El lado bueno de las cosas – Wilderiana locura de amor | La Cabecita

Podríamos considerar a la comedia romántica como un género prácticamente muerto en la industria americana. Sí, por supuesto que siguen existiendo tontas y estereotipadas películas con bonitas historias de amor llenas, habitualmente, de chistes de caca-culo-pedo-pis. Pero ha desaparecido por completo ese estilo de romance que rezuma nostalgia y amor por sus protagonistas y parece que El Lado Bueno de las Cosas viene para rescatar ese espíritu que se ha disipado por completo. Por que poco tiene que ver la película de David O’Russell con cualquier comedia romántica actual en la que podamos pensar, sus gérmenes están mucho más atrás, y estos van de las screwball comedies a Wilder. Pero que rescate ese espíritu no quiere decir que sea una obra atrasada a su tiempo, y es que coge los detalles más significativos de aquellas, la brillantez y el ingenio de sus guiones, la evidente pasión por sus personajes que se contagia al espectador, y los actualiza para quedar una comedia contemporánea. Dos personajes que viven en la locura, reflejos de una sociedad que vive entre terapias, y la conexión entre ambos para acabar superando esa locura. Poco importa que conozcamos ese final, que nunca renuncie a los estándares del género, la belleza del camino es lo que componen una obra maravillosa.

Pat está loco, quizá no lo está tanto como se empeñan en hacerle creer, quizá los ochos meses que ha pasado en un psiquiátrico sean exagerados. Todo por culpa de un ataque ira, que se puede entender incluso como algo lógico, puesto que éste llegó cuando encontró a su mujer con otro en la ducha. La verdadera locura de Pat no reside en sus ataques de ira, si no a vivir como un iluso creyendo que aún recuperará a su mujer, aferrándose a esa idea como puede. Tratando de cambiar por completo su vida, poniéndose en forma y empezando a leer una serie de libros para poder recuperarla. Claro, que cuando se tope con Adiós a las armas y acabe lanzado por la ventana y despertando a sus padres para explicar su indignación por la obra en una enorme diatriba, en un delirante momento en el que no es él el que se tiene se disculpar, si no el propio Hemingway, puede que se dé cuenta de que ésta no es la mejor solución. Pero Pat realmente no tiene la culpa de su locura, realmente su comportamiento no dista demasiado del de su padre, el que se encuentra desempleado y se dedica a pasar el día apostando hasta puntos exagerados buscando amuletos y supersticiones en cualquier parte, y tan sólo su madre, la misma que le saca del psiquiátrico es su el único punto de apoyo que mantiene en pie la casa. Nunca se llega a decir porque le saca de allí, cuales son los motivos reales que la mueven a ello, es cierto que habían acordado que permanecería internado sólo esos meses, pero lo hace de manera furtiva y sin comentarlo por su marido, y es que quizá la presencia de Pat es vital para poder mantener cierto equilibrio dentro de esa casa de locos, y que no todo se focalice sobre Pat sénior.

En el camino de Pat pronto entrará en escena Tiffany, como Pat, lo que causa la locura de ella es la pérdida. Tiffany se casó joven y perdió a su marido, tras ello se ha convertido en una completa inadaptada social. Posiblemente por el miedo que tiene a unirse de manera sentimental a nadie, se ha convertido en un simple objeto sexual, llegando al punto de perder el trabajo por acostarse con todas las personas de las oficinas. Esto también ha cambiado la forma de la que los otros la ven, nadie la trata como una persona real, quizá porque ella misma es lo que busca, el hecho de que tras la primera noche de conocer a Pat éste rechace la oferta de tener sexo con ella, la lleva a sentir una admiración por él que no podía controlar, una fascinación, que poco a poco, de manera casi inconsciente se va convirtiendo en un amor a través de la idealización por una persona que ha sido el único que en mucho tiempo la ha tratado como a otro semejante, un camino marcado y que llega al espectador en la misma dirección. Su conquista puede ser imposible, así que se decidirá ayudar a Pat a conquistar de vuelta a su mujer, a cambio de que él participe en un concurso de baile con ella.

Es de vital importancia que exista química entre los protagonistas de la película, pero es indispensable cuando hablamos de una película romántica. Y las chispas entre Cooper y Lawrence nacen desde la disparatada y asocial escena que ambos comparten, los dos no sólo están magníficos en sus papeles, si no que encajan a la perfección juntos. Cooper sorprende, estamos poco acostumbrados a verles en papel que se salgan del prototipo de galán, pero aquí demuestra una vulnerabilidad detrás de su mirada de ojos azules, su tristeza y a la vez su ilusión. La ilusión de un iluso que cree que podrá recuperar a su mujer y que resulta a la vez triste y nostálgica. Por su parte Lawrence, pocas veces ha resultado tan cálida y adorable como en esta película. Si hablábamos de que fácilmente El Lado Bueno de las Cosas podría ser una película de Wilder, una versión sobre la locura de El Apartamento, cuyos personajes además tienen mucho que ver, es innegable ver las similitudes que existen entre Jennifer Lawrence y Shirley McLane, no sólo ya en los parecidos existentes entre Fran y Tiffany, si no también en la interpretación de una Lawrence, que parece haber estudiado minuciosamente cada uno de los gestos de Shirley McLane, y pidiendo a gritos ser su justa heredera.

O’Russell construye el amor a partir de la locura, y también en la película la locura va in crescendo constante, desde esa locura de partido de fútbol americano hasta la tremenda apuesta final de un De Niro, que por primera vez en muchos años, no sólo deja de ser una caricatura de sí mismo, si no que realiza un trabajo excepcional. El Lado bueno de las cosas, es el lado de una sociedad completamente loca, una locura humana y divertida, que nunca se despoja de cierto grado de realismo pese a lo disparatadas que llegan a ser muchas de sus situaciones. El Lado bueno de las cosas, es el amor que nace a partir de esa locura, un amor que surge entre sus protagonistas de la misma forma que el espectador va, paulatinamente, enamorándose de sus protagonistas. Pero por delante de la historia de amor, El Lado bueno de las cosas es una película que habla sobre la necesidad del ser humano de buscar refugio, de encontrar esa pieza necesaria que complemente y ayuda a superar la adversidad. David O’Russell da en la tecla justa y confecciona un completo clásico de la comedia romántica, una película que sencillamente, es una de esas películas que ya no se hacen.

Título Original: Silver Linings Playbook Director: David O. Russell Guión: David O. Russell Música: Danny Elfman Fotografía: Masanobu Takayanagi Interpretes: Bradley Cooper, Jennifer Lawrence, Robert De Niro, Jacki Weaver, Chris Tucker, Julia Stiles, Anupam Kher, John Ortiz, Shea Whigham, Dash Mihok, Paul Herman, Brea Bee Distribuidora: Aurum Fecha de Estreno: 25/01/2013