El hombre de acero – El Superman de Snyder es espectáculo puro pero carece de alma | La Cabecita

Gracias a nuestros compañeros de SensaCine, La Cabecita pudo asistir el pasado 20 de junio al preestreno en Madrid de la nueva película de uno de los superhéroes más importantes y emblemáticos de la historia del cine: El hombre de acero. ¡Muchas gracias compañeros!

Durante muchos meses hemos visto cómo no dejaban de llegarnos imágenes del rodaje, pósters, tráilers y todo tipo de avances con motivo del estreno de la nueva película de Superman. Zack Snyder llegó a la dirección de Man of Steel después de que la cinta se concibiera en un principio como una secuela de Superman Returns (que iba a ser dirigida por Bryan Singer), más tarde sonaron los Wachowski, los hermanos Nolan (aunque Christopher Nolan no se ha despegado del guión), Darren Arofnosky, a quien me habría gustado ver desenvolviéndose en una superproducción así, y finalmente Snyder, que con numerosos filmes de acción a sus espaldas y un estilo visual muy peculiar, se convirtió en el director definitivo. La noticia en torno a quién encarnaría al superhéroe más famoso de DC Comics (con permiso de Batman) también creó muchísima expectación. , un joven actor británico, sería el encargado de enfundarse uno de los trajes más famosos del mundo del cómic, y que años atrás ya habían llevado con dignidad actores como Christopher Reeve o Brandon Routh. Otros nombres como Jon Hamm, Patrick Wilson o Joe Manganiello sonaron para el papel pero finalmente Cavill, que tan sólo se había enfrentado a dos papeles protagónicos con anterioridad (Immortals y La fría luz del día) fue el elegido. Muchos eran los aspectos que habían conseguido que el interés hacia El hombre de acero fuera inmenso: las imágenes revelando el traje del superhéroe, las últimas incorporaciones al cast, los grandilocuentes tráilers, la prometedora dirección de Snyder y la supervisión del guión por parte de Nolan… Todos estos motivos harán que Man of Steel logre unas cifras estratosféricas en taquilla y también que se convierta en el estreno del verano, pero es muy probable que tras todo el hype acumulado durante este tiempo (y con razón), más de un espectador se sienta decepcionado por el resultado.

Después de ver Man of Steel muchos se preguntarán si en verdad el auge de este (sub)género está beneficiando en algo al cine. Lo que está claro es que económicamente estas cintas funcionan a la perfección. Algunas son conscientes de su propia naturaleza y no juegan a ser más de lo que en realidad son (la saga de Iron Man por ejemplo), y se limitan a entretener a base de secuencias espectaculares y algún que otro momento divertido, y otras se creen más listas que el espectador. El hombre de acero divaga entre esos dos tipos de películas, aunque se decanta más por la segunda. Es inevitable no hablar de Christopher Nolan cuando fue él quien resucitó el cine de superhéroes en 2005 con el estreno de Batman Begins, y aunque no soy una entusiasta de su trilogía reconozco que tiene mucho mérito todo lo que ha logrado en los últimos años (aunque muchos de sus trabajos anteriores dan mil vueltas a The Dark Knight), pero tras ver la nueva película de Snyder siento que los filmes de Nolan fueron una excepción. El cine de superhéroes es cine palomitero, no quiero decir que un filme de este tipo no pueda hacerte pensar, pero sí es cierto que está concebido para entretener de una manera muy sencilla, y como ejemplo reciente está Los Vengadores, por eso que El hombre de acero juegue a reflexionar sobre cada cuestión relacionada con la moral del ser humano me parece una fallo garrafal, y aunque ofrezca buenas dosis de acción, con sus explosiones y peleas, lo cierto es que en suma Man of Steel es un producto flojo, con grandes problemas de ritmo y narración.

No juzgaré Man of Steel como adaptación de cómic, puesto que nunca he leído nada de DC Comics, por eso me centraré en su valoración como producto cinematográfico. Y por ello me resulta inevitable no comparar el trabajo que hizo Richard Donner en su día con Superman: la película y el que ha hecho ahora Snyder con El hombre de acero. Admiro mucho la manera de crear espectáculo que tiene Zack Snyder, la estética de sus películas me resulta fascinante y esperaba algo de ello en su viaje por Krypton, pero me he quedado con las ganas. Toda su habilidad para crear atmósferas sombrías y dejar boquiabierto con los efectos digitales que caracterizan a todos sus filmes desaparecen aquí. Bien es cierto que hablamos de Superman y no de Leónidas, que los escenarios son muy diferentes, pero el Snyder que a mí me conquistó aquí brilla por su ausencia. Sin embargo, Donner consiguió con muy pocos recursos crear un filme memorable, con escenas que se recordarán durante toda la historia, fabricó un producto emocionante, entretenido, divertido y perfectamente estructurado. Snyder adapta la vida de Clark Kent con torpeza, provocando que los sentimientos de los espectadores se mezclen, que se desoriente. Y el problema está en la manera de contar la historia, tan patosa como cargante, que perturba al público con una sucesión de secuencias muy mal conectadas y con un tratamiento de los personajes, además de superficial, muy inapropiado. En la película original todo eso se consiguió, y no hicieron falta 225 millones de dólares.

