Festival de Málaga. Día 3 | La Cabecita

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Domingo, día que normalmente se destina al descanso, a la tranquilidad. Las calles de Málaga se presentaban vacías, sin apenas tráfico y gente a primera hora de la mañana, a pesar de que el día era ideal para disfrutar de un bonito paseo. Un sol primaveral y una suave brisa eran los componentes que podrían incitar a muchos a darse una vuelta por el Cervantes y atreverse a entrar y ver con qué nos sorprendía en su tercera jornada el Festival de cine de Málaga. Dos eran los títulos que podían verse esta mañana en la sección oficial, dos títulos de calidad dispar pero, en cierto sentido, de resultado más o menos satisfactorio en sus respectivos campos.

La jornada se iniciaba con la presentación de Los fenómenos, una de esas películas de las que no sabes muy bien qué esperar y vas a verlas prácticamente a ciegas. En este caso, Los fenómenos no solo convence si no que deja un muy buen sabor de boca, esa sensación de haber visto una buena película al terminar la proyección. En ella se nos narra la historia de Neneta, madre de un niño pequeño a la que un día sin motivo aparente abandona su marido, León. Neneta decide entonces regresar a su pueblo natal en Galicia y emprender una nueva vida trabajando de peón en la construcción. Allí tendrá que lidiar con unos compañeros que, de primeras, no ven bien que una mujer se dedique a semejante labor.

Con esa sinopsis, Los fenómenos podría recordar un poco a En tierra de hombres, pero la película de Alfonso Zarauza no se centra solo en la lucha de una mujer en encajar en un «trabajo de hombres». Los fenómenos es un homenaje a todos aquellos trabajadores que vivían cómodamente de la construcción años atrás y que a causa de una crisis financiera su mundo se vino abajo. Es por ello que lo acontecido en el film sucede poco tiempo antes de que estalle la burbuja inmobiliaria, así Zarauza consigue una dosis brillante de terror, pues sabemos que en algún momento la vida de estos albañiles se verá arrasada por ese huracán que supone la grave crisis económica de la que aún no hemos salido. Alfonso Zarauza dirige y firma el excelente guión de esta magnífica película con gran maestría. Lola Dueñas ofrece uno de los mejores trabajos de su carrera, hace la película completamente suya y demuestra por qué es una de las mejores actrices españolas del momento. No desentona tampoco Luis Tosar, para no variar, y el resto de actores secundarios, destacando  sobre todo a un fantástico Miguel de Lira. Los fenómenos no es un drama social más sobre la crisis económica, es un verdadero homenaje a aquellos que vieron como su mundo se iba, con perdón, a la mierda por culpa de otros. Veraz, hermosa y necesaria.

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A mediodía tuvimos la ocasión de ver Amor en su punto, comedia romántica de poca duración que venía fenomenal tras la intensa Los fenómenos. Todos sabíamos que la nueva película de Teresa de Pelegrí y Dominic Harari no sería nada del otro mundo, pero era una buena propuesta para pasar el mediodía y desconectar, y básicamente es lo que ha ofrecido. Amor en su punto cuenta la historia de amor de Oliver, crítico gastronómico irlandés de gran prestigio, y Bibiana, una atractiva española que no parece haber tenido mucha suerte en el amor. La fórmula de Amor en su punto es bastante estándar: chico conoce chica, chica pasa del chico, chico intenta conquistar a la chica, chica finalmente se enamora, chico y chica empiezan a tener problemas… Richard Coyle está bastante acertado en su interpretación de Oliver, haciendo de él un personaje tan cínico como divertido. Leonor Watling hace lo justo para hacer de su Bibiana un atractivo y cordial personaje, pese a que por momentos resulte algo insulsa su interpretación.  

Nada nuevo bajo el sol, la cinta de Teresa De pelegrí y Dominic Harari no se centra en buscar un enfoque original o novedoso al género de la comedia romántica. Parece más centrada en satisfacer al gran público con una bonita historia de amor con mucho humor. La mejor noticia es que Amor en su punto sin ser una gran obra consigue superar con creces a la anterior película de De Pelegrí y Harari, la nefasta y manida Seres queridos. La película consigue mantener la sonrisa en el espectador durante casi todo su metraje y de vez en cuando puede arrancar alguna que otra carcajada, pero el poso que deja es prácticamente nulo, la película es tan amigable como olvidable. Amor en su punto no es una gran película, pero una cosa es cierta: no engaña a nadie.