Hablando con Giuseppe Tornatore | La Cabecita

El pasado día 2 tuvimos la suerte no sólo de ver el nuevo trabajo de Giuseppe Tornatore, La mejor oferta, antes que nadie, sino que además el director tuvo el gran detalle de viajar hasta Madrid para presentarnos su trabajo en una larga pero fantástica rueda de prensa. La migliore offerta llega a nuestros cines tras haber arrasado en Italia tanto en taquilla como en los Premios David di Donatello, de donde se marchó con 6 galardones, entre ellos el de Mejor película, Mejor director y Mejor música. Este trabajo, en el que el realizador de Cinema Paradiso, ha contado con actores internacionales, se postula como uno de los más destacados de su admirable filmografía. En una rueda de prensa en la que se mostró cómodo y cercano el ganador de un Oscar nos habló entre otros temas de Morricone, el trabajo con Geoffrey Rush, la crisis que atraviesa el cine y su filosofía entorno a los premios.

 

La primera pregunta que la prensa lanzó al realizador italiano giraba en torno a su trabajo con el compositor Ennio Morricone. En 25 años Tornatore y el artífice de bandas sonoras tan legendarias como las de El bueno, el feo y el malo, Días del cielo o La misión han trabajo juntos en nada menos que 10 películas, incluyendo La mejor oferta. Su relación comenzó con la obra clave en la carrera de Tornatore, Cinema Paradiso, y hasta la fecha podemos afirmar que también se trata del trabajo más remarcable de Morricone en una película del mismo. Tras este largo trayecto que han recorrido juntos se podría decir que ambos ya se conocen a la perfección. En relación a este tema G. T. dijo:

«Ennio y yo llevamos 25 años trabajando. Tenemos una relación muy especial. Nos conocemos bien. En el fondo trabajamos continuamente aunque no estemos haciendo una película porque siempre hablamos de ideas, de conceptos, de métodos sobre cómo aplicar la música a las películas. Cuando hacemos una película juntos siempre encuentro una actitud en él que me sigue sorprendiendo. Ha hecho más de 400 películas y todavía la noche antes de dirigir la música no duerme. Actúa como si fuera un principiante y eso me encanta. Y admiro mucho su capacidad para poner su genialidad a disposición de la película. En esta película, incluso antes de que empezásemos a rodar, cuando leyó el guión, ya empezamos a hablar de la música. Es una relación áurea, perfecta para mí».

Era inevitable no centrarse en uno de los temas que más han llamado la atención de la crítica y el público. Y la pregunta llegó: ¿por qué en inglés y por qué con actores internacionales? Recordamos que el plato fuerte de The Best Offer viene de la mano de Geoffrey Rush, el protagonista absoluto de la cinta. Más tarde el realizador quiso argumentar el por qué de su decisión de trabajar con Rush (El discurso del Rey, 2010).

“Porque esta historia era muy difícil de ambientar en Italia. Habría adquirido un toque de comedia que no le habría venido bien a la película. Me habría obligado a identificar los lugares, porque prácticamente cualquier ciudad italiana te obliga a una identificación de los lugares como si de una crónica se tratase. Y esto habría ido en contra de mi idea de dar a la cinta una ambientación casi indefinida, para así darle más importancia al final en la ciudad de Praga. Esto me llevó a decidir darle una ambientación medio europea o de centro Europa: rodamos en Viena, en el norte de Italia…Y en este momento, cuando aclaramos todo esto, decidimos rodar en inglés con actores anglófonos. Así que fue una decisión que nace de la película».

