Girls (3ª temporada) – Adam y Hannah | La Cabecita

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Hay un personaje en la televisión actual que me tiene completamente fascinado, es Adam de Girls, me parece el personaje más completo y multidimensional que se ha creado en mucho tiempo en la pequeña pantalla, superior incluso al de muchos otros personajes de dramas (aunque Girls en realidad no deja de ser un gran drama disfrazado de comedia) mucho más aclamados. Además Adam tiene otra virtud, lo interpreta un actor como Adam Driver, un actor que va creciendo a pasos agigantados, seguramente su cara ya les suene, le habrán visto en A propósito de Llewyn Davis de Los hermanos Coen, Lincoln de Steven Spielberg, Frances Ha de Noah Baumbach, J. Edgar de Clint Eastwood, y pronto le verán trabajando con Jeff Nichols, Martin Scorsese e incluso en la nueva entrega de Star Wars. Si todo va bien, Adam Driver está destinado a convertirse en uno de los actores más grandes de la historia del cine, le supura el talento por los poros de la piel, y en tres años de Girls le hemos visto crecer a pasos agigantados. Un personaje perfecto y un actor extraordinario, pocas cosas para que fallen, y obviamente Lena Dunham, que es ante todo una persona que sabe muy bien lo que hace, ha hecho que la tercera temporada gire en torno a su personaje, brindándonos con ello, la que hasta ahora es la mejor temporada de la serie.

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Esta tercera templado ha cerrado por completo un círculo, si la segunda acabó con un final esperanzador, con el personaje de Hannah completamente fuera de sí y el abismo de esperanza de esa persona que siempre estuvo ahí, gritándole a una pantalla de móvil y acabando con un «I always was here» esta tercera ha girado en el sentido completo, hemos vuelto a encontrar a la Hannah más egoísta, sintiéndose protegida por la presencia de su salvador a su lado, sin preocuparse una vez más de si sus acciones tenían consecuencias, pensando únicamente en ella, sin darse cuenta de lo que hacía, llevando a ese inevitable «I’m sick of trying» que choca directamente con la frase final de la segunda temporada. Pero que Adam diga esta frase al final de la temporada no es algo espontaneo ni casual, es algo que hemos podido ver cuajarse a lo largo de toda la temporada. Nos hemos encontrado a un Adam más centrado que nunca, ha encontrado la estabilidad profesional que necesitaba, pero esto también ha hecho Hannah haya dejado de ser pieza esencial de su existencia.

Más que nunca, Adam se ha dado cuenta del egoísmo de Hannah, incidentes como el de la muerte del editor y la preocupación de ella, únicamente centrada por tratar de encontrar la forma de sacar su libro adelante sin preocuparse por la vida de alguien cercano que acaba de fallecer. O su actitud en su nuevo empleo, dejan claro en Hannah, al igual que sus amigas, que son niños viviendo en un mundo de adultos. Personajes egoístas, que se creen completamente altruistas, que en su mano está que el mundo circule mejor y creen que únicamente miran por los demás cuando solamente lo hacen por sí mismos. Es por esto que también existe cierto desprecio a la hora de mirar a los personajes más maduros, como si fueran ellos los que realmente los que no pertenecen a ese universo acartonado. Y es curioso como Dunham cambia las tornas de lo que estamos acostumbrados, porque las infantiles y las egoístas aquí son ellas, ninguna se libra y cae una y otra vez en la misma piedra, desde una Marnie que se cree dueña de todo lo que le rodea, a una Jessa acorralada por el mundo de las drogas y una Shoshanna que trata de recuperar lo que ella misma echó de su lado cuando ve que ha caído en otras manos. Por su lado Adam, y Ray, el gran descubrimiento de esta temporada, son personajes mucho más centrados, con los pies en el suelo, sin sueños utópicos que simplemente tratan de vivir el día a día y por ello son despreciados por sus acciones.

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Como decíamos, esta temporada de Girls acaba de una forma completamente descorazonadora, de forma completamente distinta a la esperanza que dejó la segunda temporada. Es cierto que Lena Dunham es una optimista por naturaleza, y cierra la temporada con una maravillosa escena que da a lugar a cierta esperanza para el personaje, pero no nos engañemos, el personaje puede salir adelante, porque al fin y al cabo sólo se necesita así mismo para sobrevivir, pero un golpe más fuerte está por llegar porque hasta que no lo reciba, Hannah será incapaz de crecer como persona, de madurar. Una madurez que por otro lado cada vez muestra más Lena Dunham, que cada vez deja más claro que es una de las cineastas más talentosas del panorama actual, y con Girls borda cada día más un relato perfecto sobre el comportamiento de la juventud actual. Pero esta temporada no es de Lena, si no de Adam y Adam Driver, no se olviden de él, síganle la pista antes de que empiecen a preguntarse de donde ha salido uno de los más grandes actores de nuestra generación… y puede que de todas.