10 películas que nunca debieron ganar el Oscar | La Cabecita

No vamos a hablar de películas malas que ganaron el Oscar (aunque alguna hay, no nos vamos a engañar), si no de las que por unos motivos u otros no debieron ganar el Oscar en su año. Faltan muchas en la lista, de hecho, me pasa lo mismo que a casi todo el mundo, casi nunca mi favorita es la ganadora, ni siquiera cuando ganan cintas que me apasionan como El silencio de los corderos acabo de estar de acuerdo porque mi fuero interno me grita: ¡¡Ese Oscar se lo han robado a J.F.K.!!. Pero es un mal común, y no, tampoco debemos denigrar a la ganadora porque no sea la que más me gustaba, como decía arriba, la mayoría de las películas de este post son películas que me gustan (incluso he omitido algunas que me gustaban menos, porque quería buscar casos que me parecen más representativos y variados), y estos son los motivos que aquí expongo de porque no deberían ganar, y ya prometo parar con esta introducción explicadora pues me empiezo a parecer a aquel alcalde de Bienvenidos Mr. Marshall (y todos esos muchos Oscar que Berlanga debió ganar).

Siguiendo mi camino de Leo McCarey1944

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¿Quién debió ganar? Perdición de Billy Wilder

No sé muy bien la perra gorda que les entró a los americanos con Siguiendo mi camino y su posterior secuela Las campanas de Santa María que también estuvo nominada al Oscar al año siguiente. Por supuesto, Leo McCarey tiene películas fabulosas, mucho mejor que esta amable fábula al servicio de las canciones de Bing Crosby. Posiblemente, los efectos de la Segunda Guerra Mundial les pedían películas de este calibre, llenas de positivismo y alegría y amor por la vida. La película se llevó la friolera de 7 premios, algunos tan inmerecidos como el de Mejor guión o el de Mejor actor en el que Crosby competía contra un portentoso Charles Boyer en Luz que agoniza. Ésta última y Perdición estaban nominadas y habrían sido dos mejores ganadoras, pero ese año fue también el de Laura de Otto Preminger, Arsénico por compasión de Frank Capra o Tener y no tener de Howard Hawks. Vamos, que no habría pasado nada si la película de McCarey no hubiera estado ni entre las nominadas.

El mayor espectáculo del mundo de Cecil B. DeMille – 1952

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¿Quién debió ganar? El hombre tranquilo de John Ford

Me lo paso pipa, como casi cualquiera, con El mayor espectáculo del mundo, es cine de aventuras en estado puro. Muchísima diversión comandada por ese domador al que da vida Charlton Heston y ese payaso al que interpreta James Stewart. Pero existe la sensación siempre en mi de que este Oscar a DeMille se lo dieron un poco porque se lo debían, pero se lo dieron por la puerta de atrás, malamente, y cuando si se hubieran esperado un par de años habrían acertado bastante más, como veremos en el siguiente párrafo. Ese mismo año entre las nominadas estaban dos de las mejores películas de la historia del cine: El hombre tranquilo de John Ford y Solo ante el peligro de Fred Zinnemann. Además fue el año de Cantando bajo la lluvia, Candilejas (aunque ésta compitió en los Oscar décadas más tarde), Cara de Ángel o Cautivos del mal. Eso sí, la película sólo se llevó dos Oscars, el de Mejor película y Mejor argumento, y ni siquiera DeMille pudo arrebatar su cuarto Oscar a John Ford, un récord que aún hoy no se ha superado.

La vuelta al mundo en 80 días de Michael Anderson – 1956

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¿Quién debió ganar? Gigante de George Stevens

Otro de esos casos de los Oscar que ellos mismos parecen conscientes de su error y deciden darle el premio al director al que ha realizado la Mejor película. Porque realmente, ¿quién se acuerda hoy de La vuelta al mundo en 80 días? Encima la adaptación de Verne ha envejecido fatal, era una cinta espectacular, muy divertida, y con una pluralidad cultural que seguramente fueron los ingredientes que consiguieron seducir a la academia. Se llevó 5 premios, pero sólo dos importantes, los de película y guión, y ni siquiera nominaron a Cantinflas que si ganó el Globo de Oro. Del mismo perfil, hubiera sido una vencedora mucho más justa Los diez mandamientos de Cecil B. DeMille, que habría sido mucho más justo que el premio ganado por su anterior película, e incluso estaba nominada esa delicia de William Wyler que es La gran prueba y que apreciaron mejor en Europa (donde ganó en Cannes) que en Estados Unidos. Aquel mismo año, incomprensiblemente, también se quedó sin ninguna nominación al Oscar Centauros del desierto.