La siguiente pregunta de los medios se centró en el hecho de que La mejor oferta fue concebida a partir de dos ideas diferentes. En esta cuestión Tornatore se expresó con gran exactitud, transmitiendo el gran aprecio y el interés tan inmenso que profesa por los dos personajes, con perfiles a priori tan diferentes, que encontramos en este filme:

«En 1984, entre muchos de los apuntes que tenía, había uno relativo a una chica que tenía agorafobia. Un amigo me comentó que conocía a un chico cuya hermana tenía este problema; tenía miedo a los espacios abiertos, y no salía nunca de casa. Me pareció muy interesante y escribí algunas ideas. Luego empecé a pensar en una historia que girase en torno a esta chica agorafóbica, pero lo que salió no me volvía precisamente loco… Los apuntes y las notas estaban ahí, quizá cada vez había más páginas sobre este tema, pero cuanto más me gustaba el personaje menos me gustaba la historia que había escrito. Pero muchos, muchísimos años después, por razones diversas, empecé a interesarme por la figura del subastador. Y empecé a escribir historias que también tratasen sobre un agente de subastas. También en este caso me gustaba mucho el personaje pero las historias que había inventado no eran gran cosa. Hasta que un día acordándome de estas dos situaciones, entendí que estos personajes nacidos de historias y momentos distintos, tenían una fuerza de atracción grandísima. Entonces empecé a hacer que interactuaran, y así fue como nació otra historia totalmente diferente a las anteriores, que me gustaba, y decidí escribirla. Así que todo parte del ‘84 pero la parte final, la decisiva, es una historia de hace 6 o 7 años. Pero el amor, el interés por estos personajes es un interés antiguo, por la chica desde el ’84, y del subastador desde hace 10 años».

En este punto de la rueda de prensa se introdujo una de las cuestiones más interesantes el largometraje de Tornatore deja caer. Pero antes de ello la atención se volvió a dirigir al equipo de la película, en este caso hacia Geoffrey Rush. El actor australiano puede presumir de tener un Oscar, dos Globos de Oro, tres BAFTA, cuatro galardones del Sindicato de Actores, un Emmy y un Tony. Vamos, que tiene la estantería bien llenita. Pero además se sigue saliendo en cada una de las películas que hace. Si en El discurso del Rey ya nos dejó boquiabiertos (aunque ahí Firth se lleve los mayores halagos), en La mejor oferta tampoco se queda corto. Con casi 62 años Rush demuestra en este largometraje que puede hacer (casi) de todo y resultar totalmente creíble. Se preguntó al director cuáles eran las cualidades que había descubierto en él como actor.

«Ya durante la escritura del guión, cuando me di cuenta de que no iba a ambientar la película en Italia, empecé a pensar en el rostro de Geoffrey Rush. Cuando terminé de escribir, le mandé una copia del guión, yo no le conocía en persona, y seis días después me dijo: ‘Lo he leído y voy a hacer la película’. Nos encontramos en Toronto porque él no podía venir a Europa y yo no podía ir a Australia, así que nos encontramos a mitad de camino. Y empezamos a trabajar inmediatamente. Nos presentamos durante cinco minutos, y cinco minutos después ya estábamos: ‘Oye, la escena 17, la escena X’. ¡Ya parecía una reunión de trabajo! Y así seguimos durante el resto del tiempo. Trabamos luego sobre todo los diálogos, los personajes, e incluso cuando empezó el rodaje, por la noche, ibas al restaurante y veías a Geoffrey con su guión. Ha sido una preparación muy larga. Pero él tiene una relación muy fuerte con su trabajo y con los personajes que interpreta, pero sin ser obsesivo. Es alguien muy luminoso, muy alegre, ocurrente y gracioso, su método es fuerte y está acompañado de una ligereza y una simpatía poco común. Es el típico actor que cuando terminas una película te gustaría empezar una nueva inmediatamente después. Es divertido, y el empeño y las ganas que pone en los personajes son absolutas».

