Aprendiz de gigoló – Cómo (no) ser Woody Allen | La Cabecita

FADING GIGOLO

Había una cita al final de American History X que decía algo así como que siempre hay alguien que lo ha hecho mejor que tú, y que si no puedes superarlo, róbaselo y aprovéchate. Es posiblemente lo que haya pensado John Turturro a la hora de afrontar su nuevo proyecto como director.  Turturro estaba tan convencido de que podía hacer una película de Woody Allen, que hasta escribió un papel para el menudo director de Brooklyn, un papel que a seguro que éste aceptó resignado por la amistad que les une, porque si no, uno no alcanza a entender. Para entender lo que ha hecho Turturro hay que imaginar algo complicado. Imagínense por un segundo que viven en un universo en el que existe un pésimo director llamado Woody Allen, éste es un tipo que nos lleva martirizando año tras año con películas horrorosas, no hay forma de que deje de hacerlas. Sus personajes son bastante tontos, sus guiones están llenos de chistes. Ahora que están ubicados en ese universo del que desde luego no quiero formar parte, imagínense que ese Allen maligno de repente se ha quedado sin ideas, empieza a juntar aquellos descartes que desechó por ser horribles para trazar una película. Y ahí, en esa película, es donde el Turturro ha encontrado la fuente para arrancar este Aprendiz de gigoló.

Turturro cuenta con un buen punto de partida para su película, pero ésta nunca llega a aprovechar todo el potencial que tiene la propuesta. Fioravante es un hombre neoyorquino que trata de ganarse la vida como puede, trabaja en una floristería y en una tienda de libros. Es precisamente cuando ésta cierre, cuando se le presente su mejor oportunidad. A su jefe, un extraño tipo que vive con su mujer afroamericana y sus hijos que le llaman “Papa Mo”, su doctora le ha expresado las ganas que tendría de hacer un trío junto a su amante, éste pensará en su amigo para tan fatigosa faena, y no sólo eso, sino que encima hará que incluso acabe cobrando por sus servicios. Aunque reticente al principio, Fioravante comenzará pronto a tener sexo con adineradas mujeres al principio, mientras que su jefe, se convertirá en un proxeneta que también verá tajada en la operación.

FADING GIGOLO

En primera instancia, Aprendiz de gigoló me seduce. Su tono, su jazz, su Nueva York y el propio Allen me retrotraen a una película del propio Allen. La premisa me parece descacharrante y Turturro, pese a lo perdido que se encuentra en estos últimos años es un actor fascinante. No sólo es uno de los grandes secundarios que ha dado el cine en su historia, de su pellejo sale Barton Fink, aquel escritor, que protagonizaba la película de mismo nombre de los Coen, y que diera pie a una de las mejores actuaciones de las últimas décadas. Sí, Aprendiz de gigoló lo tiene todo para conquistarme y yo me regocijo en mi butaca dispuesto a disfrutar del todo.

Pero pronto, estas esperanzas empiezan a disiparse, la propuesta de Turturro, empieza a desvirar sin saber jamás explicar hacia donde quiere dirigirse. Lo que parecía la trama principal, empieza a evaporarse para dar pie a la historia de una chica judía que vive soportando las penurias de la viudedad (a la que da vida una vergonzosa Vanessa Paradis), narrando entre ésta y nuestro gigoló una historia de amor, que nunca se sabe exactamente de donde viene. Y éste es precisamente el principal problema de Aprendiz de gigoló, es una película que no sabe lo que quiere ser. Por momentos parece que opta por ser una comedia, pero cuando quiere ser comedia, es una comedia sin gracia, llena de chistes que pretenden ser ocurrente, sofisticados, sin conseguir más que la perplejidad del respetable. Otras veces parece que pretende ser un drama, un drama que no funciona, que está mal trazado, carente de emoción, sin ninguna línea definida. Cuando parece encontrar el tono a una historia, da la sensación de que Turturro se olvida por completo de lo que quería contar, que no sabe continuarlo y opta por dar salida a una nueva historia. Historias pesimamente definidas, sin gancho, sin ninguna evolución, inconclusas, o lo que es peor, cerradas de un batacazo sin mayor explicación.

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Así yo, que como un tonto ingenuo, creí que me iba a encontrar con que un tipo como el talento interpretativo de John Turturro, era también un director capaz de captar la esencia de Woody Allen. Me topo con que Turturro, no es sólo uno de los muchos imitadores que le han salido al genio neoyorquino con mayor o menor fortuna (en los últimos años, cineastas como Noah Baumbach, Lena Dunham o Josh Radnor, han demostrado que no tiene que por ser algo negativo beber de las influencias del maestro), sino que además hace una copia descarada, nada sutil y completamente espantosa del cine de Allen. Como si existiera un universo espantoso, donde Woody Allen fuera un cineasta terrible, donde fuera un tipo terrible sin ninguna gracia, porque dentro de todo el absoluto sin sentido que es Aprendiz de gigoló, lo peor es que nos “premia” con algo que jamás creeríamos que íbamos a llegar a ver. Observamos a Woody Allen contar chistes que no hacen gracia, le vemos llevar a volandas un papel que posiblemente haga a petición de su amigo, sin ser él, que es lo que sabe ser, y pese a que algunas de las pocas carcajadas de esta comedia que no sabe si es un drama, de este drama que no sabe si es una comedia, vienen ofrecidas por un par de chistas que seguramente hayan salido de su bolsillo. Demasiado poco para una película terriblemente mala.

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Ficha técnica:

Título original: Fading Gigolo Director: John Turturro Guión: John Turturro Música: Abraham Laboriel, Bill Maxwell Fotografía: Marco Pontecorvo Reparto: John Turturro, Woody Allen, Sharon Stone, Sofía Vergara, Vanessa Paradis, Liev Schreiber Distribuidora: DeAPlaneta Fecha de estreno: 30/04/2014