My fair Lady de George Cukor – 1956

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¿Quién debió ganar? Mary Poppins de Robert Stevenson

Fue un año que no hubo mucho color, pues los dos musicales se repartieron casi todas las nominaciones y los premios, pero ganó el más flojo de los dos. La desesperación de Rex Harrison por convertir en una señorita a Audrey Hepburn era muy divertida mientras que intentaba que pronunciase correctamente aquello de «La lluvia en Sevilla en una maravilla», pero era el momento de premiar de verdad a Disney, con un premio, que incomprensiblemente, aún no han ganado. Con Mary Poppins se logró un completo prodigio visual, una película que funcionaba a todos los niveles, puro cine familiar, con una animación perfectamente integrada (algo que se le debe plenamente a Ub Iwerks, uno de los mayores innovadores de la historia del cine que no está reconocido como se debe) y una banda sonora, que no vamos a engañar a nadie, era mejor que la de My fair Lady. Al menos, como si fuera justicia divina, una debutante Julie Andrews, le arrebató el Oscar a Audrey Hepburn por un papel que ella misma había interpretado sobre las tablas y para que no la aceptaron para la película. Pero había más, aquel año también estaba nominada la negrísima Teléfono rojo, ¿volamos hacia Moscú? y no se nos olvida que Stanley Kubrick jamás ganó el Oscar.

Paseando a Miss Daisy de Bruce Beresford – 1989

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¿Quién debió ganar? Nacido el cuatro de julio de Oliver Stone

El final de los ochenta fue un año estupendo para el cine americano… pero no se reflejó en los Oscar, sin nominar quedaron Haz lo que debas (la cuál Kim Basinger en medio de la gala defendió como la mejor película del año), Sexo, mentiras y cintas de vídeo, Delitos y faltas, La caja de música o incluso Indiana Jones y la última cruzada. Y sin embargo ganó el Oscar esta sentimental y bonita tontería, que se veía con agrado, y que poco más de veinte años después se ha olvidado por completo. Además guarda la particularidad de que hasta Argo era la última que había ganado el Oscar a Mejor película sin la nominación a Mejor director. La película era facilona, muy academicista, se veía con agrado y sorprendía especialmente por Jessica Tandy, quizá de ese Oscar con carácter casi honorífico no debería haber pasado. Entre las nominadas el gran Oliver Stone (a ése que tanto echamos de menos) volvía a dar una magistral de cine con garra y denuncia en Nacido el cuatro de julio, también estaba la fantástica Mi pie izquierdo, pero también podría haber sido peor, pues estaba una de las peores películas que jamás se han nominado a los Oscar: Campo de sueños.

Bailando con lobos de Kevin Costner – 1990

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¿Quién debió ganar? Uno de los nuestros de Martin Scorsese

Y es que no sabemos muy bien lo que le pasó la Academia a principios de los años 90, si el año antes habían premiado a una película floja, al año siguiente premiaron a una película peor (y para quien esto escribe una de las peores películas que jamás ha ganado el Oscar). Sabemos que los señores de la Academia son muy de premiar a actores malos que tras las cámaras demuestran ser buenos, pero es que en el caso de Costner, y el tiempo lo dejó bien claro cuando filmó cosas como Waterworld o Mensajero del futuro, era un actor normalito (no malo), pero un director nefasto. Este pseudo-western, con divagaciones de un Malick de mercadillo se impuso con autoridad en un año (bastante flojo de nominadas) a películas como Ghost o sobre todo Uno de los nuestros, que debería haber sido por fin el Oscar que mereciese Martin Scorsese (y que a posteriori le dieron por una película que no lo merecía). Aquel año se estrenaron Muerte entre las flores, Eduardo Manostijeras o incluso La caza del Octubre Rojo que merecían mucho más la nominación que la película de Kevin Costner.