En cuanto a la relación entre la vida y el arte, que tan presente está en este trabajo, se preguntó a Tornatore haciendo referencia a una frase de François Truffaut: «El cine es mejor que la vida». En La mejor oferta podemos ver cómo un hombre que vive obnubilado por el arte termina por desentenderse de una realidad que considera absurda y por la que carece de interés. A todo esto el director italiano respondió de la siguiente manera:

«En efecto, como tú dices, Truffaut decía que el cine era mejor que la vida. Es una frase que me recuerda mucho a una de Hitchcock que decía: ‘El cine es como la vida pero sin los tiempos muertos’. No es una casualidad que Truffaut dijese esa frase, tiene mucho de Hithcock. Y estoy de acuerdo con ambos, pero tengo la sensación de que cuando se piensa que el arte puede anular completamente la vida, es decir, vivir el arte rechazando la vida, esto solo puede crear monstruosidades. Por ejemplo, si salgo de Roma para venir a Madrid y lo vivo como una película, en un filme eso es un minuto, y en verdad tardo tres o cuatro horas en llegar. Durante estas cuatro horas quizá no ocurre nada interesante en mi vida, entonces estaría bien cortarlas y vivirla de otra manera, pero puede ocurrir que se puedan dar cosas interesantes… Volviendo a mi película, el protagonista piensa que basta con sublimarlo todo en el arte, es una persona que no sabe amar, que nunca ha amado, que no sabe ni siquiera mirar a una mujer a los ojo. El deseo natural del amor él lo sublima en la relación que tiene con los retratos de las mujeres, y es alguien que sabe distinguir perfectamente entre una obra de arte falsa y verdadera. Pero como rechaza la vida, no entiende nada de ella, así que si alguien le dice una verdad o una mentira, él no lo entiende. Al final es un personaje completamente diferente porque descubre que la vida hay que vivirla arriesgando, incluso manchándose las manos, posiblemente sin guantes, pero al final cuando ha aprendido esta lección es mucho más simpático. Este es un poco el arco del filme».

Una de las cosas que halagamos tras haber visto The best offer es su exquisita fotografía y dirección artística. Y precisamente una de las preguntas que se lanzó a G. T. estaba relacionada con esto. En un filme en el que se intenta ilustrar, entre otras cosas, la belleza del arte, este aspecto técnico era muy relevante, aunque Tornatore se mostró contundente:

«El objetivo principal de la película no era contar la belleza del arte, ni su historia. Pero el personaje se mueve en este mundo y ese es su lenguaje por lo que era algo muy importante. Teníamos que centrarnos en cómo representar este ambiente, en el que él va coleccionando todos estos retratos de mujeres. Obviamente ha habido un trabajo muy complejo de preparación, estos retratos femeninos… ¿Qué retratos tenían que estar presentes? Teniendo en cuenta que el personaje en la vida cotidiana cuando encuentra a una mujer nunca la mira a los ojos, las figuras femeninas que aparecen en los retratos tenían que mirarle a los ojos, porque así parece que lo observan a él, que nos miran a todos, y eso fue algo difícil para los técnicos que se encargaban de buscar el atrezzo, aunque la selección fotográfica, los ambientes, también fueron muy importantes. Por ejemplo, el interior de la villa en la que vive la protagonista femenina, con los frescos y demás, que es una idea muy visual, está desvelando continuamente cuál es el sentido de la película, por tanto eran decisiones que aparentemente parecían técnicas pero que en realidad estaban en línea con el tema de la película. Creo que era la manera más acertada de proceder, quizá llevase más tiempo pero…» .

Cuando se le preguntó a Giuseppe acerca de las influencias que había utilizado para dar forma a La migliore offerta, haciendo alusión a la presencia de características del cine de Polanski, Hitchcock y de De Palma, el director lo tuvo claro:

«Te doy las gracias, y me lo tomo como un cumplido. Pero si te dijera que cuando me planteé hacer esta película dije: ‘Voy a hacer una película hithcockiana, depalmiana o polanskiana te diría una gran mentira. No pienso en ninguna referencia cuando hago una película porque si pienso en ello me bloqueo. No sé si hay una referencia a Polanski en mi película, si la hay estoy encantado por ello, pero si en efecto hay una, ha sido algo involuntario, que no he buscado. De hecho, cuando se ve en una película una llave, una puerta cerrada con llave o una cerradura, todo el mundo piensa en Hitchcock, ¡como si él hubiese inventado las cerraduras! Es como cuando sacas un payaso y piensas que haces referencia a Fellini, ¡los payasos existían antes de Fellini! Creo que el mundo de las citas y de las referencias es muy difícil. En mi opinión la cita más sincera es la inconsciente«.

