Renoir – La fuerza pelirroja | La Cabecita

Renoir fue sin duda uno de los mayores iconos de la pintura francesa del siglo XIX y principios del XX. Pintor impresionista, que pronto se aleja de esa tendencia dado su gusto por las desnudos femeninos inspirados en el rococó, aún así su pincelada y técnica siempre estuvieron impregnadas de impresión, de ese carácter impresionista que nunca llegó a abandonar. A Renoir le interesaba la parte amable de la vida, incluso cuando retrataba a trabajadores, intentaba que el ambiente del cuadro fuera amable, cordial, como un día de campo donde todos los problemas pasan a un segundo plano. Para ello se apoyaba siempre en la naturaleza, en esos campos franceses llenos de color y luz. En su etapa final, la que abarca la película, que comprende los años de 1900 a 1919, el artista se afinca en Cagnes, donde en una majestuosa casa de campo es cuidado de su reuma por unas cuantas mujeres. Allí no ceja en su empeño de pintar, de alcanzar esa perfección técnica que según él nunca alcanzó. La historia nos coloca en este punto, donde Renoir vive solo con su hijo menor, al que no le hace el menor caso. Sus otros dos hijos, Jean Renoir (si, el director) y Pierre Renoir no gozan de su compañía ya que uno, el primero, esta luchando en la I Guerra Mundial y el otro es actor profesional en París. En este punto en el que Renoir ronda los sesenta años, aparece la figura de Andrée Heuschling, una modelo/artista que dará un vuelco a la casa Renoir y a todos sus miembros.

Andrée es una joven de cuerpo despampanante con una sólida idea de llegar a ser artista, para ella trabajar de modelo durante un tiempo con Renoir no es más que sacarse un dinero para lo que venga después. No considera un honor trabajar para él. Al llegar, con sus dotes para enamorar a cada uno de los hombres que se encuentran en la casa, se gana la enemistad de muchas de las doncellas de la casa, ya no tan jóvenes que ven como una joven y engreída pelirroja les roba el protagonismo. Al poco tiempo de estar ella allí llega el hijo mediano del Patrón, Jean Renoir, el que luego se convierte en director y tiene como musa a Catherine Hessling (efectivamente, es Andrée). Estos dos se enamoran rápidamente y Andrée le muestra a Jean las ganas que tiene de triunfar en el cine y que con un poco de dinero podrían juntos ser las próximas estrellas del celuloide. Jean, viene herido de la guerra y lo único en que piensa es en recuperarse y volver, no tiene pensado que quiere hacer ni como lo va a hacer, solo tiene la mente en ayudar a sus compatriotas.

El peso de la película se lo reparten estos tres personajes, Renoir, Andrée y Jean Renoir. El primero, el patrón se dedica a seguir pintando pese a su creciente enfermedad. De él se quiere representar lo duro que se hace la última etapa de un gran artista, que pierde un poco de su tino, le llueven críticas y hasta su hijo Jean le recuerda que ya no pinta como antes que ahora lo hace todo más deprisa. La película consigue una fotografía muy interesante. Como no podría ser de otra forma, para filmar la vida de Renoir, o su decadencia, había que escoger muy bien el uso de la fotografía, la tonalidad de las secuencias y el paisaje. Por suerte Gilles Bourdos y su equipo lo entendieron desde el principio, incluso se llega a ver algún que otro plano difuminado, intentando asemejarse a los lienzos del artista. Busca tonos cálidos, fuertes, de gran contraste, utiliza colores rojos, naranjas y verdes intensos para recrear lo que el propio artista veía a su alrededor.

La fuerza interpretativa de Michel Bouquet y Christa Theret llevan en volandas un buen drama sobre los cambios de una familia acomodada pero que parece abocada al resentimiento. El hijo pequeño vaga por la casa sin rumbo, sin ir al colegio y sin que nadie le ayude. La llegada de Andrée no le reanima, ya que cuando ve que es su hermano mayor es el que se la beneficia, no le gusta, tampoco al padre, que acostumbra a cortejar a sus modelos, en este viaje hasta se deja caer que si su enfermedad se lo permitiera le haría un favor sensual a la bellísima pelirroja, esto se intuye en la película, en una escena muy conmovedora. Así que es Jean el único que la corteja, pero no es por ello, el que se libra de la niñería de Andrée. La cinta deja caer, como diría el propio Jean en sus memorias, que fue Andrée la que le convenció de que dejara el ejercito y con el dinero que había ganado su padre y el que él tiene fueran a trabajar en el cine, así fue, Jean se convirtió en un gran director y Andrée fue su musa en las primeras películas.

Hasta aquí todo bien, nos encontramos con un filme, serio, de esplendorosa fotografía, bellísimos cuerpos femeninos, calidad de manejo de la cámara y unos buenos actores, sobre todo Michel Bouquet, que realiza una interpretación de Renoir acojonante. El problema que le veo a la película es que el contexto acaba engullendo a los propios acontecimientos de la película, a pesar de los esfuerzos de los actores, el drama es engullido por la historia. No se llega a simpatizar del todo con los personajes, al menos por mi parte. Busca la ruptura emocional de un viejo achacado por el reuma, pero no lo llega a conseguir. Posiblemente el director ha querido ser demasiado fiel a la realidad y ahí ha perdido gancho la historia. No critico que quiera ser fiel a la realidad, eso lo aplaudo, pero no quita que lo aplauda para que si una historia tiene poca chicha deje de interesarme por momentos. Es una película bella, seria y agradable, al que simpatice con los personajes le auguro un par de horas de disfrute máximo.

Título Original: Renoir Director: Gilles Bourdos Guión: Gilles Bourdos Música: Alexandre Desplast Intérpretes: Michel Bouquet, Romane Bohringer, Thomas Doret, Michèle Gleizer, Vincent Rottiers, Christa Theret Distribuidora: Golem Fecha de estreno: 9/08/2013