Forrest Gump de Robert Zemeckis – 1994

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¿Quién debió ganar? Pulp Fiction de Quentin Tarantino

Antes de ser lapidado, debo reconocer que Forrest Gump me parece con diferencia la mejor de las diez películas que menciono, pero como decíamos al principio, no hablamos aquí de películas malas que ganaron, si no de las que no debieron ganar, y en el caso de Forrest Gump, me parece de los errores más grandes que ha cometido la Academia. Sólo valía una opción y era Pulp Fiction una película que revolucionó el cine en los años 90, marcó un antes y un después y creo que a estas alturas ya no es nada descabellado decir que es una de las mejores películas de la historia del cine. Era una película rompedora y fue algo que supieron ver en el Festival de Cannes, pero en unos Oscar que fueron atrevidos en las nominaciones, premiando a esa maravillosa fábula que era Cadena Perpetua, una película que nadie había visto antes de los Oscar, apostaron por el consevadurismo a la hora de premiar a la película de Zemeckis. Forrest Gump como decíamos habría sido una buena nominada, y no aceptábamos otra ganadora que no fuera Pulp Fiction, aunque aquel año en lugar de Quiz Show y sobre todo, la sencilla (aunque divertida) Cuatro bodas y un funeral, habrían sido mejores nominadas Tres colores: Rojo (Kieslowski estuvo nominado a Mejor director), El rey león o Ed Wood.

Shakespeare in love de John Madden – 1998

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¿Quién debió ganar? Salvar al soldado Ryan de Steven Spielberg

Hasta los Oscar que se entregaron en 1999 los Oscar era una competición limpia, no había campañas que valiesen, los académicos veían las películas y ganaba las que más les gustase (fuera la mejor o no), pero con la llegada de Harvey Weinstein eso cambió, el tío se dejó una millonada en promocionar Shakespeare in love, se aseguró de que todos vieran su película y les convenció de que era la mejor del año. Y era una película simpática, como casi todas de las que estamos hablando aquí, pero no, no era la mejor, porque ese año estaban tres de las mejores películas ambientadas en la segunda guerra mundial de todos los tiempos, y aunque eran muy dispares, el compartir tema también les pudo perjudicar, pero tanto Salvar al soldado Ryan, como La delgada línea roja o La vida es bella habrían sido mejores ganadoras del premio a la Mejor película. Además American History X, El gran Lebowski o El show de Truman, habrían sido mucho mejores nominadas (y más recordadas, pues la película de Madden hoy ya está casi olvidada) que Shakespeare in love.

Crítica de Shakespeare in Love

Una mente maravillosa de Ron Howard – 2001

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¿Quién debió ganar? Moulin Rouge de Baz Luhrmann

Y llegamos al que posiblemente sea el peor Oscar de todos los tiempos, la peor película que jamás ha ganado el Oscar una tontería horrible, que un servidor jamás se explicará cómo esta película se llevo cuatro premios y los cuatro importantes (Mejor película, Mejor director, Mejor actriz secundaria y lo que es peor… ¡¡¡Mejor guión!!!). El caso es que ese año había cuatro películas fabulosas nominadas, quizá mi favorita de aquel año En la habitación la soberbia película de Todd Field era demasiado pequeña para ganar el premio, además, inexplicablemente el tiempo la ha dejado algo olvidada. Pero el colorido y lisérgico musical de Baz Luhrmann que además resucitó un género que llevaba décadas muerto (y que siempre gozó del favor de la Academia), contaba Moulin Rouge con una frescura innata y que aún sigue estando vigente. Tampoco habría pasado nada si ganase la fantástica Gosford Park además de haber sido un más que justo reconocimiento a la carrera de Robert Altman. Entre lo que se quedó fuera ese año, recordamos que Amelie consiguió cinco nominaciones, incluyendo la de Mejor guión y que encima, hasta le quitaron el de Mejor película de habla no inglesa.

Crash de Paul Haggis – 2005

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¿Quién debió ganar? Brokeback Mountain de Ang Lee

Creo que es el mayor ejemplo de un grave error en los Oscar, la misma cara que se le quedó a Jack Nicholson cuando anunció que Crash era la ganadora, se nos quedó a todos cuando lo escuchamos. No es que Crash fuera una mala película, era una película que se coló en la carrera a última hora, ni siquiera logró nominación al Globo de Oro, una cinta independiente que había interesado muy poco. Y enfrente tenía a una verdadera titán, Brokeback Mountain, para quien esto escribe una de las obras más bellas, más tristes, más valientes y más honestas que nos ha dado el cine americano en mucho tiempo. Una auténtica obra maestra, vamos. Mucho se ha hablado de los motivos de porque Crash le birló un Oscar que parecía cantado a la película de Ang Lee, se llegó incluso a hablar de un complot «progresista» por premiar a una película que hablase sobre los problemas interraciales y que no quedase tan retrogrado el hecho de no darle el premio a una película de temática homosexual. Sea como fuere, fue un grosso error. Ese año había también dos películas fabulosas nominadas, muy superiores a Crash, como eran Buenas noches y buen suerte y Múnich. También ese fue el año del mejor Woody Allen en años, y Match Point también merecía más la nominación que la ganadora.