La paz – Cuando lo corto se hace eterno | La Cabecita

La Paz

Las películas sobre enfermedades, ya sean físicas o psíquicas, no son precisamente fáciles de hacer. No son fáciles porque se puede caer en el ridículo más extremo o ser un verdadero acierto. En La paz no se llega ni a una cosa ni a otra, básicamente porque el film de Santiago Loza pasa tan desapercibido y provoca un desinterés tal que no conmueve ni avergüenza, simplemente te deja tan frío como un témpano. Esa frialdad de la propia película se traslada a su personaje principal, Liso, un joven al que sale de un hospital psiquiátrico  para volver a vivir con sus padres. No parece que Liso tenga graves problemas, al menos no como para tener que ser internado.

La película de Loza nos cuenta, básicamente, los problemas que tiene Liso para poder relacionarse con gente de su entorno. No lleva una buena relación con sus padres, pues ni él parece quererlos y para ellos Liso es más bien una carga, y tampoco guarda buena relación con su ex novia. Solo hay dos personas, dos mujeres con las que Liso se encuentra verdaderamente a gusto y parece mostrar cierta simpatía. Una es su abuela, que lo quiere y lo cuida y con la que Liso pasa buenos momentos. Y sobre todo, Sonia, la sirvienta boliviana que trabaja en la casa de sus padres. Es con Sonia con quien Liso se muestra más cariñoso y a gusto, ella es la única que parece conectar bien con él. En medio de ese mar de incertidumbre al que está sometido Liso, el director argentino parece querer contarnos algo más, ¿pero qué? Es La paz un relato tan sumamente pausado y plúmbeo que sus escasos 73 minutos parece que pasen el doble de lentos.

15 BAFICI - Los Tentados

La dirección de Santiago Loza, al igual que la película, es lenta e insulsa. No consigue transmitir casi nada el realizador argentino que, sin hacer una mala dirección, no logra calar hondo ni dejar poso. El reparto cumple, aunque no destaca nadie más allá del protagonista Lisandro Rodríguez. No hay absolutamente nada de vitalidad en ningún aspecto de La paz, es una película gélida y catatónica, absolutamente fallida.

Otro de los grandes puntos negativos de la cinta de Loza es la falta de interés que provoca en el espectador, y sobre todo la verosimilitud de lo que ocurre en ella. No se entiende la actitud de Liso ni de su familia, viven lo suficientemente bien como para no tener problemas. Liso no sabe lo que quiere y su familia no sabe qué hacer con él. ¿Por qué? Nos cuesta entender que una familia así, acomodada y sin problemas graves no sepa qué hacer frente a un joven que tampoco parece tener ningún problema excesivamente grave. El tramo final es incluso peor, donde Santiago Loza saca de la chistera una serie de secuencias que no logramos comprende por qué vienen a cuento. Al final no lo soluciona el argentino, nos muestra un epílogo fácil y muy poco creíble para rematar la floja película que en el fondo es La paz.

La paz (1)

Pocas cosas se nos ocurren que puedan ser salvables de esta floja cinta argentina. Podría haber sido una película aceptable si Loza hubiese querido contar algo de verdad más allá de la aburrida historia de este joven “enfermo mental”. La paz podría haber sido interpretada como un film sobre la búsqueda de la serenidad y la calma sobre un muchacho que se siente preso en sí mismo y busca la libertad a toda costa, pero por desgracia solo es un soporífero relato de 73 minutos sobre un joven que no se encuentra a gusto con su familia y busca hacer algo diferente sin saber muy bien qué. Como decimos, La paz es una obra completamente fallida y carente de interés que no aporta absolutamente nada. Lo único bueno que se puede sacar de ella es el hecho de que no perdura en la memoria durante mucho tiempo. 

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