It's such a beautiful day – Una película oscura, profunda y emocionante | La Cabecita

It’s such a beautiful day entró en la Sección Oficial del Festival Cine-On en el último momento, tras anunciarse que Wolf Children, la película que se iba a presentar en un principio, se proyectaría en un Festival de cine español muy pronto. Acorde con la filosofía del Festival, los programadores se vieron obligados a sustituir la cinta japonesa de Mamoru Hosoda por la obra de Don Hertzfeldt. Lamenté enormemente este cambio porque pude ver Wolf Children en la X Muestra de Cine Fantástico y me dejó tan impresionada que no me hubiera molestado volver a verla con motivo del Festival Blogger de Cine Inédito Online. Aún así poner It’s such a beautiful day en su lugar ha sido un gran acierto, ya no sólo porque existe cierto interés en todo lo que hace Hertzfeldt, que ha conseguido cierta repercusión gracias al éxito de los cortometrajes que ha venido estrenando desde 1995, sino porque el estilo de la película (una recopilación de sus tres últimos cortos) viene perfecto a este festival: cine experimental, animación minimalista, diálogos y/o reflexiones en tropel que dan juego para iniciar grandes debates… Se trata sin duda de uno de los filmes que destacarán dentro de la Sección principal del Festival, por su ingenio y profundidad y por su sencillez visual pero complejidad argumental. Y aunque la cinta no me ha entusiasmado tanto como a la gran mayoría, reconozco que se trata de un trabajo difícil, bastante bien definido, que consigue transmitir muchísimo con muy poco.

It’s such a beautiful day está compuesta por tres cortometrajes de Hertzfeldt, Everything Will Be Ok (2006), I Am So Proud of You (2008) e It’s such a beautiful day (2011). Aunque para 2006, cuando se estrenó el primero de los cortos que forman esta película, el animador ya había estrenado grandes trabajos como Género, que se llevó la Placa de Plata al Mejor documental en el Chicago International Film Fest, o Lily and Jim, que esta vez se alzó con la Placa de Oro (además de conseguir otros 23 premios internacionales), lo cierto es que fue a partir de Everything Will Be Ok cuando el público empezó a considerar a Hertzfeldt un realizador capaz de crear grandes obras, y fue entonces cuando alcanzó notoriedad a nivel mundial. Creo que los trabajos de este innovador director funcionan mucho mejor en formato pequeño, sus historias y su manera de desarrollarlas calan mucho mejor en el espectador si simplemente lo impresionan durante un breve periodo de tiempo. Don Hertzfeldt lanza tal cantidad de reflexiones en sus cortometrajes que es muy probable que el espectador se sienta avasallado viendo este largometraje de 62 minutos, e incluso es posible que pierda el hilo de la narración y desconecte. Sin embargo, habrá quien considere que de esta manera entramos en la mente enfermiza del protagonista de la cinta. Es de lo poco que se le puede achacar a este trabajo, porque es innegable que It’s such a beautiful day trata temas como la rutina, el amor, la soledad, los sueños, la familia, los recuerdos y, sobre todo, la muerte, de una manera tan hipnotizadora y peculiar, que cuesta despegar los ojos de la pantalla.

It’s such a beautiful day se centra en la vida cotidiana de Bill, quien vive sumido en un profundo mar de reflexiones. Bill se detiene a observar su vida, su mundo… Paseando se encuentra con un conocido del que casi no recuerda nada, así que ambos se cruzan pero no se paran a hablar. Bill va al supermercado y se cruza con gente extraña que quizás no vuelva a ver jamás. Los observa pero no interactúa con ellos. Tan solo intercambia unas palabras con la cajera y la conversación se le antoja frustrante. Bill se sienta en un banco y piensa… Poco a poco, repasando las actividades que Bill realiza iremos descubriendo que no está del todo bien.

