Noche de Fin de Año – Se nos atragantaron los cuartos | La Cabecita

Podíamos perdonarle a Garry Marshall que hiciese una película tan estomagante y horripilante como “Historias de San Valentín” al fin y al cabo no dejaba de ser una forma de homenajear a una festividad tan ridícula como la propia película, pero este afán que parece haber cogido el realizador de Pretty Woman por celebrar de la misma forma diversas festividades es algo preocupante y ante lo que más nos vale estar preparados si no queremos acabar salpicados con sus ondas de cursilería y estupidez. Después de ver tan triste espectáculo es difícil que no se quiten todas las ganas de celebrar la Nochevieja, no es por que al igual que el personaje de Ashton Kutcher haya sido incapaz de superar un amor universitario que me ha generado un irracional odio a esta festividad (cosas habituales que suelen pasar), no, la única razón que tengo es el terrible miedo a convertirme en un ser tan estúpido como cualquiera de los personajes que se pasean por esta película.

Durante dos larguísimas e insufribles horas el realizador nos cuenta ocho historias sobre unos personajes bastante patéticos y para que negar, todos son bastante poco interesantes. Hilary Swank es la encargada de hacer que la bola de Time Square baje (el equivalente yanqui a las campanadas de la puerta del sol) para ello contará con el apoyo con el jefe de seguridad, Ludacris, que ha dejado a su familia esa noche para apoyar a su jefa de forma voluntaria tal y como todos haríamos. Michelle Pfeiffer es una mujer (¿Pirada? ¿Patética?) que se pone la misión de cumplir todos sus deseos antes de que acabe el año, no por que se esté muriendo ni nada así, no, no hay ninguna razón para hacer todo a contrarreloj, pero se tirará todo el día de un lado a otro de Nueva York cumpliendo todos sus deseos con la ayuda de Zac Efron. El que si se está muriendo es Robert De Niro, un viejo fotógrafo de la guerra de Vietnam que se culpa así mismo de estar solo y como penitencia ha rechazado cualquier tratamiento para su cáncer, así que le tocará vivir su última Nochevieja soñando con ver la bola caer y con la única compañía de la enfermera Halle Berry. A Bon Jovi aquí le llaman Jensen, pero sigue siendo un cantante de rock bastante cursi que dejo a su novia Katherine Heigl el año pasado en estas fechas después de pedirla en matrimonio, por supuesto se ha pasado todo este tiempo atormentado y ahora intentará recuperarla. También da un concierto en Time Square, al que no sabemos si Lea Michele, una de sus coristas, podrá llegar, porque la chica Glee se queda encerrada en un ascensor con su vecino de Dos Hombres y Medio, del que ya hemos comentado sufre una aversión al fin del año. La Pequeña Miss Sunshine, Abrigail Breslin ya está algo más crecidita y con quince años está deseando dar su primer beso ¿Mejor sitio que Time Square? Pero a mamá Sarah Jessica Parker no le hará mucha gracia que la niña salga sola a esas horas. Josh Duhamel se queda tirado en medio de la nada con su traje de pingüino y como es otro que lleva un año suspirando por culpa del amor se dará cuenta de lo que necesita gracias a una familia unida y su vieja caravana. Por último tenemos la única historia que no se relaciona con ninguna de las otras, quizá por que ya no había ganas de pensar demasiado, Jessica Biel y Seth Meyers entraran en una competición contra Sarah Paulson y Til Schweiger por ver quien tiene el primer bebé del año, arbitrará la contienda la enfermera Carla Gugino. Hay muchos más invitados a esta horripilante fiesta, también fueron engañados gente como Alyssa Milano, Hector Elizondo, Sofia Vergara, James Belushi, Cherry Jones, Amare Stoudemire, Matthew Broderick, John Lithgow y hasta el alcalde de Nueva York Michael Bloomberg.

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Realmente me cuesta mucho decir que es lo que más me molesta de la película, para empezar tengo que decir que todos los personajes me resultan terriblemente antipáticos, son las típicas personas a las que intentaría no acercarme lo más mínimo, cursis, estúpidos, aburridos y sobre todo, increíblemente bondadosos, no hay ni rastro de maldad, eso no es una opción, es un día de buenas intenciones y todos tienen que ser tan asquerosamente buenos que llega a resultar bastante repulsivo. Además la mayoría de las historias no son nada interesantes, y la única que podría tener algún elemento que llegase a suscitar algún tipo de emoción (la de Pfeiffer y Efron) se encuentra tan poco desarrollada (como todas las demás, cabe decir) que es imposible que nos pueda suscitar cualquier tipo de sentimiento hacia ella. Los momentos ridículos se suceden durante toda la película, cabe destacar especialmente un discurso que se marca Hilary Swank hacia la mitad de la película y que sin lugar a duda marca el punto más bajo de la cinta, asquerosamente buenrollista y conciliador y que obviamente hace referencia al resto de los personajes de la película o la incongruencia de muchas de las acciones y es que no es muy normal que Kutcher se pasee con un pijama de franela por el medio de Time Square en la víspera de año nuevo, o la reiteración insaciable de gags que ya desde el principio tienen poca gracia como el de la madre persecutora. Hasta del product placement que la propia Warner hace de la segunda entrega de Sherlock Holmes me acabo resultando bastante cansado, es más, ahora tengo miedo de que a Robert Downey Jr. le haya cazado el espíritu de la Nochevieja.

Pero no, todo eso es nimio, por que lo que más me molesta de una película como ésta es que con un plantel de tan alto nivel todos se encuentren tan fuera de lugar. Que tres ganadores del Oscar como Berry, Swank y De Niro, incluso podríamos incluir en este grupo a la Pfeiffer, se presten a un espectáculo tan lamentable resulta bastante penoso, pero cuando además asistimos a la más dura de las confirmaciones acerca del chiste en que se ha convertido De Niro, que posiblemente sea el más ridículo de entre todos los ridículos que hay en la película, algo que solo nos lleva a darnos cuenta de que hace mucho que el actor murió y ya sólo queda el personaje. La nula química que desprenden Katherine Heigl y Jon Bon Jovi también resulta bastante preocupante y es que parece que la única misión del músico en la película es la de protagonizar algún número musical, que además es otro de los momentos más ridículos de la película y en el que por supuesto tampoco falta Lea Michele para acompañarle y que así los fans que a estas alturas siguen viendo Glee, los cuales obviamente son gente bastante poca exigente, no se sientan defraudados. El que no canta es Zac Efron, pero que las fans de High School Musical (Que son las mismas de Glee) no se desesperen por que el guapo cantante protagoniza un bailecito durante los títulos de crédito ¡Desparrame! ¡Démosle al público lo que quiere! ¡Que nadie se quede insatisfecho! De todo su elenco quizá lo único mínimamente reseñable es la enérgica vis cómica de la pareja formada por Jessica Biel y Seth Meyers, aunque no es suficiente para capear con tan horrible temporal.

En unas fechas de tan buenos propósitos estamos ante la película perfecta para recomendársela a nuestros enemigos, también puede ser una inocentada maquiavélica si así lo desean, con Noche de Fin de Año conseguirán que sus victimas pasen una horrible Nochevieja, que las uvas se les atraganten y que el champán les sepa amargo, el día 31 todos los que hayan tenido que sufrirla se acostaran a las diez y vivirán con miedo por si las ondas de estupidez se han propagado por el aire. Lo peor de todo esto es que Garry Marshal parece haberle cogido el gustillo y seguirá con acción de gracias, San Patricio, el día del padre, el de la madre y hasta el del disfraz de gorila. ¡Qué Dios nos coja confesados!

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