Festival de San Sebastián. Sexto día | La Cabecita

A pasos agigantados nos acercamos al cierre esta 61 edición del Festival Internacional de Cine de San Sebastián, casi sin poder asimilar que se nos acaba lo bueno. La programación no cumplió mucho durante el día de ayer miércoles y el sentimiento de tristeza nos invade: tengamos mejor o peor jornada cinematográficamente hablando, va a ser duro abandonar Donosti, ya este domingo. Empiezan las quinielas de la competición por la Concha de Oro y un título como Caníbal crece en el estómago del imaginario colectivo. La sensación que tengo es que la película de Manuel Martín Cuenca tiene la sartén por el mango, va en cabeza, pero todo es mera especulación, más todavía en un evento como el Zinemaldi cuyos palmarés históricamente nos han traído resultados desagradables.

CLUB SANDWHICH Fernando Eimbcke (México) SECCIÓN OFICIAL

Abrimos miércoles con una historia mínima, a lo Carlos Sorín. La estrecha relación de una madre y un hijo adolescente se ve amenazada durante unas vacaciones cuando el chaval se enamora de una jovencita también alojada en el hotel. Trama inocentona y juguetona, tal cual picor adolescente, que se ve con agrado pero que no ofrece más allá de un par de pinceladas a la premisa básica. Rodada con mesura y ninguna prisa, en fotografía fija durante sus alargados 80 minutos -sí, alargados-, uno piensa en las posibilidades de Sofia Coppola con tal propuesta, pues pocos directores son capaces de dotar de personalidad a cimientos tan sencillos. No es el caso de Fernando Eimbcke, que se refugia en un estilo mecanizado de plano fijo, plano fijo, plano fijo sucesivamente y no es capaz de encontrar su espacio. Visible pero sin nada recordable.

A TOUCH OF SIN Jia Zhangke (China) PERLAS

En cambio, el chino Jia Zhangke derrocha estilo en su épica obra a cuatro bandas que muestra episodios de violencia en la sociedad china actual. Un tratamiento polémico que ha llevado a su prohibición en el regimen comunista. Irregular como ella sola, alterna momentos de absoluto delirio en los que no hay reparo alguno en mostrar dura violencia sin contemplaciones con otros tediosos que te desconectan parcialmente de la acción. Es lo que tiene aglutinar cuatro historias que no terminan de cohesionarse como un todo. La impresión es que cuando desaparece la violencia, la película se deshincha notablemente. Así, la historia inicial es un goce para los sentidos con una total libertad para frivolizar y satirizar con los abusos del poder a partir de la venganza, mientras que la parte intermedia se desliga del conjunto escapando del contexto físico de la problemática. Y aunque vuelve a recuperar cierto nivel en su tramo final, la obra maestra se le ha quedado lejos. Una lástima pues la ambición y las maneras no se esconden.

O LOBO ATRÁS DA PORTA Fernando Coimbra (Brasil) HORIZONTES LATINOS

Y quién me mandaría a mí apostar por lo latino, además en portugués. Eso dejémoslo para los desayunos. Todo un telefilm de la peor calaña que parte del secuestro de la hija de un matrimonio en problemas, pues no hay mejor idea para una amante despechada. Una excusa para ofrecernos una radiografía de los cuernos en tiempos modernos. Un espejismo sus diez minutos iniciales de interrogatorios, pues pronto entramos en un flashback alargado con un hombre que escapa de la rutina diaria con su aventura con una jovencita que se obsesiona hasta límites insospechados, nada es inapropiado para quedarse al señor para ella sola. El boicot desde dentro es lo más efectivo amigas, entablar amistad con la esposa y contratar personas de bajo perfil para inventarse nuevos amantes en el otro bando nunca falla. Carnaza pura, pero qué divertido es destriparla. Antena3 estaría contenta para sus tardes de fin de semana.

DEVIL’S KNOT Atom Egoyan (Estados Unidos) SECCIÓN OFICIAL

Seguramente Antena3 tampoco le haría ascos a lo nuevo de Atom Egoyan. Que sabemos lleva su firma por lo que nos lo pone en la ficha de la película, sino nadie me haría pensar lo indicado. Basada en hechos reales, cuando a principios de los 90 tres niños fueron asesinados en un pequeño pueblo, las sospechas recaen en tres jóvenes aficionados a la brujería y los ritos satánicos, que habrían efectuado el acto como un sacrificio en favor del demonio. La chapucera investigación y el juicio posterior, basado en meras conjeturas que pretenden condenar a los chavales, lleva a un investigador (Colin Firth) y la madre de una de una de las víctimas (Reese Witherspoon), a creer en su inocencia. Drama judicial de manual con ningún hueco a la sorpresa, lo que realmente molesta en su tratamiento de los hechos. Puedes hacer una película mala, pero regodearse en el dolor del suceso no es justificable -pues la mami todavía quiere que le corrijan los deberes al nene-. Lo único rescatable de esta mediocridad es que nos lleva a cuatro interesantes documentales sobre el tema alabados por la crítica, la trilogía Paradise Lost y West of Memphis. Habrá que verlos, pues lo que envuelve al crimen es cierto que tiene su chicha.

DALLAS BUYERS CLUB Jean-Marc Vallée (Estados Unidos) PERLAS

La Philadelphia de los nuevos tiempos. Hecho real de un hombre (Matthew McCounaghey) que desafió al sistema médico estadounidense a mediados de los 80 negándose a morir con los brazos cruzados afectado por la incipiente plaga del SIDA, buscando medicamentos ilegales o no aprobados en Estados Unidos para mantenerse con vida. Entre ida y venida cruzando la frontera y ante el éxito de su estrategia, montará junto a un travestido (Jared Leto) una red clandestina de tráfico de pastillas a pesar de la presión de la corrupta industria farmacéutica. Denuncia ligera al sistema, pues nunca llega a decantarse por un tono duro y comprometido, es de reconocer la efectividad de la propuesta, pues lo que se nos cuenta tiene mucho gancho, funciona como un tiro. Con interpretaciones de alto nivel, McCounaghey y Leto serán la comidilla de la temporada de premios, un documento de tiempos convulsos que recupera un cine comercial con aspiraciones más allá de unos conceptos básicos. A reivindicar.

Y a golpe de jueves forcemos la máquina, ya sea a base de películas o fiestas. Si se acaba el caramelo, habrá que achucharlo hasta el último pedazo. Y a la espera de Hugh Jackman. Hay expectación.