Festival de Málaga. Día 7 | La Cabecita

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Esto va llegando a su fin, comienza la recta final del 17º Festival de cine de Málaga. En esta jornada de jueves no hemos tenido la ocasión de disfrutar de un gran film como 10.000 km, Los fenómenos o 321 días en Michigan, pero afortunadamente tampoco nos hemos encontrado con un bodrio como A escondidas o Por un puñado de besos. Las dos películas de la sección oficial que han sido presentadas esta mañana en el pase de prensa no pasarán a la historia como grandes obras, pero desde luego tampoco lo harán como malas películas. Tanto Anochece en la India como Todos están muertos son películas más que aceptables e interesantes, que han contado con la aprobación de la mayoría de los asistentes del Teatro Cervantes  que han despedido a ambas entre aplausos.

La mañana cinematográfica comenzaba en Málaga con la proyección de Anochece en la India, película de la cual no sabíamos qué esperar la gran mayoría. En Anochece en la India se nos cuenta la historia de como Ricardo, un veterano ex hippie enfermo y paralítico, decide viajar a la India desde España por carretera acompañado por Dana, su asistenta rumana. Ricardo intenta persuadir a Dana de que no lo acompañe al que, aparentemente, será un viaje sin retorno. 

La cinta dirigida de manera muy correcta por Chema Rodríguez supone una interesante y hermosa road movie protagonizada por personajes solitarios y sin miedo a nada, un viaje a través de la soledad de dos personas que nada tienen que perder. Juan Diego está sencillamente espectacular en su papel, que parece escrito expresamente para él. No sería descabellado pensar que el veterano actor sevillano gane el premio al mejor actor del Festival de Málaga un año más, pues la de Juan Diego es quizás la mejor actuación masculina en lo que llevamos de festival. Junto a él, la rumana Clara Voda que también nos deleita con una gran actuación en su primer trabajo en España.

Puede que el problema de que Anochece en la India no resulte ser una obra para el recuerdo es que se centra demasiado en la relación personal entre Juan Diego y Clara Voda dejando el viaje en sí en un segundo plano. Echamos en falta algunas escenas más del trayecto de los personajes, a veces da demasiados saltos geográficos sin mostrarnos apenas nada de los sitios por donde pasan Ricardo y Dana. El final del film no llena demasiado, no termina de rematar del todo y se queda un poco a medio camino. Por otra parte, Anochece en la India es ante todo una más que interesante cinta sobre un viaje no solo terrenal, si no también espiritual. Buena dirección y excelentes actuaciones para una película pequeña sobre un gran viaje. Deja un buen sabor de boca pese a no ser una película brillante.

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Tras el descanso habitual entre películas le tocaba el turno a Todos están muertos, primer largometraje de Beatriz Sanchís. En ella se nos narra como Lupe, una antigua estrella del rock que vive con su madre y su hijo y se niega a pisar la calle desde hace muchos años, recibe la visita de su hermano Diego, fallecido quince años atrás. 

Todos están muertos es fresca y original, una de esas películas que tanto se agradece que se hagan en España, pero no termina de ser del todo convincente. Da la sensación de que algo falta, quizás alguna vuelta de tuerca en el guión o, más bien, haber aprovechado mejor esta jugosa historia con un enfoque diferente. A pesar de ello el guión y la dirección, que corren a cargo de Beatriz Sanchís, resultan bastante buenos. Elena Anaya protagoniza con gran solvencia el film acompañada de Nahuel Pérez Biscayart, Angélica Aragón, Patick Criado y Christian Bernal. Nadie del reparto está excesivamente brillante, aunque tampoco nadie desentona. Elena Anaya es la que carga con el peso de la película casi todo el tiempo realizando una buena actuación, aunque no sobresaliente.

La sensación tras ver Todos están muertos es la de haber visto algo fresco e interesante, pero también de que este drama con tintes sobrenaturales podía haber estado entre las mejores películas del festival si hubiera tenido un planteamiento distinto. Da un poco de rabia pensar que una historia que podía haber dado tanto de sí deje un poco a medias por no tener el enfoque adecuado. A pesar de ello, la ópera prima de Beatriz Sanchís es más que convincente y aceptable, llamada a ser una de las películas nacionales más originales del año.