En un momento de la película, el personaje de Geoffrey Rush le pregunta a uno de sus asistentes acerca de la mujer y el amor, a lo que éste le responde así: «Una mujer es como una subasta. Nunca sabes si es la mejor oferta». Se preguntó a Tornatore sobre esa inseguridad, sobre si alguna vez se ha encontrado en una situación, en el amor o el cine, en la que no supiera si era la mejor oferta. Una pregunta personal, para crear un poco de complicidad entre el realizador y los asistentes, a la cual el director respondió con una gran sonrisa.

«Nunca lo sé. Te puedes dedicar durante 24 horas a tu oficio y siempre tienes la sensación de que no es bastante. O como en el amor, que piensas que has dado todo lo que has podido dar y te das cuenta de que eso no basta, de que podías haber dado más, o peo aún, que piensas que los otros podían haber dado más. Es una subasta. Una puja difícil».

«En un momento de la película Donald Sutherland le dice a Geoffrey Rush que el saber de arte y tener un pincel no significa que seas un artista. ¿Esa metáfora se puede aplicar al cine actual?». Con esta pregunta se abrían dos de los temas más interesantes de la rueda de prensa. Uno acerca de la imperfección del cine y su capacidad para transmitir y el otro sobre la situación del cine actual, no sólo en Italia sino a nivel mundial. La reflexión de Giuseppe Tornatore sobre este último tema fue realmente interesante, y bien es cierto que en su película se esconden algunas frases como esa cuyo significado se puede extrapolar a la realidad cinematográfica actual.

«Es un principio que se puede aplicar a todo. Cuando estás viendo una película o en museo y estás frente a una escultura o leyendo un libro, adviertes siempre lo que Rush llama en la película ‘una herida’. No basta con tener pinceles sino que tienes que tener una herida, una cierta sensibilidad, y tú cuando ves una obra de arte adviertes inmediatamente si existe o no, pero además de difíciles inexplicable, no sabes por qué, pero enseguida te das cuenta. Una película puede ser imperfecta pero te transmite enseguida un dolor, una sinceridad o un encantamiento que una película que puede ser más perfecta no puede darte. Aunque afortunadamente también puede pasar, que esta huella te la deje una película perfecta».

Era inevitable que alguien no encontrase conexiones entre esta película y algún trabajo anterior de Tornatore. Y lo cierto es que en este caso no se trata de algo rebuscado, ya que la colección de retratos de mujeres que tiene el Sr. Oldman (Geoffrey Rush) se podría comparar con el final del mayor éxito del Tornatore, Cinema Paradiso, con todos esos trozos de películas de mujeres…

«Te confieso que no eres la primera persona que me lo dice. Nunca lo pensé cuando hice el filme, pero cuando se estrenó la película hubo quien me dijo que los cuadros de las mujeres de esta película le recordaban a los besos cortados de Cinema Paradiso. Es verdad que nunca lo pensé, ni cuando escribía el guión ni cuando rodé la película, pero cuando alguien me lo dice me parece algo plausible. Es uno de los misterios de nuestro trabajo, hay temas que llevas toda la vida contigo y que luego vuelven a surgir en otros contextos o en otras imágenes, más allá de tu propia voluntad«.

Tornatore también se mojó al hablar de la falsedad del arte moderno, un tema (el de la falsificación) que sin ser el eje central de su nueva película sí está presente durante todo el metraje (aunque siempre aplicado a pinturas antiguas).

«Se puede aplicar la regla anterior, incluso con el arte moderno. A veces me encuentro delante de una obra que enseguida me transmite una emoción. Y otras no. A veces me parece que se han puesto colores sin más y a veces me da la sensación de que no hay nada, y a veces me da la sensación de que detrás de esas manchas de colores tan incoherentes hay un proyecto, nervio, y que se puede descubrir. Y cito la pintura pero podría citar cualquier tipo de arte moderno».