El primer capítulo de la película, Everything Will Be Ok, en algo menos de 20 minutos, hace un repaso muy inquietante por las obsesiones que nos acosan día a día: la rutina («Bill pensó en cuántos días de su vida había perdido repitiendo los mismos rituales en su piso, pero siendo realistas, aquello era su vida y lo inusual era cuando hacía otras cosas»), la soledad ante la ausencia de amor y el eje central de It’s such a beautiful day, la muerte, el desequilibrio. Se ha comentado que este largometraje tiene mucho del Burton más tenebroso y del David Lynch más alocado y onírico (lo que viene siendo siempre), y en este fragmento de la cinta las influencias de este último son más que evidentes, especialmente por esos sueños del personaje principal en los que la muerte tiene tanto peso, y por el aspecto surrealista, presente hasta en las visitas de Bill al supermercado. La música, tan desagradable como necesaria, el montaje y la apuesta por lo inexplicable hacen que momentos de esta parte se instalen en nuestra memoria y no se marchen de ahí en mucho tiempo. Everything Will Be Ok se alzó con el premio a Mejor cortometraje en el prestigioso Festival de Sundance, además de salir victoriosa de los Premios Annie, el Festival de Chicago y el Fant-Asia. Una apuesta arriesgada cuyo éxito se vería multiplicado con su siguiente entrega…

I Am So Proud Of You, con más de 15 premios internacionales, siguió contándonos la vida de Bill, quien tras haberse recuperado de su problema mental se ve obligado a lidiar con otros asuntos. Esta es la parte más emotiva del largometraje, y la mejor para una servidora. Es aquí cuando se ensalza el valor de la familia, una familia (la de Bill) que se ve acosada por los problemas desde que nuestro protagonista era pequeño. Camufladas por su sugestivo estilo, Hertzfeldt habla en este fragmento de la necesidad de pertenencia y protección que va adherida a la familia, del amor imperecedero («El abuelo murió 11 años antes que la abuela. Se solía sentar a su lado cada domingo, y todavía le ponía delante su cartón del bingo»), y el sacrificio que conlleva demostrar a alguien que le quieres de manera incondicional, como el momento en el que Bill descubre que su madre ensayaba la frase que le ponía («I am so proud fo you») en su fiambrera para escribírsela lo más perfecta posible. Aunque la idea en la que se basa este fragmento me parece la más interesante de todo el filme lo cierto es que también es en éste en el que existen los mayores problemas de ritmo, ya que en algún momento el director da demasiado tiempo a detalles que en verdad no lo merecen.

 

El segundo fragmento cierra con una recaída de Bill, sobre la cual se desarrolla todo el tercer acto. En It’s such a beautiful day Bill cada vez guarda menos recuerdos sobre su vida y ve cómo poco a poco se va apagando entre evocaciones que no sabemos si son reales o no («los años se escurren de su cabeza»). En este punto del largometraje es cuando el filme se vuelve más filosófico, pero siempre manteniendo una estética minimalista y oscura. En 23 minutos Don Hertzfeldt, que ya ha conseguido que el público sienta total empatía por Bill, un personaje hecho con unos cuantos palitos, y se crea todas y cada una de sus acciones, reflexiona, entre otras cosas, sobre el valor de la cosas cuando nos encontramos al borde del abismo (la secuencia de la búsqueda del padre es fantástica). Con un Bill totalmente desestabilizado, que repite una y otra vez sus rutinas, pero que empieza a apreciar todo con mayor detalle y a lanzarse en la vida (quizá demasiado tarde) este corto termina con un brillante alegato sobre la fuerza interior del ser humano.

“Bill sobrevivirá hasta que el tiempo pierda todo significado. Vivirá hasta que todas las luces se apaguen”.

El problema es el que ya he mencionado con anterioridad. Quizá para esa parte final tan intensa el público ya esté un poco cansado. Aún así It’s such a beautiful day dejará huella en el espectador. El montaje, que mezcla imágenes reales con la animación sencilla pero inteligente de Hertzfeldt, provocará angustia, tensión, conmoverá y entristecerá siempre que sea lo que intente. Lo más llamativo de este trabajo es que el director logra humanizar a un personaje creado de una manera muy simple, algo muy digno de alabar.

Lo mejor: Un retrato sobre distintos aspectos de la vida muy original y estimulante. El director consigue que sintamos todo lo que siente Bill.

Lo peor: Peca de irregular. Los trabajos de Hertzfeldt funcionan mejor en cortos.