Léon, el profesional – Un Besson inspirado con un elenco sublime | La Cabecita

El cine de la Nouvelle vague en la década de los 50 consiguió que el cine francés se apreciase de otra manera, genios como Truffaut (Los 400 golpes) o Alain Resnais (Hiroshima mon amour, de la que traeré crítica próximamente) marcaron un antes y un después en el celuloide de este país. Con Luc Besson el cine contemporáneo francés también sufriría un cambio. Y a pesar de que su obra está compuesta por filmes galos el toque americano es más que evidente. Probablemente Léon, el profesional sea lo mejor que nos ha podido ofrecer este director, a pesar de tener otras grandes películas en su haber como El gran azul o El quinto elemento.

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Léon, el profesional cuenta la historia de Mathilda (Natalie Portman), una niña de doce años que no se lleva nada bien con su familia, excepto con su hermano pequeño. Su padre es contrabandista de droga y hace negocios con el excéntrico Stan (Gary Oldman) es un corrupto agente de la D.E.A. Un día, mientras Mathilda está de compras en un supermercado, Stan mata a su familia. Se refugia entonces en casa de Léon (Jean Reno), un solitario y misterioso vecino que resulta ser un asesino a sueldo y hará un pacto con él: ella se encargará de las tareas domésticas y enseñará a leer a Léon, y éste, a cambio, le enseñará a disparar para poder vengarse de quienes mataron a su hermano.

A través de interpretaciones espectaculares Léon consigue llamar la atención a cualquier espectador. No tiene precio disfrutar de una Natalie Portman que en 1994, en su primera película, ya apuntaba maneras, y que 16 años más tarde se llevaría el Oscar por Cisne negro. Lo más significativo de la película es la relación que Mathilda establece con Léon, extravagante y tierna, violenta y bella. Es una historia sobre el cambio, de cómo una persona puede hacer cambiar tu mundo, y también de venganza. Besson retrató una realidad corrupta de la manera más perspicaz posible (Gary Oldman está sublime), con tiros y explosiones por doquier pero con gran sutileza. Aún así no empalaga, ni se torna superficial. El filme consigue su propósito apoyándose en la calidad de sus protagonistas y logra que cada minuto de metraje valga la pena.

Es una película diferente que por medio del equipo Besson, Portman, Reno y Oldman adquiere una clase incuestionable. Buena fotografía, efectos especiales y ambientación musical.