Durante el encuentro se siguió hablando sobre la cuestión de la perfección y la imperfección en el cine. Una periodista preguntó a Tornatore lo siguiente: “Como ha dicho existen películas imperfectas que transmiten mucha sensibilidad, como puede ser Cinema Paradiso, con la que se llevó un Oscar, y luego otras películas quizá más perfectas, con las que también se ha sumergido en nuevos géneros, pero que no le han reportado premios e incluso críticas negativas. ¿Qué opinión tiene de los premios?», a lo que el italiano respondió de la siguiente manera:

“Muchas gracias porque en tu pregunta das por hecho que he hecho películas perfectas y de eso no me había dado cuenta. Para mí son todas imperfectas, siempre se podían haber hecho mejor. Luego hay algunas que han tenido éxito, otras menos, y algunas que ninguno. Además hay diferentes formas de éxito. La película de menor éxito de mi carrera fue Una pura formalidad, la hice en el ’93 y no ganamos ni una lira con ella. Ahora todo el mundo me escribe sobre ella. Se ha convertido en una película de culto. A los que no les gustaba mi cine me dicen: ‘No, pero esa es buena’. Por tanto es muy difícil saber cuándo una película puede tener éxito, además ahora la vida de las películas es tan larga que muchas veces no sabes cuándo puede llegar el éxito (si es que llega), y en todo caso no tienes que esperarlo. Cuando Cinema Paradiso salió fue un fracaso total, el mayor de mi vida. Y un año después, cuando la película empezó a promocionarse en el resto del mundo, se convirtió en el éxito que todos conocéis. En cuanto a los premios, los premios te gustan cuando llegan, sería hipócrita no reconocerlo, pero es de sabios olvidarse de ellos al día siguiente de recibirlos. Por ejemplo con el Oscar, que para mí fue la experiencia más fascinante de mi vida, quizá por educación era muy consciente de que estaba muy bien, que había que guardar ese momento maravilloso, pero al día siguiente hay que volver a trabajar. No puedes llevarte los premios contigo, no puedes pasarte la vida pensando ‘he ganado un Oscar’, ‘me han dado un aplauso’, ‘he ganado X David di Donatello’. No, no puede ser así, tienes que volver a trabajar».

Como hemos anunciado anteriormente, en la rueda de prensa se hizo alusión a la situación de la industria del cine en Italia. La mejor oferta ha tenido muchísimo éxito en su estreno, con un millón y medio de espectadores en el país europeo, una cifra espectacular por la que había que preguntar a Tornatore.

«La situación en Italia con relación a la industria cinematográfica me parece muy similar a la que se vive en Italia. Aparte de la gran crisis económica que vivimos todos y de la que somos víctimas, nuestra industria también se ha tenido que arrodillar por culpa de la piratería. La crisis también se debe a que el público ya no va a la salas de cine como iba antes, hay una franja de público que hasta hace unos pocos años iba alguna vez al cine y que ahora no va nunca, prefiere quedarse en casa. Quizá porque no es tan barato como era antes. Antes se decía, sobre todo en los circuitos de las distribuidoras, que las épocas de crisis eran las mejores para el cine porque era el espectáculo más barato y la gente prefería ir al cine que marcharse de vacaciones, pero eso ya no es así. Hay que resignarse a la idea de que la sala de cine ya no es ni será el elemento esencial de la vida de una película. Creo que seguirán existiendo salas de cine, no desaparecerán nunca, pero la vida comercial de una película ya no coincide exclusivamente con la proyección o el tiempo que permanece en la sala. Esperemos solo que los varios soportes que existen ahora en los que se pueden ver películas, cada vez sean más perfectos y permitan ver las películas de la mejor manera posible. Y volviendo a la crisis, en Italia también se hacen menos películas ahora, y este es el aspecto más triste. Por ejemplo, el éxito imprevisto de mi película en Italia ha puesto un poco encima de la mesa esta cuestión. Antes de que saliera mi película se había impuesto la idea de que la gente se había resignado a ver comedias, porque sólo hacen taquilla las comedias. Así que mi película tenía todas las características para no funcionar, y no, he hecho una taquilla increíble, y esto demuestra que el público no quiere que se le den únicamente un tipo de películas, el público quiere una oferta variada. Un día se quiere reír, e irá a ver una película que le haga reír, pero si un minuto después quiere ver otra película diferente debe tenerla. Pero claro, el hecho de que cada vez estemos más obligados a hacer menos películas nos impide proporcionar esta oferta tan articulada en cuanto a géneros, y esto empobrece aún más nuestra industria. Y por otra parte, para cerrar este argumento, hay que recordar que al cine cada vez va menos gente, pero el número de películas que se ven a diario en todo el mundo es mayor. Es evidente que hay una fractura, una paradoja en estos datos. Se producen cada vez menos pero se ven cada vez más. Espero que el mundo del cine termine por darse cuenta de que tiene que proporcionar esta oferta al público porque es lo que quiere, y espero que esto se pueda hacer gracias a la tecnología, y aquí empalmo con la segunda pregunta».