Clark Kent (Henry Cavill) es un joven periodista que posee poderes sobrehumanos. Cuando era un niño, fue enviado a la Tierra desde Krypton, un lejano planeta muy avanzado tecnológicamente. Educado en los valores de sus padres adoptivos, Martha (Diane Lane) y Jonathan Kent (Kevin Costner), llega a la conclusión de que esos poderes le exigen grandes responsabilidades: no duda entonces en transformarse en Superman, el Hombre de Acero, para proteger no sólo a los que quiere, sino también para representar una esperanza para el mundo.

El mayor fallo de Man of Steel es su narración, caótica donde las haya, especialmente su primera parte, en la que el espectador contempla atónito un ir y venir de escenas inconexas que conseguirán que éste pierda todo su interés por la película. En este tramo del filme de Snyder, a excepción del momento en el que Krypton es destruida, en el que disfrutamos de un Russell Crowe en plena forma y unos efectos más que espectaculares, echamos en falta momentos tan míticos como la bienvenida de Superman a su nuevo hogar. La falta de atención a la vida de Kent como niño/adolescente no nos permiten sentir demasiada empatía por los personajes, y en su lugar nos encontramos con flashbacks inútiles, algunos de ellos ridículos (la muerte Jonathan Kent es irrisoria), reflexiones bañadas de solemnidad y profundidad y que terminan por agotar psicológicamente al espectador, y transiciones inexplicables. Esta nueva película de Snyder puede ofrecer espectáculo en momentos puntuales, y está claro que la tecnología ha ayudado a que las escenas de acción sean muchísimo más impresionantes que las de antaño, pero el juego narrativo del que podría haber sacado provecho, con la llegada de Clark a la Tierra, su intento por adaptarse, la doble personalidad…, se pierden por completo en favor de un montón de discursos innecesarios.

Superman no es un personaje que requiera una actuación memorable. De los actores que han encarnado al superhéroe creado por Jerry Siegel y Joe Shuster ninguno se ha caracterizado por la versatilidad ni por una gran capacidad de expresión. Pero Henry Cavill, aunque tenga una complexión idónea para un papel tan físico, deja mucho que desear como el Hombre de Acero, ya que dos son las expresiones con las que nos deleita durante las más de dos horas y media de metraje. A pesar de que Reeve no era ni mucho menos el mejor actor de la historia, el carisma que desprendía en las películas de Superman en las que participó hicieron que el público se lo creyese como superhéroe y le acompañase con mucho gusto en todas sus aventuras. El resto del reparto está correcto, sin ser ninguna de sus actuaciones especialmente destacable. La cara de Michael Shannon nos infunde miedo aún sin que éste haya abierto la boca, y del resto, quitando a Crowe, que tiene algún momento de brillantez hacia el final del filme, poco se puede añadir. No se saca provecho de prácticamente ningún personaje (lo de Costner es muy triste), y ni siquiera la historia de amor entre Lois Lane y Superman es creíble. Snyder se preocupa tanto por intentar embellecer cada diálogo con imágenes majestuosas y música celestial que la atención a los personajes y la parte argumental hacen aguas casi en la totalidad de la cinta.

Aún así Man of Steel tiene algún momento de lucidez, como la primera vez que Superman aparece con el traje, sus pruebas de vuelo, o los enfrentamientos cuerpo a cuerpo con el general Zod. La cinta de Snyder consigue, ya no sólo entretener, algo que ya dábamos por hecho muchos, sino que de vez en cuando nos sorprende con alguna línea extrañamente divertida (no sabemos si sin querer). La banda sonora, aunque nunca llegará a la altura de la original, es magnífica. El problema es que su uso es excesivo y cada momento “cumbre” está remarcado por las notas de Hans Zimmer. La parte final de El hombre de acero está mucho mejor encauzada en todos los sentidos que el resto del largometraje, y es muy probable que la batalla final no encuentre detractores, porque está perfectamente coreografiada y los efectos especiales son sensacionales.

Lo mejor: La batalla final y los efectos especiales.

Lo peor: El torpe y por momentos ridículo modo en el que se desarrolla la trama.

Nota: 5,5/10