Acero Puro – Hostias como panes | La Cabecita

Año 2020, las peleas de boxeo entre humanos ya no interesan a nadie, ahora lo que se lleva son las peleas con robots gigantes controlados por humanos a través de sus GameBoy. Charlie Kenton es un antiguo boxeador que vip como su momento de fama se le paso por completo y ahora se dedica a luchar con robots en ferias y a llevar negocios nada legales, su vida cambiará por completo cuando su ex-mujer muera y a consecuencia de esto se encuentre con su hijo de diez años al que no había visto nunca y que por supuesto es un gran entusiasta de los robots. Shawn Levy director entre otras de Noche en el Museo nos trae una nueva película familiar que tiene todos los ingredientes que promete.

Acero Puro es una gran imbecilidad, en un momento dado Hope Davis suelta: “Llevas toda la vida trabajando con robots. Te has convertido en uno de ellos.” Frase para enmarcar dentro de un guión que sigue toda la misma pauta bochornosa. Además es una película de manual, desde que vemos aparecer a ese chaval sabemos exactamente lo que va a pasar y como va a pasar, el drama de la relación paterno-filial se sigue al dedo según el libro, cambio de roles incluido y por supuesto hasta llegar a la admiración y redención final y por supuesto a la superación por parte del eslabón más débil. La mayoría de los personajes son bastante cargantes e incluso innecesarios y algunas situaciones por forzadas llegan a rozar lo ridiculo (¿Alguien me puede explicar cómo puede sustentar Evangeline Lilly un gimnasio enorme que apenas cuenta con un ring y un saco de boxeo en una sociedad dónde los que se pegan son los robots?). No aquí no esperéis que de repente los robots tengan sentimientos y luchen por sus derechos, no esperéis giros bruscos ni sorpresas inesperadas, nada de esto tiene cabida en ningún sitio. ¿Pero es realmente importante? Posiblemente si tratásemos de buscar una película con mayor fondo nos llevaríamos una gran decepción pero aquí realmente todo esto me importa un bledo.

Estoy seguro que si tuviese diez años hubiera salido de la sala flipando en colores, repitiendo las escenas que acababa de ver una y otra vez con una motivación especial, estoy seguro porque a estas alturas también salí muy flipado y si no me puse a imitar lo que acaba de ver era sólo porque ahora tengo un poco más de decoro. Acero Pura mola, mola mucho, no importa que cuente con una composición tan simplista y deficiente, no importa porque le es más que suficiente como para aguantar el peso de la película durante las dos horas que ésta dura y hacer que no se haga aburrida en ningún momento. Ya desde el comienzo es fácil alucinar, una secuencia sencilla que es más que suficiente tanto para dibujar el trazado completo del personaje de Hugh Jackman como para que el espectador ya empiece a degustar palomitas al ritmo de una salvaje corrida de toros dónde el torero es un robot boxeador.

Por supuesto los puntos fuertes de la película están en su aspecto técnico, sin estos ésta no acabaría de funcionar tan bien, pero la fusión de un CGI asombroso junto a un excelente rodaje de las escenas de boxeo, emocionante, brutal y desgarrador, llegando a límites que en momento nos hace llegar a crear que estamos asistiendo ante una nueva entrega de Rocky que a una pelea robótica, hacen de ellos un ingrediente esencial y nos descubre a un Shawn Levy en una faceta bastante desconocida hasta el momento, la de un excelente director de acción capaz de comedirse justo dónde Transformers se excedía. Otro de los aciertos de Levy es el de no dejarse llevarse por la parte científica a la hora de desarrollar su historia en un futuro cercano, pocas son las diferencias que realmente podemos apreciar en la vida cotidiana de sus personajes, los adelantos se limitan a unos gadgets un poco más evolucionados que dan lugar a una divertida sesión de “product-placement” futurista.

No solo el acero es puro en esta película, la diversión llega en el mismo estado y es que es imposible no entretenerse con estos robots que reparten hostias como panes. Aunque todo sea dicho no tienen la culpa de los robots, y es que sería injusto no acordarse de un Hugh Jackman, convertido a estas alturas casi más en un showman que en un simple actor, es difícil que una película del australiano sea capaz de aburrirnos, aquí está alegre, divertido y derrocha carisma por los cuatro costados, un factor sin duda decisivo a la hora de valorar todo el resultado final. Está claro que Acero Puro no va a entusiasmar a los que vayan en busca de un cine más completo, la película carece completamente de cualquier complejidad, pero no hace de ello un obstáculo para su disfrute. Entusiasmará a los más pequeños y sacará el niño que llevan dentro lo más grandes, porque a quién vamos a engañar ¿A alguien no le gustan las peleas de robots? Un ingrediente único y que hace que las tenga todas consigo para convertirse en una película de culto.

3.5_estrellas