[¿Qué opina de la reconversión de los cines con motivo de la tecnología digital?]

«Yo soy el director de Cinema Paradiso. Adoro las películas en 35 mm, adoro los proyectores de 35 mm, he visto uno a la entrada y me ha encantado. Lo sé montar y desmontar porque los he usado durante muchísimos años a lo largo de mi vida. Por lo tanto ese mundo estará en mi corazón siempre. Pero esto no me limita u obliga a estar ligado a esa técnica. Hoy desgraciadamente el trabajo, la elaboración en 35 mm no te da la misma calidad que hace 30 años, y eso es una pena. El digital me da posibilidades que no me da la película en 35 mm, así que hice esta película en digital y fue una gran experiencia, y no me arrepiento de ello. Es verdad que me disgustaba que durante el rodaje no hubiera tirados por el set trozos de película, pero no he sentido nostalgia por el productor que siempre venía a preguntarte: ‘¿Cuántos metros habéis tirado? ¿Cuántos metros habéis tirado?’«.

El valor autobiográfico de Cinema Paradiso es más que evidente, pero en La mejor oferta esos rasgos no son tan evidentes. ¿Hay algo de la vida de Giuseppe Tornatore en este trabajo?

«Cuando se dice que en cada película hay algo de autobiográfico no se dice ninguna mentira. Pero en mi caso ha habido películas muy autobiográficas como Cinema Paradiso o Baarìa… Y otras como La mejor oferta, La desconocida o Una pura formalidad que son tan objetivas que no tienen nada que ver con la vida. Me gusta hacer zigzag, mi filmografía no es lineal, siempre que puedo cambiar de camino lo hago con mucho gusto. Y también cuando puedo volver a lugares o temáticas que ya he tratado antes me gusta hacerlo, porque he podido alejarme y luego volver».

Ahora que se está hablando de un resurgimiento del cine italiano, es inevitable no querer conocer la opinión de un grande como Tornatore. Por eso la siguiente pregunta se centró en cómo el realizador, que durante décadas ha sido la cara visible del cine italiano en el exterior, se llevaba con los nuevos realizadores italianos que están cosechando éxitos tanto en Italia como fuera (véase las grandes críticas que se llevó en el pasado Festival de Cannes Paolo Sorrentino por La grande belleza).

«Estoy encantado cuando nacen nuevos directores que saben conseguir el afecto tanto del público italiano como el del público de fuera. Porque cuando yo voy al cine dejo mi oficio en casa, me vuelvo espectador, y para mí descubrir nuevos directores y películas interesantes, es música para mis oídos. Tengo buenísima relación con los nuevos directores italianos, cuando veo una película que me gusta, hablo con ellos y les doy la enhorabuena. Nunca he tenido ningún tipo de celos. Puedo ser responsable de unos ciertos celos transitivos, pero nunca puedo ser responsable de unos celos intransitivos que me tengan a mí como objeto. Lo siento, cuando sucede, porque a veces sucede. Pero siempre he tratado de no ocupar demasiado sitio, cuando he tenido esa sensación he intentado alejarme de la escena».

