El amanecer del planeta de los simios – ¿Tú también, Bruto, hijo mío? | La Cabecita

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Poco se esperaba de ella cuando hace tres años se estrenó El origen del planeta de los simios. Era una precuela que nadie había pedido. La saga estaba completamente olvidada, el intento por resucitarla de Tim Burton fue uno de los puntos más bajos de su carrera. No era una película horrible, soy de los que mantengo que Burton aún en sus peores trabajos es capaz de dar puntos de lectura interesantes, como nos encontrábamos en ésta especialmente en su tramo final y la nueva interpretación que le daba el director. Pero hacía diez años de aquello, y mucho más aún de la fantástica película de Franklin J. Schaffner que llegó a tener cuatro olvidables secuelas y una serie de televisión. ¿Qué sentido tenía ahora resucitar una saga de la que para el recuerdo realmente tan solo quedó la fantástica primera película? Posiblemente no había nadie interesado en conocer la historia de cómo el planeta Tierra llegó a estar conquistado por los simios. Pero aquella película no sólo fue un rotundo éxito, que con 93 millones de presupuesto, gran parte de él dedicado a la extraordinaria labor de efectos de especiales de Wetta Digital que supusieron una auténtica revolución en este campo que injustamente no fue premiado, logró recaudar casi 500 millones en todo el mundo, sino que además también contó con el aplauso unánime de la crítica.

El origen del planeta de los simios era una película de ritmo trepidante y vigoroso. Planteaba de manera muy interesante el germen de lo que sería la película de Schaffner, hablaba con destreza del nacimiento de la inteligencia en estos simios, y mostraba con claridad cuáles serían los motivos que acabarían por dejar el mundo en mano de los monos. Además, incluía uno de los golpes de efecto más alucinantes que hemos visto últimamente en el cine, el momento en el que César hablaba, aunque únicamente fuera para decir ¡No! Ese momento constituye uno de los efectos más asombrosos que hemos presenciado en estos últimos años.

Esta secuela se sitúa diez años de los hechos acontecidos en la primera entrega. El mundo ha sido prácticamente devastado por el virus que se desató. Sólo unos pocos, inmunes al virus, quedan viviendo en pequeñas comunas en las ciudades, mientras que en el bosque los simios están juntos asimilando todos los conocimientos que han ido aprendiendo en este tiempo y formando una civilización muy similar a la humana. Aunque ambas razas viven separadas, el problema llegará cuando los humanos deban de reparar una presa que se encuentra en el bosque que ocupan los simios, lo que desatará un conflicto entre ellos.

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Ya desde el principio, El amanecer del planeta de los simios comienza de manera extraordinaria. Sus primeros veinte minutos se usan para explicar hasta qué punto han llegado los monos en estos diez años. No lo hace recurriendo a ningún recurso narrativo, que podría haber sido lo más sencillo, sino observándoles de forma casi documental durante su actividad diaria. Les vemos cazar, comunicarse, protegerse. Vemos el significado que ha tomado para ellos la familia, la enseñanza y la amistad. Resulta asombroso ver esto en primera instancia, además, la decisión de hacer que los monos no se limiten a hablar el lenguaje humano desde el principio no podía ser más acertada. Muchos de ellos se han criado con humanos, usan su sistema de escritura, y saben usarlo y comunicarse con él, no sin ciertas dificultades. Ver a los animales comunicarse con una especie de lenguaje de signos, pero teniendo pleno conocimiento de la comunicación como base esencial para el funcionamiento de esa civilización, es uno de los mayores aciertos de este primer tramo.

Y es que si algo es El amanecer del planeta de los simios es una película sobre los simios. Los humanos, como ocurría en la película de Schaffner, ya han quedado relegados a un segundo plano, abocados a la extinción. Se puede decir que en este plano los personajes humanos son los peor parados de toda la película, su construcción no es tan redonda como el perfecto análisis que reciben algunos simios como César, Koba u Ojos azules, pero no hay lugar para ello tampoco. Y por mucho que Jason Clarke no sea James Franco, ni Gary Oldman sea John Lithgow, ni sus personajes sean tan interesantes, lo cierto es que esto no adolece para nada la concepción de la película, sin olvidarnos, además, de que en aquella teníamos el insufrible rol de mujer florero de Freida Pinto que es algo que al menos Keri Russell nunca es. Pero no, esta es una película de simios, personajes todos ellos poliédricos y perfectamente construidos. De hecho, una de las decisiones más radicales de la película y la que da pie a toda la tragedia, está desatada por un simio. Hubiera sido mucho más fácil acusar a los humanos de su propia extinción, pero esta vez no es necesario, porque los humanos son culpables de hacer a los simios a su imagen y semejanza, y ahora son dioses caídos por acciones que les corresponderían a ellos.

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Pero lo más electrizante de la película llega en su hora final, cuando todo da un vuelco espectacular. Es ahí cuando la película suma enteros y llega a una magnificencia poco propia de blockbusters actuales y que no existía incluso en la película original. Porque El amanecer del planeta de los simios es un blockbuster adulto, estudiado, que se aleja del incansable tono oscuro de muchas superproducciones actuales, no por ello perdiendo su carácter de obra madura. Tiene ecos que recuerdan a tragedias shakesperianas, quizá la referencia más clara y visible es la que la comunica directamente con Julio César, pero también encontramos en ella similitudes a MacBeth o Hamlet. Sin perder nunca ese cariz de tragedia clásica, es capaz de virar en un western sucio, donde los monos son los indios que atacan con furia, donde el asalto recuerda al Río Bravo de Howard Hawks, pero con una suciedad mucho más propia de Asalto a la comisaría del distrito 13 de John Carpenter.

Y así, asistimos a una electrizante película que crece hasta consumarse en un clímax final realmente espectacular. Adornada por una perfección técnica que va mucho más allá de los una vez más, deslumbrantes efectos especiales de Wetta Digital, si no sobre todo a la maravillosa partitura compuesta por Michael Giacchino, una composición que además está perfectamente usada, y que resuenan en ella claros ecos a John Williams, volviéndole a destacar como su más digno heredero. No es sólo que El amanecer del planeta de los simios sea uno de los mejores blockbusters de este año, que hasta la fecha, y en compañía de Capitán América: El soldado de invierno, indudablemente lo es, sino que es una película que va más lejos de lo que jamás se había atrevido ir la saga simiesca, no es sólo es superior a la película que dirigiese Rupert Wyatt hace ahora tres años, si no que también, y esto es algo que jamás imaginaríamos, supera con creces a la maravillosa obra que filmó Franklin J. Schaffner en 1968.

Ficha técnica:

Título original: Dawn of the Planet of the Apes Director: Matt Reeves Guión: Rick Jaffa, Amanda Silver, Mark Bomback Música: Michael Giacchino Fotografía: Michael Seresin Reparto: Andy Serkis, Jason Clarke, Gary Oldman, Keri Russell, Toby Kebbell, Kodi Smit-McPhee, Enrique Murciano, Kirk Acevedo, Judy Greer Distribuidora: 20th Century Fox Fecha de estreno: 18/07/2014