Nader y Simin, una separación – Victimas colaterales | La Cabecita

Llega ahora a nuestras pantallas la nueva obra del realizador iraní Asghar Farhadi, que se alzó con el Oso de Oro, y en una decisión bastante inusual, los premios a la interpretación para todo su reparto en el pasado festival de Berlín. Lo que el realizador iraní nos ofrece aquí es cine con mayúsculas, una historia pequeña, intima, un auténtico diamante en bruto.

Disfrazada de cine social, lo cierto es que Nader y Simin va mucho más allá, en ella el realizador nos cuenta la historia de una pareja joven que se quiere separar, ella quiere aprovechar la oportunidad e irse fuera de Irán dónde espera que su hija pueda tener un futuro más prospero. Mientras que su marido no quiere dejar el país ya que tiene que cuidar de su padre enfermo de Alzheimer. Todo esto Farhadi nos lo explica rápidamente en un fantástico inicio dónde deja al espectador como juez de la situación y le entrega el mando para que empiece a juzgar a estas personas a través de sus actos.

El realizador nos sitúa en un Irán muy europeo, quizá mucho más cercano de lo que podamos pensar, pero que aún así sigue estando bastante lejana por temas como la religión, o el papel que las mujeres desempeñan en la sociedad. Quizá la mayor pega que se le pueda poner a la película es que sin conocer bien el país podemos dejarnos algo por rebañar, pero aún así no importa, porque realmente construye una historia acerca de unos personajes tan universales que es fácil extrapolarlos a cualquier otro punto del globo terráqueo.

Con la incursión de un fantástico tercer personaje, la cinta va virando poco a poco casi al thriller, pero sin perder en ningún momento la naturalidad y la sencillez que la caracteriza desde el principio. Y poco a poco de manera fascinante, va destrozando a sus personajes, haciéndolos cada vez más humanos y horrendos, y haciendo que el espectador vaya odiándolos y queriéndolos al mismo tiempo. Por si fuera poco, la cinta de Nader y Simin está llena de preguntas, preguntas que llegan al espectador, y que él tiene que decidir cuál es la respuesta, esto está presente hasta el final, un final asombroso que te mantiene pegado a la butaca expectante durante todos sus títulos de crédito, simplemente buscando precisamente esa respuesta.

Que en Berlín decidieran premiar a todos sus actores puede resultar algo bastante inusual, pero desde luego es una decisión bastante justificada. Es absolutamente imposible destacar a nadie por encima de los demás, en tan extraordinario reparto, dónde todos están encomiables, es complicado imaginar que esta película hubiese funcionado tan bien sin el buen hacer de sus protagonistas.

Nader y Simin es sin duda una de las mejores y más fascinantes películas que han llegado a nuestras pantallas en los últimos años, una película pequeña y sencilla, pero terriblemente cautivadora.

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