Pánico en la Granja – Una de Indios y Vaqueros | La Cabecita

Tras pasar por Cannes y ganar en Sitges el premio a la mejor película de animación llega por fin a nuestras salas, con dos años de retraso, la divertidísima e irreverente película belga de Stéphane Aubier y Vincent Patar: Pánico en la granja, basada en la serie de piezas de cinco minutos de televisión con el  mismo nombre que les reporto cierta fama internacional, aunque por desgracia es bastante desconocida en España.

Cowboy, Indio y Caballo viven juntos en su casa, hoy es el cumpleaños de Caballo y Cowboy e Indio bastante proclives a preparar verdaderas catástrofes han olvidado comprarle un regalo, cargados de buenas intenciones decidirán encargar unos pocos ladrillos para hacerle una barbacoa pero un pequeño fallo será el origen de una serie de catastróficas coincidencias que les llevará a vivir una aventura de lo más divertida.

Es difícil definir qué es exactamente Pánico en la granja, cojamos nuestros muñecos de la infancia y dotémosles con vida, pero no al estilo de Toy Story, si no con un stop-motion que aunque sea mucho menos perfecto le da un toque artesanal que la hace resultar distinta y divertida. Metamos un uso del gag tan inteligente como el de Trey Parker y Matt Stone en South Park (aunque sin la mala leche y el humor maleducado de éstos ya que va dirigida hacía un público más infantil) y creemos unas aventuras tan alocadas como las de los Looney Tunes, si metemos todo esto en la misma batidora, el resultado será bastante parecido al resultado final de Pánico en la Granja.

Pánico en la granja también tiene mucho de las historias que nos inventábamos de pequeño a la hora de jugar, la forma en la que cada personaje tiene vida propia e interactúa como un humano cualquiera con sus congéneres y demostrando una imaginación desbordante en cada plano que añade a la película una fantástica sensación de nostalgia. Además la cinta está dotada con un ritmo vertiginoso, casi le podríamos acusar de mareante, ocurren tantas cosas en apenas 75 minutos que no te da tiempo reponerte de la anterior cuando ya estamos en una situación completamente distinta, esto lejos de resultar algo negativo se convierte en toda una virtud y es que como si estuviésemos en un parque de atracciones la sensación es que la diversión no cesa en ningún momento.

Pese a la sencillez del argumento, el cual no tiene ninguna complicación y se basa en añadir nuevos personajes y llevar las situaciones hasta su punto más límite, no quiere decir que su guión sea sencillo, y es que la sucesión de gags no es solamente visual, sino que también se ve reflejada sobre el papel con una sucesión de chistes y ataques verbales de lo más divertida y disparatada. Un papel desde el cual los personajes ya cobran vida, y es que cada personaje adquiere su propia personalidad perfilada a la perfección.

Pánico en la granja es una rareza total, una joya de animación artesanal de las que  no se ven en una cartelera copada por otro tipo de animación radicalmente distinta al que suele copar las carteleras, y de hecho aterriza en España con bastante retraso. Pero aún así es una película bastante imprescindible, cine que agradará a los pequeños pero disfrutaran aún más los mayores, una historia alocada, incluso un poco surrealista, pero también un bonito homenaje a aquellos tiempos en los que jugábamos con indios y vaqueros y todos eran amigos viviendo mil y una aventuras.

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