede arreglar una mala labor del guionista?

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Con esto no estoy diciendo que el guión de El árbol magnético sea malo. Fruto del talento de la propia directora (la gallega Isabel de Ayguavives, quien gracias a este -salvo error u omisión- primer largometraje nos imbuye la decidida intención de seguir su trayectoria en adelante), se trata de un texto donde abunda un diálogo costumbrista y solo aparentemente intrascendente que sirve como contrapunto a la tormenta interior de los dos amantes, en quienes gradualmente vemos crecer la desazón de un amor imposible, o en todo caso uno que ellos no saben o no pueden hacer posible. Y estos diálogos son magníficamente declamados por una serie de actores que hacen gala de un naturalismo muy loable y convincente en casi todo momento, coadyuvando así a la creación del tono amable y sin embargo algo inquietante y triste del filme.

Numerosos miembros de una familia bien avenida se reúnen para pasar un fin de semana en la casa de campo que acaban de vender, sirviendo por tanto ese tiempo en común como fiesta de despedida del inmueble, vivienda de la que podemos decir eso tan manido de que se trata de un personaje más de la película. Y seguimos las conversaciones entre ellos sin excesivo interés y algún aburrimiento sin que nos importe demasiado no interesarnos y sin que nos importe demasiado sí aburrirnos, ya que sabemos que el ruido de fondo está en las miradas y las sonrisas que, entre el temblor y la elocuencia, entrecruzan Nelita y Bruno, quienes ignoramos si al final serán o no capaces de hablar de lo suyo y de dar rienda suelta a lo que es imparable aunque quizá nunca llegue a arrancar. En este sentido, El árbol magnético es una excelente película de suspense. También lo son Ficción y Lo que queda del día. No hay cosa más hitchcockiana que el amor.

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Como decíamos, este suspense (insinuado en el ruido de fondo de los asados, el vino y las guitarras más prescindibles) no podría ser logrado sin una muy interesante labor de puesta en escena por parte de una prometedora cineasta, o sin la excelente interpretación de sus protagonistas. El español Andrés Gertrudix está muy solvente como Bruno, pero resulta imposible esquivar la realidad: la chilena Manuela Martelli roba el espectáculo y se adueña de la cámara, que la idolatra deleitándose en su rostro sereno, natural, armonioso. Toda la película está en su forma de mirar a Bruno responsablemente, calladamente, muerta de amor. Qué extraordinaria actriz y qué honda certidumbre comunica al espectador, consciente de estar haciendo algo correcto y ejemplar al quererla, algo de lo que presumir. Solo Audrey, y muy pocas más, lograron eso, esa especie de envidia sana (si la hubiere) en las mujeres, esa suerte de deseo noble (si existiera) en los hombres. Salí del cine con la más firme determinación de ser testigo de todas sus apariciones fílmicas presentes y futuras. Verla es quererla, y haríais muy mal en no hacerme caso. “Te quemaste”, una mano en el hombro y esas dos siluetas al contraluz: cine puro, en gran parte traído de su mano.

Ficha técnica:

Título original: El árbol magnético Director: Isabel de Ayguavives Guión: Isabel de Ayguavives Música: Nico Casal Fotografía: Alberto D. Centeno Reparto: Andrés Gertrudix, Manuela Martelli, Catalina Saavedra, Gonzalo Robles, Juan Pablo Larenas, Edgardo Bruna, Ximena Rivas Distribuidora: Oliete Films Fecha de estreno: 01/08/2014