La rueda de prensa estaba llegando a su fin. Y una de las últimas cuestiones que se lanzó al director italiano tuvo que ver con el hecho de que el éxito le llegase tan pronto con Cinema Paradiso (con 31 años). Aunque Tornatore defienda que cuando se gana un premio lo mejor es olvidarse del mismo al día siguiente, el público no lo hace tan fácilmente….

«Nunca he tenido complejo de Oscar. Y nunca me ha preocupado que una de mis películas haya tenido menos éxito que la que ha ganado el Oscar. Has citado Una pura formalidad y Todos están bien en tu pregunta como ejemplos de películas que no han tenido una gran crítica con respecto a Cinema Paradiso. Bien, pues las peores críticas que he recibido en mi vida fueron por Cinema Paradiso, al principio. Por tanto la relación entre una película y el público, teniendo en cuenta que ahora la vida de la película se ha alargado, no es inmanente, no es momentáneo, sino que va cambiando. Pero es importante hacer una película poniendo todo tu empeño y la máxima sinceridad. Puede pasar que una película se estrene y haga calor, la gente decida que no va a ir al cine a verla, y a los críticos no les haya gustado, pero pasan los años y luego te dicen ‘esa película no está nada mal’. Por ejemplo en La mejor oferta, es verdad que me esperaba que la película funcionara un poco, pero no que tuviera el éxito que ha tenido. No pensaba que tendría más taquilla que La desconocida, y ha obtenido más del doble. Quizá en 10 años me dirán: ‘Sí, pero Una pura formalidad es mejor que La mejor oferta’. El secreto es que cuando hagas una película lo hagas como si estuvieras dirigiendo la más importante de tu vida. Bertolucci dijo una vez: ‘Cuando estás rodando un encuadre, tienes que pensar que es el último’, para así darte cuenta de cuán importante es, y en qué medida tienes que poner toda tu energía y todo tu empeño en él. Quizá no sea el último, y quizá no sea el mejor de la película, pero cuando estás haciendo ese encuadre tienes que pensar que es el decisivo, no de la película pero sí de tu vida. Además el público tiene todo el derecho para que una película le guste inmediatamente y luego la odie, e incluso los críticos a veces cambian su opinión, y puede que hasta a peor. A veces algunos críticos dan una crítica un poco contenida, sin mojarse, luego esperan la reacción del público y si les gusta, se abren y dicen que es fenomenal, y si al público no les gusta, arremeten contra ella».

La migliore offerta además de contar una historia de amor con el mundo del arte de fondo también trata el tema del dinero, y de cómo puede corromper y provocar situaciones desastrosas. En este trabajo de Tornatore todos son mala gente pero inexplicablemente, nos caen bien.

«Históricamente los malos son los más interesantes. Cuando hice la primera proyección de La mejor oferta, hubo una periodista italiana que me escribió porque le había gustado mucho la película. Me dijo: ‘Me gusta la película, la historia de amor… Pero sobre todo el hecho de que en ella se cumple una ley importante… Todo el que roba tiene que pagar».

La última pregunta volvió al tema de la perfección: “Ha dicho que sus películas son imperfectas. Pero curiosamente con Cinema Paradiso se lanzó hace unos años el montaje del director. ¿Se convirtió entonces en una película perfecta?”:

«No era el nuevo montaje, era el primer montaje de la película. Luego tuve que cortar media hora de película y entonces los distribuidores, después del éxito del filme, decidieron sacar al mercado la edición del montaje original. En cuanto al concepto de perfección, ya veis cómo es algo relativo. Lo que para uno es perfecto para otro es imperfecto. Pero es bonito que todo el mundo pueda juzgar las películas en contradicción con otros. Imaginaos lo aburrido que debe de ser un mundo en el que una película es magnífica para todos y otras son horribles. Sería un mundo invivible».

Y así terminó una fantástica charla de algo más de una hora. Gracias a todos. ¡Hasta la próxima!