Las flores de la guerra – Realidades encubiertas | La Cabecita

Año 1937, la guerra entre el bando chino y el japonés ha tomado el pueblo de Nankín como epicentro de la batalla. En estas circunstancias llega John Miller (Christian Bale), un maquillador de cadáveres, con la misión de preparar el cuerpo del cura de una iglesia para el entierro. Sin embargo, las circunstancias le obligarán a fingir ser el nuevo cura y hacerse cargo de un grupo de alumnas refugiadas en la iglesia y de un grupo de prostitutas de lujo que llegarán más tarde.

Impactante historia, adaptación de la novela Las 13 mujeres de Nankín de Yan Geling, de la que Zhang Yimou se sirve para crear una obra con múltiples caras, entre las que destacan el triunfo de la bondad por encima del egoísmo, la redención de las personas y, sobre todo, el papel de la mujer atrapada en un conflicto de hombres. Nadie sale indemne, pues la crueldad, el egoísmo o la decadencia moral son defectos que todos compartimos. Lo importante es como reaccionamos ante las circunstancias y qué priorizamos en cada momento.

Y en este catálogo de actitudes, Yimou situa al espectador como un mero voyeur, un observador neutral que será testimonio de la evolución de los personajes y que podrá interactuar con ellos a través de las niñas, prisioneras accidentales de un conflicto que no han provocado ni del que participan, pero que les afecta exageradamente. Esta actitud se ve reflejada perfectamente el momento en el que se cuelan las prostitutas en la iglesia. Vemos a una de las niñas mirar a través de un agujero en la cristalería de la iglesia como ellas entran sin poder hacer nada para evitarlo. Este sentimiento de impotencia ante los sucesos que les suceden alrededor se extenderá a lo largo de toda la película.

Pero también es una historia de redención y un testimonio de que incluso en las circunstancias más adversas, el hombre puede reconciliarse con sí mismo y sacar toda la bondad posible para tratar de subsanar las injusticias. Es el caso del personaje de Christian Bale, primero finge ser el nuevo cura para encontrar refugio y pretende acostarse como sea con una de las prostitutas, pero a medida que avanza la historia su comportamiento va cambiando hasta ser una pieza fundamental para intentar salvar a las mujeres. Del egoísmo pasa al altruismo sabiendo que es lo que tiene que hacer. Su redención no estaría completa sin que se sacrificara por el bien común. Es el nexo de unión entre todos los temas y el gran desencadenante de lo qué sucederá.

A Zhang Yimou se le debe reconocer el acierto de la realización, con planos muy expresivos y un tiempo muy bien medido. En una película que se podría haber quedado en menos de dos horas ha sabido construir una ficción de casi dos horas y media que lejos de aburrir no deja que el espectador desconecte. Tampoco se ha prestado a concesiones y ha optado por mostrar toda la crudeza de la guerra con imágenes verdaderamente sobrecogedoras. Irónicamente, ha sabido mostrarlo todo con una belleza admirable, incluso la sangre le sienta bien a esta película. Auténtica poesía con imágenes.

Las flores de la guerra funciona como una fábula del comportamiento humano y el contraste entre el bien y el mal. Una historia de personajes con una importante evolución que se acaban sacrificando por el bien común antes que por el bien personal. Con una factura impecable, es una de esas producciones que nadie sabe por qué llegan tan tarde a la cartelera, pero que vale la pena disfrutar.

Título original: Jin Ling Shi San Chai (The flowers of war). Director: Zhang Yimou. Guión: Liu Heng (de la novela de Yan Geling). Música: Qigang Cheng. Fotografía: Xiaoding Zhao. Reparto: Christian Bale, Ni Ni, Xinyi Zhang, Shigeo Kobayashi, Atsurô Watabe, Dawei Tong, Tianyuan Huang, Paul Schneider, Bai Xue, Takashi Yamanaka, Shawn Dou, Kefan Cao, Hai-Bo Huang, Junichi Kajioka.