El Atlas de las nubes – Todo y nada | La Cabecita

Cuando una superproducción de Hollywood tiene resultados nefastos, es fácil meterse con aquellos que metieron el dinero para que el proyecto se llevase a cabo. Pero lo cierto es que en el juego de apuestas de Hollywood, todo el dinero está invertido con cierta cautela, y la rentabilidad de los proyectos se estudia minuciosamente. Cuesta mucho creer que un proyecto como El Atlas de las Nubes hubiera conseguido financiación de los grandes estudios, al menos de la forma en la que ha sido llevada a la pantalla. Pero lejos de amedrentarse por esto, los hermanos Wachowski, acompañados del alemán Tom Tykwer, decidieron invertir su propio dinero para llevar a cabo la adaptación de la obra de David Mitchell. Un presupuesto descabellado de 100 millones de dólares que difícilmente lograran recuperar, pese a que consiguieran venderla a Warner por unos cuantiosos 20 millones de dólares, los resultados en la taquilla americana fueron del todo decepcionantes. Y es que pese a que con ese descabellado presupuesto, que la convierte en la que posible sea la producción independiente más cara de la historia, pueda parecer fácil maquillar la película de un simple entretenimiento, lo que hay en El Atlas de las Nubes, pese a su insatisfactorio resultado, es un trabajo puramente autoral, cargado de las mayores pretensiones, y que desde luego queda lejos de ser un producto destinado a un público mayoritario.

El Atlas de las Nubes abarca varios siglos de historia a través de seis historias que se van conectando según van transcurriendo. La primera transcurre en 1849, allí, un abogado volverá enfermo en un barco con un polizón tras realizar un arreglo por una plantación de esclavos. En 1936 un joven homosexual que aspira a ser compositor, tendrá que vivir con un tiránico anciano, vieja gloria de la música, mientras trata de terminar su primera obra, un obra musical de seis actos llamada El Atlas de las Nubes. En 1973, una periodista se verá inmersa en una trama política de corrupción petrolera que tratará de desenmascarar. En 2012, un viejo editor de libros, después de meterse en líos tras un inesperado incidente, se verá encerrado en un hogar para ancianos del que tratará por todos los medios de escapar. En 2144, una fabricante construida de manera genética para trabajar en un restaurante de comida rápida se verá obligada a escapar y a contar todo lo que sucedió en un inesperado acontecimiento cuando sea interrogada. Por último, en la última historia, ambientada 106 inviernos después de la caída, un miembro de una tribu colonial, buscará El Atlas de las nubes, con la compañía de una mujer perteneciente a la última tribu que aún usa la tecnología, mientras que también tendrá que luchar con las visiones de un antiguo demonio y con un grupo de caníbales.

La película juega con un montaje paralelo de todas sus historias, algo que sin duda resulta muy beneficioso, puesto que ninguna de las seis destaca en exceso, y mientras algunas empiezan bien y acaban desinflándose, otras van de menos a más, encontrado su mejor momento cuando se acercan los compases finales. Y es cierto que su largo metraje a veces pesa convirtiendo a la película por momentos en algo bastante tedioso, pero siempre que esto ocurre, alguna de las partes consigue llegar al rescate de la película. 1849 ó 2012, la primera realizada por los Wachowski, y la segunda por Tykwer, son dos historias que no logran despertar ningún interés en el espectador cuando empiezan a circular, pero al final, consiguen encontrar un acertado tono (de aventuras la primera, y de comedia la segunda) que acaba alimentando la atención del espectador, por descubrir el devenir de esos personajes. También ocurre lo contrario, como puede pasar en esa futurista historia ambientada en Neo-Seúl, y en la que los Wachowski además dejan trazos de todos sus trabajos anteriores. Es la única que durante la primera hora de la película llega realmente a interesarnos, pero al final todo acaba convirtiéndose en un completo disparate, en el que para colmo, no nos podemos aguantarnos la risa cada que vemos aparecer en pantalla a un Jim Sturgess horriblemente caracterizado de asiático, haciendo el papel de Trinity, protegiendo a esa mujer a la que es difícil no vincular con Neo.

Pero mientras unas captan mi atención a ratos, otras no me llegan a resultar nunca interesantes, es lo que pasa con la historia de 1936, o con la historia post-apocalíptica, que para peor devenir del film, es la que se tiene que se tiene encargar y de cargar de unir y dar sentido a todo el conjunto. La única de las partes que realmente llega a interesarme durante todo el metraje, e incluso me lleva a pensar que de ahí podría haber salido un gran filme, es esa historia de espías tan apasionante que protagoniza una radiante Halle Berry. Además de ser la más sobria de todas las partes, también juega con la ventaja de que es la única que no hace un excesivo uso del látex. Pero eso es lo único que consigue ofrecerme la película, entretenimiento ocasional durante tres larguísimas horas, algo que no sería del todo malo si sus fallidas intenciones de ir más allá no fueran tan evidentes. Y es que debajo de esos seis cuentos, nos encontramos historias de represión social por los más variados motivos, ya sean raza, sexo, edad u orientación sexual. La discutible decisión de usar a los mismos actores en todas las historias con personajes de lo más dispares, y una caracterización a veces sonrojante (es difícil no sentir vergüenza ajena al ver aparecer a Hugo Weaving como la bruja de El Mago de Oz o la Sra. Doubtfire), puede tener resultados nefastos. Pero no en vano, la idea de con ellos, hablar, no sólo ya de la reencarnación y del karma, si no de un abrazo entre humanos más allá de su condición, alegando siempre por la igualdad de la raza, se puede considerar muy acertada, por mucho que lamentablemente, los resultados no correspondan a las intenciones propuestas.

Hay sin duda mucho material interesante en El Atlas de las Nubes, pero es tanto, que ni un titánico proyecto como éste puede abarcarlo con suficiente solvencia. La sensación que te deja la película es que de tanto que te han querido contar, al final no te han contado nada, y que tan solo, rebuscando en sus intenciones, puedes dar con alguna forma de unir un enmarañado tablero que en su composición, las piezas nunca logran encajar. Posiblemente, por su extensión y sus intenciones, el lugar de El Atlas de las Nubes habría sido la televisión. De forma que la historia se hubiera podido alargar durante 10 o 12 horas, ahí sí, tratando de narrar todo lo que se queda en el tintero. Pero claro, para eso los Wachowski hubieran tenido que renunciar a esa espectacularidad marca de la casa y que tan bien luce en la película. Sí, disfrutaremos muchos de esa persecución en su Neo-Seúl, pero eso no justifica un proyecto, que evaluando el resultado final, podemos decir que es una locura desde su propia concepción.

Título Original: Cloud Atlas Director: Tom Tykwer, Andy Wachowski, Lana Wachowsky Guión: Tom Tykwer, Andy Wachowski, Lana Wachowsky Música: Reinhold Heil, Johnny Klimek, Tom Tykwer Fotografía: Frank Griebe, John Toll Interpetes: Tom Hanks, Halle Berry, Jim Broadbent, Hugo Weaving, Jim Sturgess, Du-na Bae, Ben Whisaw, James D’Arcy, Xun Zhou, Keith David, David Gyasi, Susan Sarandon, Hugh Grant Distribuidora: Warner Fecha de Estreno: 15/02/2013