La espuma de los días – La falsedad del color | La Cabecita

Michel Gondry es uno de los cineastas más particulares y originales que a día de hoy nos podemos encontrar. Pese a su origen francés, comenzó trabajando en Estados Unidos, y pronto encontró una alianza perfecta con Charlie Kauffman con el que rodó ¡Olvídate de Mí!, Kauffman había ayudado a Gondry a tener un toque que se parecía mucho al de Spike Jonze, pero éste demostraba una gran inventiva que tenía que desarrollar por sí mismo. Su fuerza visual quedó palpable cuando volvió a Francia a rodar La Ciencia del Sueño, y demostró que era totalmente válida para un ejercicio nostálgico como era Rebobine, por favor. Si hay algo para lo que Gondry demostró no servir, fue para acercarse al gran público, en aquella abominable adaptación de Green Hornet. Pero Gondry quería seguir demostrando que era un cineasta polivalente, y cuando un tipo francés, se enfrasca en un autobús de Brooklyn, y se pone un traje que bien podía haber pertenecido a Spike Lee o a John Singleton, nos deja a todos boquiabiertos, tal y como hizo en la excepcional The We and The I.

Ahora Gondry vuelve a Francia, y lo hace para adaptar la particular novela de Boris Vian, uno de los clásicos franceses del siglo pasado y que ha sido lectura obligada para las distintas generaciones de adolescentes del país galo. Lo hace llevando su estilo visual a la máxima potencia, su fuerte influencia por una narrativa imaginativa y puramente visual, le lleva a recorrer un camino que va desde de Méliès a Jeunet. La Espuma de los Días nos cuenta la historia de un hombre que tiene el dinero suficiente para no tener que trabajar, pero un día cuando vea que su cocinero y su mejor amigo se echan novia, se pondrá celoso por la situación y se propondrá conocer a alguien. Cuando lo consiga, su novia se pondrá enferma y acabará perdiendo todo su dinero en ayudarla a sanar, lo que hará que no le quede otra opción que volver a trabajar.

El mundo planteado por Michel Gondry es realmente excitante, un mundo en el que tiene cabida todo, donde ficción y realidad se fusionan como en las películas de Jeunet, y un hombre sale de la televisión para dar un bote de especias al cocinero al que le está enseñando a cocinar. Su animación recuerda a los cortometrajes de PES. Todo en ella es bonito y colorido, tiene pasajes que son realmente de ensueño, su visión de París es preciosa, y ese viaje en un coche-nube resulta especialmente bonito. Incluso cuando la luz se va poco a poco apagando, y de nuevo, nos lleva a recordarnos del Jeunet más oscuro, pasando de Amelie a Delicatessen o La Ciudad de los Niños Perdidos, la película funciona a la perfección desde su cautivadora puesta en escena. Un mundo logrado y en el que realmente apetece vivir y sentarte a escuchar ese pianocóctel mientras te bebes los diferentes tragos que la maquina va preparando.

El problema reside principalmente en que Gondry se centra tanto en construir este mundo, que cuando la película deja paso a lo que quiere contar, su particular Love Story, lo hace sin ninguna fuerza emocional. Uno, no puede dejar de sentir de que los personajes son realmente poco más que otros muebles más depositados de ese mundo, pese a lo interesantes que en principio pudieran parecer ese cocinero que va envejeciendo rápidamente a la vez que el mundo se marchita o ese amigo tan obsesionado por un escritor que acaba perdiendo todo su dinero comprando cosas suyas. No hay interés ninguno a la forma de describirlos. La historia que cuenta Gondry es realmente triste, y ver como ese mundo tan colorido se va marchitando me debería dar muchísima pena. Pero como jamás llego a sentir una atracción por sus personajes, no puedo evitar sentir la mayor de las indiferencias según todo va avanzando. Una sensación realmente amarga se apodera de mi cuando termina la película, la de haber disfrutado de ese mundo tan bello y a la vez, no haber sentido absolutamente nada por quienes lo habitan.

Es innegable el poderío visual de su director, pero en esta ocasión, mide realmente mal que es lo que está contando. Es fácil recordar Amelie, con la que indudablemente guarda muchas similitudes, y encontrarse con la perfección con la que Jeunet supo aunar ese mundo tan lleno de imaginación y color con unos personajes cálidos y humanos que invitaran al espectador a compartir la belleza de su color. Aquí Gondry se queda a medio camino, como si apenas estuviera preocupado por indagar en sus personajes, algo que ha hecho a la perfección en algunas de las películas de su filmografía, y solo le interesase exprimir al máximo todo lo que era capaz de dibujar con su cámara.

Título Original: L’ecume des jours Director: Michel Gondry Guión: Luc Bossi Música: Étienne Charry Fotografía: Christophe Beaucarne Intérpretes: Romain Duris, Audrey Tautou, Gad Elmaleh, Omar Sy, Aïssa Maïga, Charlotte Lebon, Sacha Bourdo, Philippe Torreton, Vincent Rottiers Distribuidora: Vértigo Fecha de Estreno: 27/09/2013