X-Men: Primera generación – El año que mutamos peligrosamente | La Cabecita

Los años 60, los años de Bonanza, los hippies, el Cinexín, Massiel y la Guerra fría, y también los años de los superhéroes, de la mano de Stan Lee, nacían los superhéroes más famosos de Marvel, con un claro villano: los comunistas.

Entre todos esos héroes, también nacían los mutantes, realmente fue una colección que en sus comienzos no tuvo demasiado éxito, pese a su contemporaneidad exquisita, trasladando los problemas raciales que se estaban viviendo en el momento, y erigiendo a  Xavier y a Magneto como las versiones mutantes de las figuras de Luther King y Malcolm X.

El hecho de ambientar en los años 60 una película de los X-Men desde luego era una gran idea, una forma de rebootear la franquicia (algo que cada vez está más de moda, y que a este paso no me extrañaría cualquier día toparme hasta con un reboot de Clerks…) sin tener que borrar las películas anteriores (las dos primeras bastante aceptables). El problema era que las imágenes que nos iban llegando de la película desprendían un tufillo a que aquello no iba a funcionar, y si a eso sumábamos el hedor de las últimas entregas mutantes, sobre todo de la deleznable X-Men Origenes: Lobezno, el confiar en ella se convertía en una ardua tarea.

Esta nueva entrega de X-Men funciona muy bien, con agilidad y respetando la inteligencia del espectador, compone una película bastante alejada de los comics, pero a su vez la más fiel al espíritu de los Mutantes de todas las realizadas en la saga. La película está ambientada en plena guerra fría, con los rusos de por medio, y un gran villano como Sebastian Shaw (el cual sorprende que no lo hubieran usado hasta ahora), decidido a montar la tercera guerra mundial.

Pese a las dos largas horas que dura en ningún momento se hace larga, gracias a un guión que no trata al espectador como un zombi idiota, algo a lo que cada vez están más acostumbrados los blockbusters actuales. Pero también hay lugar para la épica y para «fardar» de efectos especiales, como el espectacular asalto a la mansión o la batalla final en la isla. Escenas que no solamente están bien rodadas, si no en las que se ve que todo viene de guión y no hay lugar para el error.

Hay que resaltar lo perfectamente hilado que queda todo, para dotar de sentido a las entregas anteriores, y también para abrir la posibilidad de nuevas entregas. También destaca el exquisito uso que se le da a la banda sonora, llegando al sumum en la escena de la moneda, y si bien la partitura de Henry Jackman no es ninguna panacea, se demuestra que muchas veces es casi más importante saber usar bien el material con el que trabajas.

Los personajes están perfilados excelentemente, sin duda la decisión de tomar a mutantes bastante recientes como Angel Salvadore o Darwin, o otros menos conocidos (para los no lectores de comics) como Kaos o Banshee, es todo un acierto, ya que se permiten el hecho de crear a los personajes de cero, ante el desconocimiento del espectador.

Su casting es otro de los aciertos, que James McAvoy tiene mucha carrera por delante ya lo sabíamos, y también pudimos ver como mientras X-Men se rodaba Jennifer Lawrence se iba convirtiendo en una estrella. Pero no son solo ellos dos, Caleb Landry Jones, nos regala un gran papel y Nicholas Hoult, del que ya conocíamos su talento gracias a la serie Skins, se convierte en un descubrimiento total. Pero sin duda, el que se come la pantalla es Michael Fassbender, no debería extrañar de verle en alguna terna de nominados por su gran representación de Magneto.

Matthew Vaughn, tras sorprender a todos con la fantástica adaptación que realizo el año pasado de Kick-Ass, empieza a dejar claro que es un nombre a tener en cuenta, aunque su prueba de fuego vendra el próximo año cuando estrene la secuela del superhéroe creado por Mark Millar.

Entre piratas y curas cazadores de vampiros, desde luego los mutantes se convierten en uno de los blockbusters más frescos y disfrutables de este verano, un producto que pese a no ir más allá de su condición de película veraniega se hace merecedora de el precio de la entrada, y lo que es mejor, ¡SIN INSUFRIBLE 3D!.

3.5_estrellas