Poesía (shi) – Si se nos olvidara existir… | La Cabecita

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Directamente y sin escala nos llega la última masterpiece, hasta la fecha, del director coreano Lee Chang-dong (Oasis, Secret Sunshine), llamada Poesía (Shi). Un drama moralista de más de dos horas de duración, que acumula en su palmarés más de 19 galardones (cabe destacar también su nominación a la Palma de Oro de Cannes el año 2010), convirtiéndose así en una cita ineludible para los amantes del cine, no sólo en territorio asiático sino también a nivel mundial. Interpretada por una fascinante Jeong-hie Yun en el solitario papel principal, Poesía narra la vida de un anciana que vive con su nieto en un claustrofóbico piso del extrarradio de Corea. Un buen día es diagnosticada con alzhéimer y su vida, tal y como la conoce, da un giro de 360 grados. Aconsejada por su médico, Mija decide apuntarse a un curso de poesía para ejercitar su memoria pero también para emprender uno de los viajes más complicados de su vida: escribir un único poema antes de desaparecer por completo.

La soledad, diagnosticada o no, es una enfermedad. Prácticamente todo el mundo la ha padecido alguna vez en la vida. Ya sea por un desamor, por una enfermedad, el desencanto de la vida o por una depresión, lo cierto es que la soledad como sentimiento siempre ha sido una realidad traslúcida que nos envuelve. Quizá por ello cuando nos la encontramos de cara y nos arrincona, no sabemos muy bien como sortearla y más si nos pilla en el último escalón de nuestra vida. Poesía es eso. Un retrato fascinante y agónico sobre la inmersión en la soledad de una mujer que, además de estar sola, está perdiéndose a sí misma. En las profundidades, como bien reza el último plano de la película, de una memoria que hace aguas. Jeong-hie Yun se mete en las carnes de una adorable anciana sexagenaria que vive atrapada en una cotidianidad que al principio se le antoja idílica pero que poco a poco terminará por asfixiarla, hasta concluir en un clímax que Lee deja abierto a la libre interpretación del espectador. La cinta nos hace reflexionar sobre la moral, la familia y la sociedad desde un punto de vista elegante y contenido, en donde el director coreano se toma su tiempo para colocar la cámara, a través de planos largos e incómodos que no pretenden dejar a nadie indiferente.

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Además de una fotografía de certeros colores sobre la soledad y el abandono, Poesía nos presenta, por otro lado, una historia de superación, de vida. Una vida que, como la gran mayoría de veces, se ve truncada por la muerte. Pero no una muerte digna, no, sino más bien todo lo contrario. Sacudida por el olvido, la soledad, el deterioro de una mente tan sensible como es la de Mija y con la que el espectador será capaz de conectar rápidamente. Una mujer capaz de sobrellevar una existencia patética y conformista (no sé hasta que punto Lee ha querido explorar con este personaje el arquetipo de mujer sumisa y conservadora de la vieja Asia), tanto de su familia, como de la sociedad, que sólo parecen acudir a ella cuando hay dinero o interés de por medio. A nadie le importa que termine cantando a pleno pulmón en un karaoke o que su nieto no quiera practicar con ella cuatro raquetazos de bádminton. Mija siempre mira hacia delante. Incluso cuando apenas es capaz de terminar un verso, su espíritu poético y libre prevalece por encima de todo, dándole un final digno a los que, como ella, no tienen elección, pero si alivio. Y Lee lo filma con esa brutal escena de Mija practicándole una masturbación a un viejo aquejado de un ictus en la bañera de su casa, en la sencillez de como resuelve el conflicto con su nieto o la implicación emocional de Mija durante todo el metraje con la madre de una niña violada y asesinada. Precisamente este conflicto es una de las subtramas que planean sobre la cinta, ajena a la mirada del espectador, pero que marcan de manera inconsciente la manera que tiene Mija de ver las cosas. Quizá por ello Lee decide abrir y cerrar la historia con un plano en el mismo lugar; el mar.

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Muerte y vida, dignidad y vejación, juventud y vejez, son balanzas sobre las que Lee se reclina constantemente. A veces para que no olvidemos que en el fondo, todos estamos solos, otras para que sintamos el desamparo de una enfermedad ante la que nadie es inmune y otras para que terminemos de enamorarnos de Yun. Poesía es un ejercicio brillante que da en el blanco de unos sentimientos puros y sencillos como son la poesía, las ganas de vivir o la naturaleza de una mujer que lo único que busca es recordar. O por lo menos no olvidar. La cinta de Lee es una oda a la necesidad de trascender, de mantenernos siempre firmes a la moralidad y apoyarnos sobre lo único que jamás nos dejará solos; nosotros mismos. Qué importa si Mija es capaz o no de escribir el poema que tanto ansia al final de la cinta, lo que realmente nos cambiará la vida es todo lo que ha vivido para poder llegar a ello.