Los Miserables – Cantando sin alma | La Cabecita

Hay películas que parecen diseñadas para pasar por el gran escaparate de los Oscar. Es curioso que se siga intentando esto, grandes producciones hechas para ser premiadas, cuando se ha visto que las últimas que han seguido este modelo han fallado, y desde la última entrega de El Señor de los Anillos, ninguna película de las que podríamos llamar grandes ha ganado. El modelo ha cambiado, cobra más importancia la campaña de marketing que hay por detrás una vez estrenada la película que meses de promoción de “película de Oscar”. Los Miserables parece llorar y suplicar que quiere ganar un Oscar, que quiere ser una gran triunfadora, pasar a la historia rodeada de estatuillas doradas, el problema es que estos son los únicos llantos que se escuchan durante la película, algo imperdonable si tenemos en cuenta que el material con el que trabaja Hooper es de una alta capacidad emocional. Y es que esta épica ópera (aunque la disfracen de musical, el alma de Los Miserables es el de una ópera dónde los diálogos son cantados, y no existen números musicales per se en dónde los personajes se pongan a bailar) que lleva más de 30 años triunfando en los teatros de Londres y otros tanto en Broadway, requería de un traslado a la pantalla mucho más espectacular y emocional, dándole el sentido a la adaptación y buscando la espectacularidad que las tablas no pueden dar, pero respetando por completo el alma de la obra, algo en lo que sin duda fracasa.

El texto de Victor Hugo es de sobra conocido por todos, y en su formato tradicional, antes de que Claude-Michel Schönberg escribiera la partitura que acompaña a esta adaptación, fue adaptado en múltiples ocasiones, la última por Billie August con Liam Neeson en el papel de Jean Valjean. Una bella historia sobre un hombre martirizado y torturado durante diecinueve años después de robar una simple barra de pan. Que tras salir de la cárcel, y con la amenaza de tener que ser un paria toda su vida, condenado a una libertad vigilada, consigue, a través de un acto de buena fe encontrar que aún queda algo humano en él. A partir de ese momento Jean Valjean tratará de cambiar su vida, acogiendo también en sus brazos la vida de una joven, mientras que trata de huir jugando al gato y al ratón con su captor Javert. Como trasfondo, la lucha política, la revolución francesa que salpicó a la Francia del siglo XIX, un tema que no podía sentirse más actual. Amor, odios, guerra, venganza… Los Miserables es una obra magnífica, que en su primer salto al cine con la épica belleza de su musical tenía todos los ingredientes para ser la maravillosa película que no es.

Quizá el problema esté en la errónea selección de Hooper a la hora de rodar. En su primera escena roza la espectacularidad, gracias también a un logrado CGI y el uso de grúas y picados que nos permite vislumbrar toda su espectacularidad. Pero como un espejismo, todo se disipa cuando la película empieza a circular. Como ocurría en El Discurso del Rey, Hooper demuestra que tiene un extraño gusto a la hora de encuadrar las escenas, así la película se encuentra llena de primeros planos, alineados extrañamente a los lados de la pantalla. Pero Hooper no es Dreyer, no hay posibilidad de estudiar los rostros de sus personajes, de encontrar en esos primeros planos el dolor que hace mella en sus personajes. Y es que con un montaje frenético, estos parecen sólo justificados para mostrar que realmente la música se grabó en directo. Estamos hablando de como si a Dreyer le hubiera poseído Michael Bay, primeros planos cortos que cambian rápidamente de un lugar a otro. Un ruinoso montaje que no funciona ni siquiera en el único momento que la película se viste de una manera más convencional con un montaje paralelo en el número de One Day More que sirve de apertura para el que debería ser el espectacular acto final. Pero como aquí lo hace sin ninguna emoción, desapareciendo esa sensación de que lo que va a llegar va a ser apoteósicamente trágico, siendo simplemente un número más.

No es que siempre las elecciones de Hooper sean negativas, en su gusto por los primeros planos consigue explotar al máximo a Anne Hathaway rodando en un solo plano continuo I Dreamed a Dream, el único momento realmente brillante del filme. Anne Hatthaway está poderosa, sus enormes ojos llenos de dolor impregnan la pantalla, su rostro magullado y repleto de lágrimas se siente sobrecogedor, y el pulso de la cámara, casi dogmático, es sencillamente espectacular. No es la única, Jackman, sobre todo en el primer acto, muestra una expresividad en la mirada que no había mostrado hasta ahora, el musical es su terreno y se encuentra en su salsa, sería injusto compararle con algunos de los representantes de la obra original, obviamente Jackman no tiene la voz de Alfie Boe, pero consigue hacer muy bien todo lo que se propone. Justo lo contrarío que ocurre con un Russel Crowe que se encuentra totalmente perdido y desubicado, dónde además tiene lidiar con el hecho de cantar en directo, cosa que se ve claramente que no es para la que nació. No es el terreno de Crowe y se palpa, tan solo cuando coge la espada para batirse en duelo con Jean Valjean se le ve realmente cómodo. Y es que el hecho de que la música se grabase en el rodaje no deja de ser una elección bastante cuestionable, que realmente sólo sentimos que funciona en el mencionado momento protagonizado por Anne Hathaway y en la divertida Master of the House, con unos divertidísimos Sacha Baron-Cohen y Helena Bonham Carter que consiguen explotar al máximo la vis cómica que el momento les ofrece y que con la elección de sus protagonistas consigue sentirse como algo bastante Burtoniano.

Se podría decir que Los Miserables juega sus cartas de una manera nefasta, más preocupada por mostrar lo arriesgada que resulta una propuesta como ésta, haciendo que los actores canten en directo y tratando de alejarla del montaje teatral que han tenido las últimas adaptaciones de obras de Broadway. Pero en el camino la historia pierde garra y fuerza, la historia de amor entre Cosette y Marius, con Eponine enamorada de este último no muestra ningún atisbo de pasión. La espectacularidad de la situación nunca llega al espectador, perdida en el fondo de los encuadres de los protagonistas en primer plano. Incluso la emoción desaparece cuando algún personaje muere en situaciones en las que apenas se plasma el dramatismo. Pese a que ciertamente, sus largas dos horas y media consiguen ser entretenidas, Los Miserables es una película totalmente decepcionante, que desperdicia un suculento material que buscaba en su salto al cine la espectacularidad visual que las tablas no le pueden dar. Tiene potencial, y es visible, pero realmente ese potencial es el que ya estaba en el libreto original y que no se ha visto destruido en su salto a la pantalla. Abrumado por el éxito que cosecho El Discurso del Rey, Hooper falla estrepitosamente en su segundo asalto a por el Oscar, demostrando que un material como éste se le queda demasiado grande.

Título Original: Les Misérables Director: Tom Hooper Guión: William Nicholson Música: Claude-Michel Schönberg Fotografía: Danny Cohen Interpretes: Hugh Jackman, Russell Crowe, Anne Hathaway, Helena Bonham Carter, Amanda Seyfried, Sacha Baron Cohen, Eddie Redmayne, Aaron Tveit, Samantha Barks Distribuidora: Universal Fecha de Estreno: 25/12/2012