Millennium: Los Hombres que no amaban a las mujeres – Cuando Lisbeth encontró a Fincher | La Cabecita

Trabajar con un material tan manido como el de la saga Millennium puede ser un gran hándicap, en apenas cinco años han visto la luz las tres novelas, tres películas y una miniserie, la saturación de la saga y el amplio conocimiento del público por la historia son cosas que juegan a la contra a la hora de crear una nueva película más aún cuando puede dar la sensación que el único motivo para realizar ésta es la necesidad de Hollywood de aprovecharse del fenómeno social. El tener a Fincher tras las cámaras es algo que inevitablemente da mucha más confianza al espectador, el realizador a sabiendas del problema que acarrea esto, opta por lo más difícil todavía, no reinventar la historia, si no llevarlo a su propio terreno, el realizador de El Club de la lucha ya habría mostrado una amplía solvencia en el thriller y podríamos decir en cierta forma que junto a Seven y Zodiac esta Millennium cierra su trilogía de asesinos desquiciados de una manera brillante (aunque no tanto como en sus predecesoras) y al igual que hacía en aquellas, sabiendo elevar la tensión hasta un punto muy alto desde el comienzo y sabiéndolo mantenerlo durante las casi tres horas que dura la película.

Esta nueva adaptación de Los Hombres que no amaban a las mujeres es superior a su predecesora, algo que la convierte en un remake justificado, la sueca era una película densa carente de tensión y de emoción, en cambio a Fincher no le importa que sepamos el final, consigue hacer que dudemos de cualquiera hasta llegar a su magistral resolución (Alfredson debería mirar aquí como se destapa un final para no repetir el desastre final de El Topo). También su Lisbeth Salander, uno de los personajes ya de por sí más fascinantes que nos ha dejado la literatura de la primera década de este siglo funciona mejor que la que interpretase Noomi Rapace, Rooney Mara se siente mucho más sensual y electrizante, al ser más joven que Rapace también consigue darle un personaje cierta vulnerabilidad que la convierte en una especia de niña asustada, algo que encaja muy bien con la fortaleza que el personaje se ve forzado a demostrar. Al fin de cuentas esta Lisbeth Salander realmente no deja de ser una extensión del Zuckerberg de La Red Social, dos sociópatas inadaptados y que en su trato hacia otras personas se muestran secos, tajantes y contundentes.

Rooney-Mara-stars-as-Lisbeth-Salander-and-Daniel-Craig-stars-as-Mikael-Blomkvist-in-The-Girl-with-the-Dragon-Tattoo-2011

El guión de Zaillian puede resultar insuficiente, sobre todo a la hora de compararlo con el anterior libreto con el que trabajo Fincher, aquel complejo trabajo que realizó Aaron Sorkin para La Red Social, pero aún así la labor de resumir las más de 500 páginas es bastante notable, optando por no dibujar demasiado a toda la familia de nazis y antisemitas que guardan oscuros secretos, haciéndolo solo lo necesario como para poder hacer que la trama funcione. Esto le libera a la hora de hacer una trama fácil de seguir para el espectador que puede ir descubriendo todo lo que ocurre a la vez que lo hacen sus protagonistas. El mayor fallo narrativo de la película lo encontramos en su primera parte por lo inconexas y desarticuladas que se sienten las historias alternas que protagonizan Lisbeth y Blomkvist, una vez que ambos se ven las caras por primera vez, no solo consiguen que salten las chispas, si no que Fincher se acoge a una narración de manual que funciona a la perfección.

Es cierto que este Millennium no es la mejor obra de Fincher y destaca más como una obra maestra técnicamente. Desde los electrizantes títulos de crédito, algo así como una versión erótico-sicodélica de los títulos de Bond al ritmo de la versión del Immigrant Song de Led Zeppelin que compone Karen O., la película ya se comienza a sentir atrayente y perfeccionista en los campos técnicos. La banda sonora, como ya ocurriese en La Red Social, vuelve a correr cargo de Trent Reznor y Atticus Ross algo que no solo da continuidad en la obra de Fincher, si no que vuelve a ser sinónimo de un trabajo perfecto que además consigue facilitar el aumento de la tensión. Fincher que decide respetar la localización de la película en Suecia (algo que da lugar a que los personajes hablen con un estúpido acento y que ridículamente lean periódicos en sueco mientras que se comunican en ingles), consiguiendo un ambiente espectacular tanto en las calles de Estocolmo como en las zonas aisladas, que consiguen prácticamente congelar al espectador, gracias en parte a la estupenda fotografía de Jeff Cronenweth. Fincher que ha podido ser tan perverso como la novela lo era, nos regala también una escena de violación que posiblemente sea la más horrorosa que se ha rodado desde la de los pasillos del metro de Irreversible. Es verdad que el realizador no realiza su mejor película en una obra que como decimos puede destacar mucho más en su faceta técnica, pero lo cierto es que aunque estemos lejos de hablar de lo mejor de Fincher es imposible no hablar de una gran película, dónde el de Colorado vuelve a demostrar un don innato para el thriller y nos consigue mantener en tensión durante más de dos horas y media, y lo que es más importante, consigue llevar la obra original hacia su terreno y darnos una versión mucho más tensa y malrollista que la original de esta fascinante historia de sexo, violencia y tecnología.

3.5_estrellas