La Dama de Hierro – Santa Margaret Thatcher | La Cabecita

La dama de hierro puede ser la primera película de la historia que se realiza con la idea de una doble beatificación, por un lado tenemos a la futura Santa Meryl Streep, dando un nuevo recital de interpretación, saliendo a la luz tras toneladas de maquillajes para deleitarnos con una actuación mimética y rica en matices. Por el otro lado tenemos a Santa Margaret Thatcher la política del pueblo, una mujer que lucho por sus bellos ideales con paz y amor, haciendo como madre de toda Inglaterra y teniendo que luchar contra viento y marea contra aquellos que la querían derrocar por el simple hecho de ser mujer, todo un alegato a favor de la igualdad que debería ser reconocida con la nueva recomendación del Instituto de cine: “Especialmente recomendada para el fomento de la igualdad de género”. Ah, pero espera, ¿Qué esto no era así? ¿Thatcherismo? Eso era una forma de llamar a su gobierno de pura bondad, ¿no? Ah no, casi me lo trago, que graciosa es Phyllida Lloyd se me olvidaba que era la misma que no enseño como no se debe colocar la cámara a la hora de rodar una película mientras que todo tu elenco hace el más bochornoso ridículo en ¡Mamma Mía!.

La película ya erra desde su planteamiento, en lugar de tratar de centrarse en un episodio cerrado de la vida del personaje a tratar, como harían otros brit-biopics recientes como El Discurso del Rey o La Reina, La Dama de Hierro se empeña en abarcar toda la vida de Margaret Thatcher, esto da lugar a una sucesión de “greatest hits” en la que no faltan momentos tan tensos como la huelga de los mineros o el incidente de las Malvinas, pero en cambio vemos a una película hueca, que se atasca al narrar su subida al poder, que omite partes que podrían haber sido tan interesantes como una infancia que la persigue al personaje durante toda la película o sus años como líder de la oposición. El acercamiento a su vida política es tosco y demasiado acelerado y no puede evitar sentirse excesivamente superficial. La película casi se convierte en un alegato feminista, cualquiera que se opone a una decisión tomada por una Thatcher lo hace únicamente por el sexo de ésta, aunque luego no suponga un problema narrar que el entrenamiento para llegar a la primera división política apenas consistió en cambiar sus gorros y entrenar la voz para dejar de parecer la hija de un tendero. Incluso al final de la película casi nos dejan que la protagonista parezca una víctima, una pobre mujer solitaria que es incapaz de enfrentarse a una muchedumbre enfervorecida. No pedíamos un relato hiriente ni excesivamente crítico, pero sí que al menos no intentase una tan obvia manipulación para hacer que el espectador consiga empatizar con el protagonista, unas cuantas mentiras y engaños de un personaje público bastante reciente que como es lógico no funcionan en su misión.

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Si el tratamiento biográfico de la película no termina de funcionar, tampoco se ve beneficiada en los aspectos más fílmicos, ya el arranque de la cinta es bastante poco esperanzador con una Thatcher octogenaria con una inmensa papada yendo a comprar leche y quejándose del precio de la misma, una escena que por lo ridícula y exagerada que resulta, fácilmente podría haber sido una de las chanantes imitaciones de Joaquín Reyes. El exagerado abuso de la presencia de su difunto marido (Jim Broadbent) haciéndola compañía a causa de su demencia senil tampoco acaba de funcionar en su cometido emocional y es que se requiere tanto de ello que acaba resultando incluso predecible. La narración por medio de flashbacks resulta bastante torpe y lo que es peor, no tiene ningún sentido, ¿Qué interés puede tener esa vuelta al pasado si no hay una mirada crítica hacía él? Hay varios capítulos de la vida de Margaret Thatcher que podrían haber dado lugar a un interesante ejercicio, pero el resultado de este megapack de su vida entera se siente escaso, trivial y lo que es peor, pese a tener que ir a una velocidad desorbitada (otro de los problemas de querer tratar tanto en tan poco tiempo) no puede evitar caer en el tedio en más de una ocasión. La Dama de Hierro es una película realizada única y exclusivamente para el lucimiento de Meryl Streep, pero aunque la actriz destaque tanto… ¿Podemos hablar de una interpretación trascendente cuando la película no tiene absolutamente nada más que aportar?

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